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La estrella de Schumacher se extingue en las tinieblas de sus resultados
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EL ALEMÁN FIRMA SU PEOR INICIO DE TEMPORADA

La estrella de Schumacher se extingue en las tinieblas de sus resultados

Schumacher ha lucido durante mucho tiempo como la estrella de un deporte que ha evolucionado maniobrando en el patrocinio de su nombre. Sin embargo, ahora que

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La estrella de Schumacher se extingue en las tinieblas de sus resultados

Schumacher ha lucido durante mucho tiempo como la estrella de un deporte que ha evolucionado maniobrando en el patrocinio de su nombre. Sin embargo, ahora que el Kaiser gobierna un bólido que luce astro en la morrera, sus aspiraciones se estrellan en las tinieblas que marcan los peores números de inicio de temporada de su carrera. El deportista más admirado del primer lustro de siglo asentó su reinado en el rojo de Ferrari. La empresa fue tan contundente que sus 7 títulos mundiales, 91 victorias o 68 poles se vislumbran como fórmulas inalcanzables para el resto de pilotos. Schumacher acostumbró sus domingos bajo duchas de champán y privilegios honoríficos. No obstante, con su parón en 2006 Schumi perdió las prebendas hegemónicas de un espectáculo que progresa al ritmo desenfrenado que marca la inmediatez, y en esta temporada sus números parecen reflejos fantasmales de otra época.

Con su regreso a la F1 en 2010 a los mandos del coche titular de la escudería Mercedes, Schumacher pretendía ejercer de experimentado director de orquesta y encauzar la experiencia de los alemanes en la Fórmula 1. Acabó noveno y octavo en sus dos primeras temporadas, alejado de las escuderías punteras pero sin la opresión que suele ejercer la necesidad. Germinar un proyecto requiere de paciencia y perspectiva, para lo que Schumacher cumplía los requisitos de idoneidad.

Sin embargo, el crédito del alemán comienza a perder vigor por la presión de una losa que impide el despegue definitivo de Mercedes. Schumacher no ha logrado recuperar el domino del volante con el que coleccionó trofeos y su figura ya no despierta el interés de los vencedores. Después de los once grandes premios disputados hasta ahora, sólo ha logrado terminar la carrera en cinco ocasiones, lo que supone más abandonos que en toda la temporada pasada. Un registro desgarrador para quien acostumbraba a negociar el éxito en cada fin de semana. Sólo un tercer puesto en el Gran Premio de Europa y las clasificaciones del sábado, donde ha logrado cuatro terceros puestos en la parrilla de salida, proponen cierto destello para una bujía claudicante.

La sinceridad de los números no cede ante la nobleza del apellido, y la contundencia de sus conclusiones amenaza como un nubarrón de contingencias. Schumacher marcha décimo segundo, con 29 puntos, en una clasificación general donde sólo la catástrofe de Felipe Massa es observada con mayor incredulidad entre los equipos ‘grandes’. No obstante, el buen quehacer de Nico Rosberg no ha descolgado a la escudería alemana de un quinto puesto en la clasificación de constructores. Rosberg, que acompañó a Schumacher en el proyecto de Mercedes, afronta el parón veraniego sexto en la tabla después de haber logrado 77 puntos, 48 más que el Kaiser, y demuestra que el coche, a pesar de sus evidentes carencias, propone perspectivas de notoriedad.

La diferencia entre los pilotos es tal que, en una encuesta que la agencia de noticias SID realizó en mayo, el 55,4% de los alemanes considera que Schumacher debe retirarse a final de año. Pero Schumacher no cede en su empeño de progresar en el proyecto y ha reiterado en varias ocasiones que pretende continuar en el volante de Mercedes. Siempre que los rumores de la posible salida de la escudería de la competición no alcancen la categoría de hecho.

En todo caso, desde Mercedes se pretende encauzar el rumbo agónico con un proceso de reestructuración en su equipo técnico, según informó el martes la publicación italiana Autosprint. La información también especula con un posible recorte de gastos en el monoplaza actual para centrarse en un nuevo coche. Noticia que arremetería contra los intereses directos de un Schumacher que hasta ahora sólo ha logrado completar el 69% de las vueltas de carrera, pero que supondría un halo de luz para la temporada venidera.

El episodio tragicómico se vivió en el Gran Premio de Hungría, donde la errónea posición de Schumacher en la parrilla de meta provocó el aborto de la salida. En vez de prepararse para otra vuelta de formación, el alemán apagó el motor por lo que tuvo que ser empujado hasta boxes por los comisarios. Cuando le preguntaron el motivo de la maniobra explicó que antes “solíamos hacerlo siempre así”. Hasta 2005 se solía retrasar la salida cinco minutos, pero en su última temporada en Ferrari ya se sustituyó el formato de reanudación por el actual, que impone una segunda vuelta de formación, descontada del total de vueltas de la carrera. El Kaiser pierde facultades.

Mientras tanto, Rosberg amenaza la posición de un piloto que regresó al circuito amparado en la creencia de que el pedigrí es suficiente. El bólido dista mucho de aquel Ferrari faraónico y contundente, pero la diferencia entre los dos pilotos de Mercedes es tal que quizá, como dijo Kapuscinski, “los jóvenes seguirán venciendo, porque el futuro es de ellos y los más viejos seguirán siendo prisioneros de su propia ceguera”. Ceguera provocada por la extinción de la estrella de Schumacher. 

Schumacher ha lucido durante mucho tiempo como la estrella de un deporte que ha evolucionado maniobrando en el patrocinio de su nombre. Sin embargo, ahora que el Kaiser gobierna un bólido que luce astro en la morrera, sus aspiraciones se estrellan en las tinieblas que marcan los peores números de inicio de temporada de su carrera. El deportista más admirado del primer lustro de siglo asentó su reinado en el rojo de Ferrari. La empresa fue tan contundente que sus 7 títulos mundiales, 91 victorias o 68 poles se vislumbran como fórmulas inalcanzables para el resto de pilotos. Schumacher acostumbró sus domingos bajo duchas de champán y privilegios honoríficos. No obstante, con su parón en 2006 Schumi perdió las prebendas hegemónicas de un espectáculo que progresa al ritmo desenfrenado que marca la inmediatez, y en esta temporada sus números parecen reflejos fantasmales de otra época.