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El espionaje en la Fórmula 1: cuando te pillan con las manos en la masa
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MERCEDES Y FERRARI, EL ÚLTIMO CASO

El espionaje en la Fórmula 1: cuando te pillan con las manos en la masa

La competición en la pista es también la materialización final de una intensa guerra técnica y subterránea que tiene lugar entre bastidores, en la que no solo se roban cerebros a la competencia

Foto: Lewis Hamilton y Sebastian Vettel en el GP de Monza (Reuters).
Lewis Hamilton y Sebastian Vettel en el GP de Monza (Reuters).

Trudy Coughlan le pidió ingenuamente al responsable de una tienda de fotocopias de Surrey que escaneara un dossier de 780 páginas y lo grabara en un disco duro que su marido había recibido de Nigel Stepney, jefe de mecánicos del alto equipo italiano desencantado con su posición en la escudería. Gran aficionado a la Fórmula 1 y a Ferrari, cuando el dueño de la tienda comenzó a hojear el dossier reconoció hasta qué punto la información que tenía en sus manos era sensible.

Planos, gráficos, diagramas, fotos, información de todo tipo... Cada página llevaba un sello de agua con el escudo de Ferrari: se trataba de un documento completo sobre el monoplaza del equipo para 2007. El caballero de la tienda localizó la dirección de correo de Stefano Domenicali y le envió un e-mail directo. Mike Coughlan y McLaren se metieron en un monumental embrollo que costó cien millones de dólares al equipo, al margen de tremenda tempestad interna durante toda la temporada..

El 23 de septiembre de 2015 uno de los responsables técnicos de Mercedes, Owen Jones, se acercó a la mesa de Benjamin Hoyle, quien tenía abierto en su ordenador el informe del Gran Premio de Hungría, una de las tres carreras en las que Ferrari derrotó al equipo alemán. Hoyle apagó inmediatamente la máquina tirando nerviosamente del cable de la corriente.

Así que, de manera casi fortuita y anecdótica, salieron a la superficie dos de los últimos grandes casos de espionaje en la Fórmula 1, donde la competición en la pista es sólo la materialización final de la brutal guerra técnica subterránea que tiene lugar entre bastidores. Un mundo en el que no sólo se roban cerebros a la competencia, también se adquiere con ellos material sensible a la búsqueda de reducir, por la vía más rápida, las diferencias de competitividad entre los diferentes monoplazas.

En un lado u otro, Ferrari siempre presente

Entre los casos recientes, en 2004, dos ingenieros de Ferrari fueron condenados por pasar a Toyota información sobre el monoplaza italiano de aquella temporada. En 2007 el increíble 'Spygate también involucró a Fernando Alonso y Pedro Martínez de la Rosa. A final de aquel año, Renault también fue sospechoso de espionaje industrial a través de un ex ingeniero de McLaren. Le ha tocado ahora el turno a Mercedes con Ferrari, de nuevo, protagonista. Unas veces a un lado del tendido y cuando la competitividad es inferior, parece que en el otro.

Estos días, el equipo alemán ha paseado por la prensa británica el dossier que incluye documentación presentada en el proceso legal abierto contra Benjamin Hoyle. En él se detallan las acciones de su técnico encaminadas a obtener información confidencial para llevárselas bajo el brazo en su camino hacia Maranello. Parece haber sido cazado con las manos en la masa.

En proceso de esterilización

Cuando Benjamin Hoyle se unió al departamento HPP (High Performance Powertrains, el departamento de motores de Fórmula 1) como uno de sus máximos responsables, también asumía amplias obligaciones en materia de confidencialidad. Éstas incluían seis meses en el dique seco en caso de marcharse a otro equipo. El 21 de mayo de 2014, Hoyle anunció a la cúpula de Mercedes que no seguiría en la organización a partir del 31 de diciembre de 2015. Sus responsables sospechaban que Ferrari sería su destino.

Hasta abril del presente año, Hoyle siguió trabajando en HPP. Pero en una suerte de “proceso de esterilización” de información clave, fue enviado al DTM hasta finalizar su contrato “para proteger la propiedad intelectual de HPP y prevenir que fuera puesto bajo presión para ofrecer información técnica a Ferrari”. Mercedes le proporcionó un ordenador nuevo y limpio, cerró claves de acceso vitales y tomó precauciones de seguridad que, aparentemente, no produjeron el efecto deseado cuando se le descubrió husmeando el famoso 'report' del pasado Gran Premio de Hungría. Mercedes decidió tirar de ese hilo.

Los sabuesos informáticos, en acción

Dos empresas externas, contratadas al efecto, rastrearon todos los sistemas de Mercedes y descubrieron que Hoyle había accedido a gran cantidad de información sensible. El informe de la carrera de Hungaroring, datos relacionados con el kilometraje, averías de los motores alemanes esta temporada, rendimiento del compresor, sistema de desencriptado de información… Entre mucha otra información que Mercedes ha preferido no detallar, Hoyle también habría tenido acceso a lo referente a la evolución de sus propulsores durante la temporada 2015.

Como descubrieron los expertos, el ingeniero británico había trabajado a conciencia, aplicando precauciones y medidas de camuflado informático. Ordenadores, ipads, 'sticks' de memoria e incluso su teléfono móvil: Hoyle acudió a todo tipo de sistemas de almacenamiento. Para Mercedes, la realidad era evidente: “Por su conducta ilegal, Mr Hoyle y, potencialmente, Ferrari han ganado una ventaja ilegal”. Sin embargo, este martes Mercedes afirmaba que no constaba que al equipo hubiera llegado la información capturada por su ingeniero.

“No hay contrato”

Mercedes ha endosado un buen paquete legal y económico a Hoyle; busca alargar al máximo posible su hipotético paso a Ferrari u otro equipo, incluso, obligándole a esperar hasta 2017 como mínimo. Desde Maranello se lavan las manos: “No hay contrato entre Ferrari y Mr Hoyle”. Ni tampoco intenciones de incorporarle a su nómina, como se ha anunciado desde el equipo italiano.

Al acabar la temporada 2007, Montezemolo dió publicamente las gracias a “aquel caballero británico. Sin él, nunca hubiera sido posible arrojar la luz sobre una de las peores páginas del deporte". Mike Coughlan disfrutaría después de un breve paso por Williams sin gran éxito. Hoy, Benjamin Hoyle parece haberse quedado solo y colgado de un palo. A su carrera en la Fórmula 1 podría haberle caído ya la bandera a cuadros. ¿Quién será el próximo?

Trudy Coughlan le pidió ingenuamente al responsable de una tienda de fotocopias de Surrey que escaneara un dossier de 780 páginas y lo grabara en un disco duro que su marido había recibido de Nigel Stepney, jefe de mecánicos del alto equipo italiano desencantado con su posición en la escudería. Gran aficionado a la Fórmula 1 y a Ferrari, cuando el dueño de la tienda comenzó a hojear el dossier reconoció hasta qué punto la información que tenía en sus manos era sensible.

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