Es noticia
Para correr como un Fórmula 1 o volar como un pájaro hace falta tener… dos esquís
  1. Deportes
  2. Esquí
Dos récords del mundo impresionantes

Para correr como un Fórmula 1 o volar como un pájaro hace falta tener… dos esquís

¿Qué hace falta para correr a más de 250 por hora con unos esquís? El italiano Ivan Origone lo ha conseguido con "años de entrenamiento… y mucho valor"

Foto: Ivan Origone, el más rápido del mundo sobre unos esquís.
Ivan Origone, el más rápido del mundo sobre unos esquís.

Un kilómetro cuesta abajo, lanzado sobre la nieve. El más rápido gana. Sin más. El récord del mundo de velocidad lo tenía hasta ahora Simone Origone, hermano del nuevo plusmarquista, quien lo fijó en abril de 2015 en 252,632 en la misma estación francesa de Vars. Casi un año después, el pasado 26 de marzo, el festival iba a ser triple. Primero lo batió el francés Simon Billy, con un registro de 252,809. Después llegó de nuevo Simone, quien recuperó el cetro estableciendo una marca de 252,987, pero la imagen del día la dejó Ivan Origone con un estratosférico récord de 254,958 kilómetros por hora. Su única protección fue un casco, sus esquís y un envidiable dominio de la nieve: ¿deporte o locura? El mejor español de la historia en la especialidad, Ricardo Adarraga, lo tiene claro: “hacen falta años de entrenamiento… y mucho valor”.

[Lea aquí: La tecnología que salvó la columna vertebral de Mayer]

Adarraga, ingeniero industrial que vive en Alemania (por amor, no por la crisis), nos da las claves para entender este deporte: “tienes que ser un esquiador 10 porque si no, te la pegas. No hay un tanto peligro como la gente piensa, siempre me dicen que te puedes matar a esa velocidad, pero sueles caer recto y donde hay lesiones habitualmente en el esquí es en las curvas y giros. Sí es verdad que cuando te caes te pasas tres días con el cuerpo morado, cuando no negro”. El mayor ejemplo lo tenemos en el descenso de Simone Origone al batir el récord mundial: “si no es él, se hubiera caído seguro porque el cuerpo se le levanta y es capaz de recolocarlo a esa velocidad”, asegura el esquiador español que, por supuesto, no puede vivir de esto: "al menos no me cuesta mucho dinero gracias a empresas como Atomic que me proporciona material o algún amigo que me patrocina".

Unos esquís artesanales

¿Qué hace falta para bajar a esta velocidad? Lo primero, como ya ha dicho Ricardo, es valor: “No es cuestión de atributos masculinos, porque la italiana Greggio ha bajado a 247 por hora y no tiene, pero sí de valor y años de entrenamiento”. Además, los materiales deben ser especiales: los esquís miden 2.40 en vez de los 2.17 habituales. Son más anchos (10 centímetros) y son rectos y más duros, buscando más estabilidad. Además, son casi artesanales, como explica Adarraga: “Las fábricas paran su producción habitual y dedican tres o cuatro días a hacer los esquís de kilómetro lanzado que tienen encargados. Sólo hacen esos, 30 ó 40 por temporada, y son específicos para esta disciplina”. ¿Su precio? En eso se parece a los esquís de competición. A partir de los 800 euros el par.

Valor, entrenamiento, materiales de primera calidad… y mentalidad. Parece una cuestión sólo física, lanzarse por una ladera y ser capaz de bajar lo más rápido posible, pero la cabeza juega un papel fundamental. Adarraga lo compara con los toreros: “cuando llego a una pista hay respeto, miro los baches, alguna piedra o pequeña curva, como los toreros con la querencia de los toros. Después hay que poner sobre la nieve un punto de agresividad que marca las diferencias. Si sólo te dejas caer, no llegarás a estar entre los mejores”.

Ir a 254,958 kilómetros por hora, una auténtica barbaridad para el ser humano. ¿Que lo comparamos con un Fórmula 1? El plusmarquista español no nos contradice: “la aceleración es similar, de 0 a 200 en apenas 5 segundos. En el kilómetro lanzado, nosotros somos el F1 y nuestro cuerpo, el alerón. Tenemos que ser capaces de ir por debajo del aire y no meter el canto, al revés del esquí tradicional, porque si no, te frenas y se acabó”. Adarraga marcó en Vars 234,681 km/hora, la tercera marca española de siempre y a seis kilómetros de su récord nacional, pero se quedó con un sabor agridulce por no aprovechar las bondades de la pista: “volveré el año que viene, seguro”.

Volar 251,5 metros con unos esquís es posible

Desde que en 1987 Andreas Felder estableciera el récord del mundo de salto de trampolín en 191 metros en Planica (Eslovenia), ésa había sido la sede en la que se batían una y otra vez los registros. Un total de veinte veces se consiguió aumentar el récord en el trampolín de la localidad eslovena hasta que Johan Remen Evensen, en 2011, se lo llevara a Vikersundbakken, al sur de Noruega, donde parece que se va a quedar para muchos años.

Evesen logró ampliar el récord del mundo hasta los 246 metros y demostró que el nuevo trampolín, construido para sustituir al antiguo que databa de 1936, cumplía a la perfección sus funciones. Cuatro años después, en febrero de 2015, Peter Prevc colocaba un nuevo récord en 250 metros, pero la gloria sólo le iba a durar 24 horas.

Al día siguiente, en el mismo escenario, Anders Fannemel voló hasta los 251,5 metros, un récord estratosférico… que no le dio el triunfo, ya que su segundo salto fue bastante flojo (202 metros) y tuvo que conformarse con la segunda plaza. Eso sí, su nombre ha entrado en la historia del trampolín por la puerta grande.

Un kilómetro cuesta abajo, lanzado sobre la nieve. El más rápido gana. Sin más. El récord del mundo de velocidad lo tenía hasta ahora Simone Origone, hermano del nuevo plusmarquista, quien lo fijó en abril de 2015 en 252,632 en la misma estación francesa de Vars. Casi un año después, el pasado 26 de marzo, el festival iba a ser triple. Primero lo batió el francés Simon Billy, con un registro de 252,809. Después llegó de nuevo Simone, quien recuperó el cetro estableciendo una marca de 252,987, pero la imagen del día la dejó Ivan Origone con un estratosférico récord de 254,958 kilómetros por hora. Su única protección fue un casco, sus esquís y un envidiable dominio de la nieve: ¿deporte o locura? El mejor español de la historia en la especialidad, Ricardo Adarraga, lo tiene claro: “hacen falta años de entrenamiento… y mucho valor”.

El redactor recomienda