Pogacar confirma que es indestructible, rompe la historia y triunfa en Lieja a lo Street Fighter II
La grandeza de un deportista se mide en los rivales. O se mide, entre otras cosas, en los rivales y, desde luego, lo que está haciendo el ciclista esloveno es de otro planeta
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Sean bienvenidos al trimestre de Tadej Pogacar. Ustedes a Tadej Pogacar esta primavera lo han visto en un montón de sitios. Salió en el musical 'Milán San Remo, ganar es lo de menos' (con libreto de Nacho Cano), presentó la gala 'Flandes, qué hermosa eres' (tocaron Andy y Lucas, fue playback) y ejerció como productor en la peli experimental 'El fontanero, su mujer y van der Poel por Roubaix'. Que ha hecho de todo, vaya, variado y siempre delante. También por las Ardenas, asoma, con lo de la clásica esa con cerveza, con lo de la pachanga de Huy, qué susto. Y ahora vuelve aquí. A la Decana.
La grandeza de un deportista se mide en los rivales. O se mide, entre otras cosas, en los rivales. Y vean que en este bendito tiempo coinciden algunos paisanos que podríamos llamar fácilmente cocos de generación, y que entran en grupos rollo los mejores de siempre en. Van der Poel, verbigracia, es un clasicómano nivel Gotha y terminará su carrera, arriesgo, como el mejor palmarés que jamás haya habido en los pedruscos. Evenepoel tiene un par de Liejas, un Mundial y los Juegos, siempre en percorsos tipo Ardenas, con una forma de moverse, una ambición y una efectividad que son, también, casi inéditos. Casi. Pero es que luego llega julio y está Jonas Vingegaard. Y no hay tanta gente con dos Tours y dos segundos, y no hay tanta gente que haya dominado la Grande Boucle en cuestas como ha hecho este ciclista. Vamos, que te sale un puñado en ciento y pico ediciones. Generacional, sí. Histórico, también.
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Pues bien, contra todos estos combate, casi cada siete días, Tadej Pogacar. Y viene haciéndolo, además, en terreno contrario. Porque es Van der Poel rival menor en Ardenas, es Evenepoel falible en Pirineos, es Vingegaard... bueno, en fin, Vingegaard es que solo va a lo suyo. Allí sería fácil derrotarlos, lanzar mensajes, pasear maillots de forma oportunista, demagógica. Y no. Vamos a por Van der Poel en Flandes (check) y hasta nos atrevemos con las Hilaturas (duelo épico, ya saben, recuerden). Y a Evenepoel le ponemos desafío por Ardenas, y buscamos el KO en Amstel, y nos pillan, y luego lo abrasamos en Huy, y venimos hasta la mismísima Valonia para dirimir asuntos, y no hay ni asuntos, porque no dejamos que salgan asuntos. Y con Vingegaard... ahí está el Ventoux, esperando, como estuvo Restefonds o Galibier. Retar a los mejores (a los mejores de muchos años, a los mejores, quién sabe, de siempre) en su territorio predilecto. Y ganar. O ganar mientras se pierde, como en la Via Roma, como en Arenberg. No hagan caso de lo que digan algunos alechugados de la televisión, gente sin nociones y ancladas en un ciclismo que, afortunadamente, ya no existe... Ellos cuentan que las Clásicas de Tadej no son éxito absoluto hasta hoy, porque ha perdido bastante, porque Mathieu le cepilló dos Monumentos. No hagan caso de esa gente, porque viven en la negación y el egocentrismo.
La Primavera de Pogacar era, ya antes de La Redoute, un éxito absoluto. Un éxito histórico. Un currículum que estudiaremo, dentro de medio siglo, con admiración e idolatría. Pero es que, además, llegó La Redoute.
Miren, La Redoute es cota legendaria en Lieja. Es cota legendaria en Monumento legendario, imaginen. Por La Redoute han pasado los más grandes, en La Redoute se midieron gónadas, verbigracia, Frank y Bartoli en aquella Lieja que todos ustedes han visto mil veces en el ordenador. Pero, ojo... aquel día se decide el asunto más cerquita, por San Nicolás. Como después, y después, y después. Y, a veces, incluso, a cien metros, en un párking de supermercado, porque menudo ciclismo nos tocó chupar, amigos... Y ahora, en cambio... Miren, La Redoute está a treinta y cinco kilómetros. Solo desgaste, decían. Imposible desde ahí, nos dijeron. Como mucho lo de Andy en la Roca, y ya, aseguraban. Y, mira, pues no. Evenepoel y Tadej, ambos, inician sus éxitos en La Redoute. No un marciano, sino la parejita. Así que ahora te pones Lieja desde antes de la última hora con mucho interés, no como cuando estaban Purito y Dani Moreno pastoreando entre casas.
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Porque también, decíamos, lo hizo Remco. Y lo repitió en muchos otros sitios. Y todos hablaban, todos elucubraban, sobre el obstáculo enorme que podría ser Evenepoel en Ardenas. Un lustro, sí, esperando duelo de tú a tú, que nos lo habían hurtado los azares. Al final, pues poca cosa, porque no estuvo a la altura, y se le vio desdibujado y corría raro. No sabría yo decirles la razón, pero no creo que sea este su punto máximo en Lieja. Vamos, que no lo es, ya darán excusas. Pero, mientras llegamos a ello, Tadej sigue dominando. Porque, sí, sucede.
Sucede. Otra vez. Ataca en lo más duro de La Redoute. Detrás vienen Alaphilippe (no estaba muerto, estaba de parranda), Pidcock, Ciccone... Anda también por ahí Ben Healy, con ese aspecto que me trae siempre de haber salido ayer (de haber salido hasta tarde, hasta muy tarde, y haberlo hecho genial, y haberse despertado en cama ajena, ahí va, que hoy corro un Monumento, sí, me llamas, ¿no te di mi número?). Digamos que Pogacar parece no estar tan fresco, no estar tan pletórico como, no sé, en Flandes. O en San Remo. O en Roubaix. Es que Pogacar lleva a estos niveles desde que Francis Cabello ganaba la Vuelta a Andalucía. Pero, aun así, hace lo que debe. Redoute y castañazo. Si no tengo tantas magias como en de Ronde (sí hay hadokens pero no shoryukens) intento un game over, intentó jugar con mis fuerzas y con sus dudas. Y eso, también, le hace grande.
Detrás termina uniéndose la extraña pareja de Pidcock y Healy, que es como si el movidas del insti sale de parranda con el fan de Bob Marley, ya saben a qué me refiero. Y la cosa es que Tadej les abre, pero no les abre en plan grande. Y Evenepoel corre tirando a ausente, y viene Ala, y Giulio, y siguen a diez segundines, y todos pensando en Amstel, pero es que Amstel fue Amstel... Hadoken y perfect.
Porque sabe Pogacar, que tras coronar La Redoute, hay terreno rompepiernas. Ni bajar, ni llanear, ni subir. Esos sitios donde no encuentras desarrollo, donde llevas menos revoluciones de las que debes, donde, en suma, se hacen distancias. Más si vas solo, porque no vigilas a nadie. Cincuenta segundos. El día que su ataque pareció más humano, la carrera terminó como siempre.
Y es que, encima, por detrás, entran ciento y la madre. Y eso, en contra de lo que ustedes pudieran pensar, provoca más miradas que colaboración. Así que terminan entendiéndose Healy y Ciccone, que son dos buenos ciclistas, pero dos no tan buenos ciclistas como los buenos ciclistas que tenemos en esta época de buenos ciclistas. Hace años, idolazos. Ahora, tíos simpáticos de rendimiento interesante, llamados a X aldabonazos chiquitos y alguno de espesor. Pero hasta ahí. Y no pasa nada. Lo anormal, a niveles historia del ciclismo, era Gerrans, por decirlo suave.
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Alza los brazos Tadej en Lieja, sigue sumando en su lucha contra las estadísticas, los agoreros y el imposible. Le toca, ahora, descanso hasta la Grande Boucle o adyacentes, que bien ganado es. Detrás hay esprint larguísimo, agónico, esprint de esos que hacen dos tíos que no se ven nunca por esprints. Plata será Ciccone, tercero es Ben Healy, que mueve la bici como si Abdoujaparov se disfrazase de Paco Mancebo. Buen resultado para ambos. Imposible ir más allá.
Bien, volvamos al principio y, ya contando Lieja, hagamos recapitulación. Es, hoy, Tadej Pogacar podio vigente en los Cinco Monumentos, algo que solo habían logrado antes Eddy Merckx y Sean Kelly. Si suman el Mundial, ya solo queda el belga (si suman el doblete Giro y Tour... pues también, porque Eddy es inevitable, como Thanos). Reúne, Tadej, nueve Monumentos, igual que Girardengo, Coppi y Kelly. Deshace empate con Van der Poel, además, que es su auténtico rival histórico, porque estos dos tíos corren para el Gotha. Pueden perder contra algún ciclista (tampoco muchos) pero es que esos tampoco muchos amasan palmarés, mientras Van der Poel y Pogacar dibujan leyendas. Con estos nueve Monumentos se le quedan a Tadej, por delante, solo dos instituciones: Roger de Vlaeminck y Thanos. No es que sea algo destacable en nuestro tiempo, es que estamos coqueteando con los cenits de siempre. Por contextualizarles... desde 1989 a 2020 ningún ganador de la Grande Boucle había olido Monumento. Ninguno, ni uno. Y, ahora, ya ven.
Ah, suma tres Liejas. Solo Valverde, Argentin y el hijo de Mentor tienen más. En septiembre cumple veintisiete años, la edad con la que Miguel conquistó su primer Tour. Yo ya no sé cómo contárselo. Hemos asistido, sin duda, a la mejor primavera en medio siglo. Por Pogacar y por Van der Poel. Y aún hay quien los critica. Cosa de no creerse, en todos los sentidos. Gloria a ellos y gloria a quien quiera seguir su estela. Y que no les tomen por tontos, disfruten de este tiempo. Háganme caso, yo los he vivido mucho peores.
Sean bienvenidos al trimestre de Tadej Pogacar. Ustedes a Tadej Pogacar esta primavera lo han visto en un montón de sitios. Salió en el musical 'Milán San Remo, ganar es lo de menos' (con libreto de Nacho Cano), presentó la gala 'Flandes, qué hermosa eres' (tocaron Andy y Lucas, fue playback) y ejerció como productor en la peli experimental 'El fontanero, su mujer y van der Poel por Roubaix'. Que ha hecho de todo, vaya, variado y siempre delante. También por las Ardenas, asoma, con lo de la clásica esa con cerveza, con lo de la pachanga de Huy, qué susto. Y ahora vuelve aquí. A la Decana.