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Por
Ayuso gana y presenta su candidatura tras el bochorno anual en el Giro de Italia
El ciclista español dio un golpe en la mesa para volver a demostrar que está para lograr grandes objetivos. Ayuso se impuso a Isaac del Toro y Egan Bernal en la séptima etapa
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Sprints. Bochorno. Pesetazos en los Apeninos. Servidor lleva ya unos años escribiendo para solaz de ustedes sobre esto de la Corsa Rosa. Y, miren, qué quieren que les diga, con los ingredientes que puse antes podía haber usado artículos de otras ediciones mutatis mutandi, porque estos rollos ya los he visto. Pero como me gusta hacer bien mi trabajo, y gozo en el légamo cual Iker Casillas por Instagram, pues para allá que me voy. A las hostias. Porque ustedes han venido para las hostias.
No las merece Pedersen, que él sí está honrando la carrera. Implicao, amasando a manos gordas, días vestido cual frigopié, la ciclamina más sentenciá que un Barça-Figueres. Está haciendo, si quieren, la labor encomendada a Wout van Aert. Solo que Wout van Aert iba el cien de la general cuando salía de Castel di Sangro, tras ejercer como aguador. También lanza a Kooij, pero ni mucho ni bien. No vamos a extender aquí el comentario sobre van Aert, porque hoy la mala leche se nos va en otra dirección, pero entre su equipo (planificación tipo "mandril hasta el culo de farla") y él mismo (que algo tendrá que quejarse, y si no se queja pues peor) está alguien de condiciones (parecían) históricas vagando cual alma en pena...
En fin. Vale, Nápoles. Lo de Nápoles. Breve exposición de hechos. Etapa larga, etapa tirando a llanita, etapa con destino al sprint y a no tener mayores trascendencias. Etapa, además, que llega a Nápoles, y parece que en Nápoles podemos poner la jeta en plan chulo, porque esto nunca lo hacemos por París, verbigracia. Sale el día lluvioso. Ojo, concretemos... sale el día con lluvia, con chubascos intermitentes, con nada de aguaceros, con nada de inundaciones. Sale el día con temperaturas ideales para la práctica del ciclismo, sin hielo, sin dedos que se congelan, ay, mis dedos que se congelan.
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La caída que marcó la etapa
No hay bajadas rozando barrancos, no hay adoquines en ligera pendiente, no hay embudos llamativos, no hay circuitos llenos de alcantarillas, no hay coches circulando en dirección contraria. Hay una caída, sí, que resulta muy visual, porque queda en el suelo Hindley, antiguo ganador del Giro. Y, entonces, sucede lo que todos sabíamos que iba a suceder. Los corredores se plantan, se ponen a charlar con Vegni, Vegni tiene, cuando ve venir a Primož Roglič, los pantalones a la altura de las rodillas. Luego acabaron por los tobillos, claro. ¿Conclusión? Pues una que cada vez tiene más frecuencia, que cada vez aparece en más etapas "incómodas". No cuentan los tiempos para la general, pero disputamos la etapa.
Ay. A ver, primero analizamos esta "no-solución" y luego todo lo demás. Porque la "no-solución" tiene tanto de cinismo, tiene tanto de jeta rollo hormigón armado, tiene tanto de pijos cayetaonides con su falsa superioridad moral que... Lo que nos dice esa solución es que en una etapa que encierra tanto peligro como para permitir que muchos no corran, nosotros (ciclistas y organizador) permitimos (y, por tanto, alentamos) que se celebre una volata, con su preparación de volata, sus codos, su entrar por donde no entras, su peligro real.
🩷 @Mads__Pedersen is chasing @JayVine3! Our Maglia Rosa lives for ciclismo #GirodItalia pic.twitter.com/4Vor2Kddng
— Giro d'Italia (@giroditalia) May 16, 2025
Fue peligrosa, y afortunadamente no hubo caídas, porque a ver cómo explicas una desgracia en tal situación. ¿Acaso son más valiosos Ayuso y Roglič que los sprínters? ¿Hay que cuidarlos a ellos mientras dejamos que el resto se despellejen por las carreteras de Italia? Si es así, y eso se desprende de las decisiones, díganlo sin miedo y ya está, nos ahorramos toda esta mierda y jugamos las Grandes a dos o tres momentos preestablecidos, medidísimos y sin posibilidad de injerencia externa. Y ya el resto del rato vemos a los pordioseros, a los destripaterrones, a los que no merece la pena cuidar luchando por un objetivo menor que a nadie (ni ciclista ni Giro) interesa. Y si se hacen daño mira... no haber apretao. Paleto. Ni que fueras importante...
El desastre anual
Ahora, la reflexión de todos los años. Aquí hay doscientos trabajadores que vienen a realizar una labor. Doscientos paisanucos que salen a completar X kilómetros con X recorrido. Y cada edición, por una cosa u otra, unilateralmente deciden anular parte de ese recorrido. ¿Imaginan dos equipos de fútbol parándose en el minuto setenta y diciendo que no se juega más, que eso es inhumano? No, ¿verdad? Pues eso vimos ayer. Porque el problema de Nápoles, no nos engañemos, no eran los pasos de cebra (que patinan mucho), las carreteras deslizantes (que siempre hay) o las caídas (que son parte intrínseca de este deporte, por eso Luis Ocaña solo tiene una Grande Boucle). No.
El problema de Nápoles eran los 220 kilómetros (220, ojo, no una Burdeos-París, para lo que hemos quedao), y muchos no querían hacer esos 220 kilómetros. Lo otro, la peligrosidad de elementos que cité antes, es consustancial al paso de bicis por poblaciones, y si queremos eliminarla igual tenemos que repensarnos si queremos pasar por poblaciones. Hay una disciplina ciclista muy bella, muy intensa y muy guay que no tiene estos peligros. Pista, le llaman, y a mí me gusta mogollón. Pero el Giro es ciclismo de fondo en carretera. O lo fue.
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El problema es que hay una generación de corredores que ha cogido la sisa a diferentes organizaciones (con otras, guiño, guiño, no se atreve) y juega con ellas a capricho. Y aquí la Corsa Rosa está perdiendo una guerra que los cortoplacistas leen como civil, y que quienes llevamos años viendo bicis entendemos universal. Hay gente (y por la televisión siempre salen los mismos, macho, yo no sé si es casual, pero siempre salen los mismos) que levantan la mano raudos cuando se pondera suspender, neutralizar o follarse una carrera. Son la misma gente (y por la televisión siempre salen los mismos, macho, yo no sé si es casual, pero siempre salen los mismos) que luego concede entrevistas supuestamente sesudas y cuelga en sus redes sociales fotos describiendo la grandeza de este deporte, no vaya a terminárseles el momio.
El problema de fondo
Juegan, además, con red, porque el "representante sindical" de los ciclistas es un señor encantado de conocerse que le gustan mucho las bicis, pero las bicis a veinte grados, sin agua, por terreno llano, asfalto tipo alfombra y sombritas en la llegada. Un señor cuyo máximo mérito como pro era subir los puertos finales bebiendo cerveza (en serio, bebiendo cerveza). Un señor que es fuerte con los débiles y débil con los fuertes, exactamente igual que todo el grupo cuando concurren depende qué circunstancias. Y así nos va. Vegni no tiene lo que hay que tener para plantar cara a los chantajes (entre otras cosas porque no plantó cara la primera vez, y después todos te hablan del precedente; entre otras cosas porque no tiene equipos italianos de nivel bajito que se sacudan la presión grupal por “agradecimiento” al organizador), los corredores encantados porque pueden subir sus reels antes ese día. Ah, y los sprínters, insisto, jugándose la vida.
Lo que acabo de describirles pasa cada vez con más frecuencia. Y no, no pasaba antes, pese a que algunos berreen por la tele, insulten a quienes pagan sus sueldos y, en general, luchen denodadamente contra la realidad y la opinión ajena. Una cosa es suspender el Stelvio aquel de 1988, y otra ir recortando, casi en buffet libre, dos o tres cositas cada doce meses. Y no, ni quiero circo ni quiero sangre, por mucho que algunos berreen (en serio, no hace falta dar gritos, ofende), no quiero un Gavia cada jornada, entre otras razones porque no quiero nunca un Gavia, no al menos aquel Gavia.
💥 🇫🇷 Crash for @romainbardet and @DavidGaudu...
— Giro d'Italia (@giroditalia) May 16, 2025
😥 The French riders are back on the road, but trail 1' behind the Maglia Rosa group. David seems hurt on his right hand #GirodItalia pic.twitter.com/XK629tGQEc
Aquello fue peligroso, fue excesivo y tampoco fue una carrera ciclista, porque la mayoría bajaron en coche. Ojalá nunca se repita aquel Gavia, por mucho que me guste hablar de aquel Gavia (también me gusta mucho hablar de las guerras carlistas y no quiero que vuelvan). No quiero dolor y muerte, quiero el ciclismo que me enamoró cuando era un chaval. El que algunos me dibujaban como épico desde la radio y ahora me desdibujan como cruel desde la tele. Quiero que este deporte siga siendo, en esencia, el mismo deporte. Con sus cambios, sus mejoras, su modificar. Pero el mismo. Y eso no pinta bien.
Es la crónica de una muerte que llega. Y no me importa ser Casandra, pero no me falten al respeto llamándome tonto. Las bicis. Ah, primera llegada en alto. En Montevergine. En el Monte Sirino. Gran Sasso, Abetone. Tagliacozzo. Qué importa, me sé este asunto de memoria. Recorrido interesante, setecientos mil metros de desnivel, rampas escondidas al treinta y tres por ciento, trampas para osos, ojo aquí, ojo allá. Que no, que me lo sé. Escapada de temporeros (escapada de esos a quienes no cuidan en caso de parón, para que ustedes me entiendan) cuyo triunfo nos venden como muy posible (no triunfa), ritmo demoledor del equipo de Roglič (pero demoledor en plan "aguantan 180 en el grupo", así que igual no es demoledor), hay paisajes bellísimos (en eso no defrauda nunca Italia), hay valles donde liarla (ojo al valle), hay pasos por pueblines (ojo al paso por el pueblín) y subidas con carretera botosa (ojo a esta subida, que tiene la carretera botosa). En fin, desarrollo menos sorprendente que un capítulo de los Power Rangers. Todos los años lo sabemos, todos los años nos ponemos con ilusión, qué vamos a hacerle.
Un final esperado... y emerge Ayuso
Así que todo para el pancarteo. Terreno Primož Roglič, en resumen. Y allí ataca Ciccone, y luego Bernal (precioso maillot, por cierto), a quien tengo bien poca confianza, pero me encantaría equivocarme. Y después sale Juan Ayuso, sentado como Tadej, y mete sus buenos metros, y a Juan Ayuso no se le veía muy bien en estas primeras jornadas, pero va metiendo distancia como si no costase, y Primož Roglič sufre, porque Primož Roglič es el rey de estas cosas, y Primož Roglič debería estar allí, solito, sin forzarte demasiao, y va saltando de rueda en rueda, pero es imposible. Gana Juan Ayuso, y presenta su candidatura (aun más) a todo en el Giro. También avisamos, sobre esto, que estaba Ayuso para cosas grandes.
🏆 🇪🇸 @juann_ayuso wins in Tagliacozzo!
— Giro d'Italia (@giroditalia) May 16, 2025
🥇 @juann_ayuso (UAD)
🥈 @ISAACDELTOROx1 (UAD)
🥉 @Eganbernal (IGD)#GirodItalia | @frecciarossa_IT pic.twitter.com/kn6QDZy2y8
Hoy, por ejemplo, consiguió la etapa. Sin más trascendencia que eso, pero con toda la trascendencia de eso. Cuatro segundines a un grupo grande, un grupo donde llega su compañero del Toro (que quizá no debió acelerar a última hora, oigan, acercando rivales) y después Egan. Con ellos Primož Roglič (que estaba en su posición soñada, que no pudo salir, que veremos si es un mal día o una revelación), Tiberi, Caruso y Carapaz.
Puede ser sintomático, puede ser un detalle sin mayor recorrido. Pero ahí queda. Roglič recupera la maglia rosa, con Ayuso a cuatro segundos, del Toro a nueve y más dudas que ayer (muchas más dudas que ayer). Este finde, con dos etapas “nerviosucas” (la del sterrato mucho más, obvio) debería quitar alguna careta. Veremos. Las espadas están en todo lo alto. Enhorabuena a Juan Ayuso, y enhorabuena a ustedes, que todavía siguen confiando en este bendito deporte. Ojalá no dejemos que se lo carguen.
Sprints. Bochorno. Pesetazos en los Apeninos. Servidor lleva ya unos años escribiendo para solaz de ustedes sobre esto de la Corsa Rosa. Y, miren, qué quieren que les diga, con los ingredientes que puse antes podía haber usado artículos de otras ediciones mutatis mutandi, porque estos rollos ya los he visto. Pero como me gusta hacer bien mi trabajo, y gozo en el légamo cual Iker Casillas por Instagram, pues para allá que me voy. A las hostias. Porque ustedes han venido para las hostias.