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Los pilotos, esos locos que siempre quieren conducir con una copa de más
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LOS TROFEOS EN LA FORMULA 1

Los pilotos, esos locos que siempre quieren conducir con una copa de más

Los trofeos ganados en una carrera son todo un símbolo y el recordatorio de la trayectoria e historia de un piloto. Pero no todos pueden conservarlos

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El campeón del Mundo de 1978, Mario Andretti, tiene una interminable sala de trofeos en su casa de Pennsilvania. Su larga trayectoria deportiva incluyeéxitos en todo tipo de campeonatos y disciplinas del automovilismo mundial. Pero en sus estanterias hay una copamuy singular: la delgran Premio de Estados Unidos de 1977. Tiene colgando un cartel que reza“duplicado”. Y debajo, otra leyenda: “el original fue robado por….”, con el nombre del interfecto. “Nunca me lo devolvió, así que tuve que hacer una réplica”.

Los trofeos son todo un símbolo emocional y el recordatorio de lacarrera e historia personal de un piloto.“ En otros equipos, muchosconservan los trofeos originales. Para lo que trabajas,y lo que quieres llevarte a casa, son dos cosas: una, tu casco, y la otro, tu trofeo. Para mí no tienen precio”, explicaba Lewis Hamilton el pasado año, mientras negociaba con McLaren para intentar romper la tradición inquebrantable del equipo británico: mantener todos los trofeos originales, una norma de Ron Dennis desde que se hiciera cargo del equipo en 1981. Porque el trofeo es el más preciado símbolo, el botín de guerra para un piloto o un equipo de Fórmula 1.

La herejía de Alain Prost

No era el caso deNiki Lauda, por ejemplo, famoso por entregar en 1975 uno de sus trofeos al garagista locala cambio de que le lavaran sus coches gratis durante todo un año. Se desharíade otros muchos, en un desapego que al propio Mario Andretti le hacía tirarse de los pelos. Como le ocurriera tambiéna Ron Dennis con Alain Prost en Monza 1989, aunque por razones diferentes.

Durante aquella temporada, la relación entre AyronSenna y McLaren con Prost se fue desintegrando bajoenorme tensión. Justo antes de la carrera italiana, Ferrari anunció que el francés correría para el equipo italiano en 1990. En Monza, Prost ganó y, desde lo alto del podio, dejó caer el trofeo a las manos de 'tifosi'. Un gesto absolutamente insólito en la historia de la Fórmula 1.

“No fue premeditado”, diría Prost después, “nunca entenderé por qué lo hice, los aficionados me jaleaban y fue algo espontáneo, nada que hubiera planeado”. Acaba la ceremonia, un enfurecido Dennis se tomó el tema como una ofensa personal yarrojó a suspies el trofeo de Constructores. Años más tarde, Prost le entregó una réplica a Ron Dennis para cerrar la herida.

Pero McLaren no es el único en mantener los originales. Para Mark Webber, por ejemplo, el más preciado es el logrado en Mónaco 2010. Con su altura, al levantarlogolpeó con la copael techo del podio cubierto.El trofeo reposa en las vitrinas de Milton Keynes con la parte superior ligeramentedoblada.

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"La forma tradicional de las copas..."

Cada trofeo está coloreado por las circunstancias bajo las que fue conseguido, y que todo piloto recordarácon la sola visión de su figura. Además, su forma, tamaño, construcción yorigen del circuito contribuyen a hacer algo único de cada uno.El reglamento deportivo de la Federación Internacional dedica una sección a sus carácterísticas, queindican ha de tener “la fórmatradicional de las copas”, determinando un peso y unaaltura máxima. En la realidad, los diseñadores y organizadores se toman luego sus propias libertades.

Desde 1984, la compañía británica Fox Silver Ltd esla principal responsablepara crear y fabricarlos trofeos de la Fórmula 1 y de otros muchos campeonatos internaciones. Es una pequeña empresa con nueve personas, instaladas en un taller de una pequeña calle del sur londinense. Al margen de los trofeos para cada carrera, también fabrica los entregados por laFIA a los ganadores del título de Pilotos y Constructores, este último con el símbolo que ha identificado a cada equipo durante su historia.

Cuestión de personalidad

Fox Silver también colabora en el diseño de las copas de grandes premioscomo Abu Dhabi, Corea y o Bahrain. El último, el delGran Premio de Texas, en Estados Unidos, para el que participóFox Silver como Bob Esptein, el máximo responsable del circuito de las Américas. Este último valoró previamente a prestigiosas compañías como Tiffany&Co., pero la experiencias de la británica en la materia fue decisiva.

El objetivo inicialera identificar con Texas y Estados Unidosuntrofeo que por ahora solo tiene Lewis Hamiton (la réplica) en sus vitrinas. En honor del estado americano aparece la estrella de cinco puntas, y los soportes de la copa reflejan la torre del circuito. Cada copaconsta de 180 componentes, algunos de oro negro, y cada una de sus piezas ha sido diseñada, cortada y modelada una por una y a mano. Se cuida hasta el mínimo detalle como, por ejemplo, que el trofeo sea pulido para que elpiloto puedabeber el champán dentro de la copa con la tranquilidad de que no se cortará con elfilo.

Tradición o corporativismo

Pero no todos los trofeos son tan artísticos. En los últimos años, algunos patrocinadores han logrado imponer sus logos corporativos o un rasgo identificativo de la empresa.Tal ha sido el caso, por ejemplo, de Telefónica y Banco de Santander, pero también de otros muchos ejemplos. “No me gusta que sea así”, explica Mark Webber, “porque elimina el símbolo de lo que la pista o el país representa”. Porque para muchos pilotos, t el singularvalor decompartir una copaidéntica a la que también se llevaron del podio otros grandes campeones del pasado.

“Es importante que la imagen del trofeo continúe, así la gente puede entenderqué una copa determinada corresponde alCircuito de las Américas, por ejemplo, o a Mónaco, lo que otorga tradición”, explica Richard Fox, “son ejemplares únicos, hechos a mano, y la única gente que los consigue son los que los ganan…”

No era el caso Mario Andretti con aquella copa robada, o de Lewis Hamilton yde Mark Webber, que han debido acudira Fox Silver para que les repliquen los suyos. A Niki Lauda, sin embargo, lo que le importaba es que le lavaran gratis sus coches.

El campeón del Mundo de 1978, Mario Andretti, tiene una interminable sala de trofeos en su casa de Pennsilvania. Su larga trayectoria deportiva incluyeéxitos en todo tipo de campeonatos y disciplinas del automovilismo mundial. Pero en sus estanterias hay una copamuy singular: la delgran Premio de Estados Unidos de 1977. Tiene colgando un cartel que reza“duplicado”. Y debajo, otra leyenda: “el original fue robado por….”, con el nombre del interfecto. “Nunca me lo devolvió, así que tuve que hacer una réplica”.

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