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Cuando acabar 18ª, lejos de su rival, ya era el mayor de los premios para Lindsey Vonn
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volvió a ganar tras casi dos años

Cuando acabar 18ª, lejos de su rival, ya era el mayor de los premios para Lindsey Vonn

Hacía un año que la tetracampeona del mundo no se calzaba unos esquís y se ponía a competir. Y han pasado dos años para que repitiese victoria

Foto: Lindsey Vonn, eufórica sobre la nieve de Lake Louis (Reuters).
Lindsey Vonn, eufórica sobre la nieve de Lake Louis (Reuters).

El lago Louise es un paraje de una belleza difícilmente comparable con otros lugares del globo. No es, en absoluto, uno más de los cientos de espacios acuosos que se salpican por toda la superficie de Canadá, es quizás, uno de los más bellos. El color de sus aguas varía del azul intenso del cielo despejado, al blanco de las nubes que anuncian la nieve que puebla de manera perpetua las cumbres que rodean al lago. En uno de sus extremos se encuentra uno de los hoteles más lujosos de las Rocosas, el Fairmont Chateau, escoltado por una incontable cifra de pinos, que mantienen su verde tanto en verano como en invierno. Varios centenares de metros más arriba, una trenza rubia se deslizaba veloz para acabar su primera carrera en casi un año.

Lindsey Vonn entraba en meta eufórica, con los brazos en alto. Cualquier despistado podría pensar que estaba celebrando antes de mirar los resultados una victoria en el descenso, puesto que la reacción de la chica podía así parecerlo. Pero no era así, estaba de hecho lejos de los primeros puestos. Lindsey no estaba contenta por acabar decimoctava, sino por haber vuelto a sentir el frío de la nieve y la tensión de la competición en sus carnes mucho tiempo después. Y no lo hacía en cualquier plaza, sino en el lago Louise, ese que algunos llaman cariñosamente lago Lindsey por sus, hasta este fin de semana, 14 victorias en esos montes.

Tal inusitado festejo era solamente el anticipo de lo que daría de sí el día siguiente, el 5 de diciembre. Desde que el 5 de febrero de 2013, Lindsey perdiera el control durante el Súper Gigante de Schladming (Austria) y se destrozara la rodilla derecha y la tibia, sólo había habido una cara sonriente en el mundo del esquí femenino. Andes de eso, Tina Maze y Lindsey Vonn ya habían mostrado públicamente su mala relación. Son mucho más que rivales sobre el blanco. Incluso luchan por lucir su destacable belleza fuera de las pistas. En el Lindsey Lake, no había dudas sobre quién ganaría el descenso. Tina fue muy superior a todas las competidoras y sumó una victoria más para distanciarse en la cima de la Copa del Mundo. Pero por una vez en mucho tiempo, ya no era el centro de atención.

Envuelta en un mono blanco con una enorme publicidad roja en pecho y espalda, Lindsey se preparaba para tomar la salida. La trenza colgaba larga y libre por la abertura posterior del casco que tapaba el profundo verde de sus ojos. Sabía que aún no sería su día. El sabor del triunfo se lo dejaría todavía a su enemiga, pero quería que la competición del viernes fuese un aviso, la advertencia de que la reina de las nieves había vuelto a su hábitat y lo hacía para quedarse largo tiempo. Salió liberada de la tensión que le frenó el día antes, aunque todavía con el debido respeto a la nieve, esa que le había roto el corazón hace 22 meses. Acabó octava, a un mundo de Tina Maze. Y esta vez, Lindsey no lanzó los brazos al cielo canadiense. Se contuvo, concentrada en lo que haría al día siguiente.

Vídeo:El triunfo de Lindsey Vonn en Lake Louise.

Lindsey tenía ganas de revancha. Por una infinidad de motivos, a decir verdad. Quería una revancha con el esquí, ese que tanto le ha dado pero que una vez casi le quita todo. Quería vengarse por no haber podido cumplir el sueño de estar en Sochi y volver a luchar por una medalla olímpica. Quería recuperar el cetro que le estaba arrebatando a marchar forzadas Tina Maze (a pesar de que en la general del Descenso, el título de 2013 acabó siendo para la misma Lindsea a pesar de la lesión). Y ya desde el primer parcial superó todas las marcas establecidas y se encaminaba hacia su victoria número 15 en el lago Louise. Exhausta por el esfuerzo y por la larguísima espera, Lindsey cayó extasiada tras cruzar la meta al saber que había ganado.

El esquí le ha echado de menos por lo que representa para esta disciplina. Fue durante muchos años la cara visible de un deporte fabuloso que no tiene quizás la repercusión internacional que requiere. En los países en los que es practicado con asiduidad, todo el mundo conoce a Lindsey Kildow, aunque le ponen el nombre de casada. Pero lo que ha logrado Lindsey es que incluso aquí en España, donde no hay gran competición en nieve, se conozca a Vonn, Lindsey Vonn. La rubia se despidió del Lake Lindsey con otra exhibición en el Súper Gigante, donde qfinalizó segunda.Pero en su mente sólo hay una cosa (más allá de poder ganar la clasificación general de Descenso, al estar empatada a 132 puntos con Maze), y eso son los Juegos Olímpicos de Pyeongchang de 2018.

El lago Louise es un paraje de una belleza difícilmente comparable con otros lugares del globo. No es, en absoluto, uno más de los cientos de espacios acuosos que se salpican por toda la superficie de Canadá, es quizás, uno de los más bellos. El color de sus aguas varía del azul intenso del cielo despejado, al blanco de las nubes que anuncian la nieve que puebla de manera perpetua las cumbres que rodean al lago. En uno de sus extremos se encuentra uno de los hoteles más lujosos de las Rocosas, el Fairmont Chateau, escoltado por una incontable cifra de pinos, que mantienen su verde tanto en verano como en invierno. Varios centenares de metros más arriba, una trenza rubia se deslizaba veloz para acabar su primera carrera en casi un año.

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