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¿Hubo alguna vez un coche más 'sexy' que el Wolf WR1?
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WOLF RACING, EL EQUIPO QUE FUE PROFETA EN SU TIERRA, CANADA

¿Hubo alguna vez un coche más 'sexy' que el Wolf WR1?

Curioso el romance de Canadá con la Fórmula 1. Para empezar, su gran premio cuenta con 43 años de historia, todo un pedigrí a día de

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¿Hubo alguna vez un coche más 'sexy' que el Wolf WR1?

Curioso el romance de Canadá con la Fórmula 1. Para empezar, su gran premio cuenta con 43 años de historia, todo un pedigrí a día de hoy. El apeadero de Montreal, además, es uno de los mas disfrutados por los integrantes del Gran Circo gracias a su atmósfera única. Una de las mayores leyendas de este deporte, Gilles Villeneuve, logró su primera victoria en el circuito que lleva su nombre. Y quizás también algunos recuerden que Canadá contó con un equipo de su nacionalidad, el Wolf Racing, capaz de ganar en su primera participación y, sobre todo, en la carrera de su país con un monoplaza con pocos rivales en la pasarela de la elegancia de la Fórmula 1.

“En aquellos días, después de poner algunas planchas de aluminio contra la pared, podías tener un monocasco listo, comprabas un motor a Cosworth, una caja de cambios a Hewland, organizabas el tema de los neumáticos, y salías a luchar por el campeonato del mundo”. Como recordaba Patrick Head, así se las gastaban en la década de los setenta, y con semejante esquema también se atrevían algunos apasionados con el riñón bien cubierto, cuando un millonario podía montar una escuadra de la noche a la mañana.

De origen austríaco y canadiense de adopción, Walter Wolf dio el 'pelotazo' primero con el negocio inmobiliario, para pasar a la industria del petróleo después, en el Mar del Norte, durante la década de los setenta. Bien conectado en las más altas instancias políticas a nivel internacional, aquello no fue óbice para mezclarse con aquel mundo poco pulido y todavía no lavado ni planchado (para lo bueno y lo malo) por Bernie Ecclestone

Será por dinero...

El canadiense aportó dinero fresco y por adelantado en un mundo donde  han abundado tantos tahúres de postín. Cuando Wolf supo que el sudafricano Jody Scheckter estaba harto de Tyrrell y del famoso P34 de seis ruedas, le tiró los tejos. El piloto no dudó en aceptar al conocer que el canadiense había adelantado el ochenta por ciento del presupuesto, algo totalmente inusual en la época.

Wolf Racing tenía a bordo a Harvey Postlewhite, quien se convertiría en uno de los mejores ingenieros de la época, apoyado  además por un jovencísimo Patrick Head. Scheckter puso condiciones: quería a uno de los mejores ‘team managers’ de la época, Peter Warr. Como por dólares no sería, le arrancó de las manos del mismísimo Colin Chapman y Lotus. También pidió a su mecánico de confianza en Tyrrell, Roy Topp. Wolf, todo eficacia, dijo que sí a todo. A Scheckter le pagaba cien mil libras, y se afirmaba entonces que el empresario canadiense fue uno de los precursores en pagar por resultados a un piloto…

Veinte personas y un solo coche

El equipo lo formaban veinte personas. Comenzaron a trabajar en octubre de 1976. Postlewhite ‘puso las planchas de aluminio contra la pared’ y necesitó  menos de seis meses para gestar a un retoño que, para empezar, le salió guapo. Para su diseño se llevaron a cabo doce horas (sí, doce) de túnel de viento. Sin embargo, el WR1 se convertiría en uno de los monoplazas de mayor personalidad en la historia de la Fórmula 1, ayudado por una decoración azul y oro que resaltaba más si cabe sus ‘encantos’. No hubo antes ni tampoco después un monoplaza como aquel.

Era un equipo de un solo coche. Si la ‘chapa’ se arrugaba seriamente en la pista, para casa. Una ‘pegatina’ de Castrol y Goodyear, la bandera canadiense y el nombre de Wolf era todo cuando aparecía en la carrocería. Con el fin de desarrollarlo durante el invierno, Scheckter se puso en contacto con Enzo Ferrari para poder utilizar la pista de Fiorano. ‘Il Commendatore’, sorprendentemente, dio su conformidad.

La primera, en la frente de los rivales

“El coche no era rápido, pero sí consistente”, recordaba Jody Scheckter. En los circuitos urbanos y ratoneros se movía con enorme agilidad. El equipo incorporó una segunda versión con una mayor longitud entre ejes, el WR2. En muchas pistas –como en el Jarama- el sudafricano parecía un piloto de rallies… En aquel año hizo su aparición el Lotus MK 78, el primer monoplaza de efecto suelo. Lauda volvía curtido de su duro accidente con el muy eficaz Ferrari 312 T2. Scheckter peleaba también con el M23 de James Hunt, campeón del año anterior. En la penúltima carrera de la temporada, en Canadá (Mosport), cosechó su tercera victoria. Aquel año, Jody Scheckter fue subcampeón del mundo por detrás de Lauda. Y Wolf terminó cuarto en la clasificación de Constructores.

Fittipaldi, el último de la lista

Aquella joya no podía aguantar mucho el ritmo de sus rivales. En 1978, el Lotus 79 rompió la Fórmula 1 sublimando el ‘efecto suelo’. En Wolf Racing intentaron subirse al carro. El pequeño cisne que era el WR1 y sus sucesivas versiones se convirtió en el horroroso pato del WR5 (con efecto suelo) y la pendiente abajo ya fue inexorable. Wolf descubría que la Fórmula 1 también era un pozo sin fondo. Scheckter tuvo  una oferta de Ferrari para 1978, pero no pudo desvincularse del contrato con el equipo canadiense hasta el año siguiente, cuando se proclamó campeón. Wolf fichó entonces  a otro peso pesado como sustituto del sudafricano, James Hunt, pero solo consiguió que el británico se despidiera definitivamente de la Fórmula 1. Luego llegaría Keke Rosberg…

Finalmente, Wolf le endosó los restos de su efímera gloria a Emerson Fittipaldi, que se quedó con el equipo para acabar de arruinarse. Al menos, Walter Wolf siempre se movió entre campeones. Y ganó en su casa, con su propio equipo, algo de lo que no todo el mundo puede presumir.

Curioso el romance de Canadá con la Fórmula 1. Para empezar, su gran premio cuenta con 43 años de historia, todo un pedigrí a día de hoy. El apeadero de Montreal, además, es uno de los mas disfrutados por los integrantes del Gran Circo gracias a su atmósfera única. Una de las mayores leyendas de este deporte, Gilles Villeneuve, logró su primera victoria en el circuito que lleva su nombre. Y quizás también algunos recuerden que Canadá contó con un equipo de su nacionalidad, el Wolf Racing, capaz de ganar en su primera participación y, sobre todo, en la carrera de su país con un monoplaza con pocos rivales en la pasarela de la elegancia de la Fórmula 1.