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El desafío imposible del ciclismo en 2025: una rivalidad crónica para mejorar lo inmejorable
Tadej Pogačar y Jonas Vingegaard protagonizarán, otro año más, un duelo que mantendrá en vilo a todos. Del desempeño del esloveno depende, en gran parte, la temporada
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Dos días después de que Miguel Ángel diera por terminada la Capilla Sixtina. Tres meses desde que Orson Wells hizo aquello del Ciudadano. La novela tras Moby Dick, el disco posterior a Santa Compaña. Los Bulls que no ganan 72 partidos, Pelé empieza a fallar goles.
Ahí está, sí, Tadej.
Tadej Pogačar.
Porque el 2024 (feliz año, si no nos vimos antes) de Tadej fue, quizá, la mejor temporada de siempre para ciclista alguno. Ese quizá se lo pongo en materia cuantitativa, que en lo cualitativo pocas dudas albergo. Doblete Giro y Tour, Mundial, dos Monumentos, más la Volta, más Strade, más Montreal, más Emilia, más una sensación de invencible que solo recordaba yo a Shaka de Virgo. Vamos, que perfecto, y hubiera sido perfectísimo si van der Poel se abre un poco de patas arriba del Poggio, ya saben...
Y, entonces, qué queda en el futuro. Quiero decir... ¿cómo superar lo que resulta inconcebible, siquiera, pensar en la iguala? Podemos pillar de ejemplo al anterior MVP temporadil de la historia. Ese Merckx de 1972, que quizá hasta supere a Tadej en números, que lo empareja en presas gordas, que sucumbe a la pura sensación. Ese que, doce meses más tarde, trincaba Giro y Vuelta (Vuelta y Giro, entonces), Roubaix, Lieja, Gante, Amstel, Het Volk, las Naciones, Bruselas, Lausana... Vamos, mantuvo pulso, por decirlo fácil.
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Los desafíos de Pogačar
En esas está Tadej. Todo lo que pase en 2025, todas las noticias en un sentido u otro, vendrán de su desempeño. Se lo ha ganado, el acoso y derribo a la historia concluyó satisfactoriamente. La bicicleta gira alrededor de él. Le vélo, c'est moi.
Avanza Tadej a golpe de desafíos, pareciera. Lejos de la idea tan Armstrongiana de acumular silo en un solo predio, gusta Pogačar en variación, en completar colecciones, en ir tachando casillas dentro de su palmarés ya monstruoso. Así que miramos, de forma natural, a los espacios nuevos, los inhollados que decía Whitman. La Vuelta a España, la Milán-San Remo. Tras Vía Roma asomando fuerte, al fondo, Arenberg. ¿Será este año? Yo no descartaría un tiento si sale bien lo de Liguria. Estará Tadej, también, en Flandes, en su retorno al lugar de los hechos, al escenario de su victoria si no más epatante, sí, al menos, más antinatural, lograda frente a una némesis que, hace la década, jamás se hubiera cruzado. Día magno, como acostumbra. E, incluso, mirando a muchos meses, está el Mundial de Kigali... que será especial, que será distinto, que sube el Muro, que va a dejar imágenes de esas que cuentas a los chavales (creo, y espero). Sería otro aldabonazo de impresión, otro zarandeo al Gotha. Quién puede decir, tras 2024, que no es favorito absoluto Pogačar...
Más luego, claro, el Tour. Que es lo más importante, que es lo que ve más gente. Se pondría allí, el esloveno, con cuatro victorias, siendo el primer ciclista de seriedad probada con cuatro victorias francesas (excluimos el póker del repóker, obvio). Si atendemos a los últimos años (si atendemos a lo esperable, que es mucho atender) el máximo rival sería Jonas Vingegaard. Vingegaard, que coqueteó con el rosa pero finalmente va fresco al Tour. Vingegaard, que hace solo (espera, que cuento) dieciséis meses masacró a Pogačar en Francia de una forma que hubiera enorgullecido al bueno de Donatien Alphonse. Cuánto ha pasado desde entonces, y qué frágil la memoria.
El Tour 2024 de Vingegaard fue, con frialdad, tan increíble como el de Tadej. En términos puramente atléticos, hablo. Por el piñazo en Itzulia, por esa recuperación de la que sabemos poco, tan hermética (perfectamente respetable), pero que debió ser larga. Y, después, va el tío al Hexágono y se muestra peleón 14 días, y bate sus marcas anteriores de potencia (lo que puede significar algo, o no, porque muchas veces tenemos fe ciega en estos asuntos sin analizar contextos), y queda en pódium, y rinde mucho más de lo que servidor, por ejemplo, creía posible. Así que... la calidad está, la mentalidad está, los antecedentes están, falta por ver si puede Vingegaard igualar el salto que, aparentemente, hizo Pogačar. Insisto, analicen el julio francés... No planteamos ilógicos...
Tadej Pogacar has decided his 2nd Grand Tour and with no surprises it will be #LaVuelta25
— La Flamme Rouge (@laflammerouge16) January 31, 2025
Official communication will be published by the team in the next dayshttps://t.co/mFAOX7iDeY
El nivel de Roglič
Mucho tendrán que decir, en esa guerra, sus respectivas escuadras. Lo que puedan, qué límites alcancen. Los compañeros de Vingegaard ya no son aquel aluvión que dejó sin aire a Tadej subiendo Galibier... No están algunos, otros llevan un año de caída en caída (ese van Aert, ese van Baarle), Cian engorda cuando corre en bici (lo juro) y los nuevos no acaban de pegar el estirón (salvo Jorgenson). Veremos cómo encaja Yates (Simon) y cómo funciona el asunto En el equipo de Pogačar tienen otros problemas distintos... sobreabundancia de líderes muy jóvenes, jetas muy bregaos y poca mano firme, pareciera, a veces. Pasó en La Cipresa, y Tadej eliminó problemas mayores durante el resto del año por vía de anticipación. Cuando eres tan superior, el equipo aplaude. Habremos de ver qué ocurre si la cosa está más cerrada...
Por debajo... pues la nada. A ver, la nada... hay dos ciclistas con dimensión histórica, dos que saldrán en recuerdos grandes dentro de veinte años, imágenes en tu retina. Pero parecen tan lejos de Pogačar y Jonas... Primož Roglič, por ejemplo, sostiene el debate sobre "mejor palmarés de siempre entre Vueltómanos sin Tour", pero esa espina no parece poder quitársela ya. Vuelve al Giro, a repetir, y es muestra de calendario con inteligencia y mesura. A mí nunca me ha matado Roglič, al que considero último reducto de una época y sus maneras, pero el tío se hace querer... y gana mogollón. Como Remco Evenepoel. Bueno, Remco gana más y se hace querer (generalmente) menos, pero ya saben. Dio un salto grandísimo en el Tour del año pasado... un salto que le dejaba a diez minutos de Tadej, también te digo. Ahora, con crono vergonzante, ya me dirás tú dónde lima todo ese ratuco... Ha tenido percance este invierno (lo han atropellado, oigan, que es importante decirlo, que así visibilizamos), y parece ir más retrasado el asunto de recuperar respecto a lo que debiera, así que, por ahora, incógnita. Lo bueno de Remco es que su campo de acción es tan amplio que algo gordo (algo gordísimo) trinca seguro...
Con Mathieu puedes repetir la frase. La segunda parte, digo, lo de pillar victoria de espesor, porque en cuanto a la primera... Van der Poel cada vez corre menos, cada vez se esfuerza en menos sitios, pero... cada vez tiene el punto de mira más afinado. Lejos queda el corredor de hace un lustro, el de las pájaras y el champagne, el que buscaba límites cuesta arriba y derrochaba vatios como otros derrochan cuentas corrientes. Hoy Mathieu maduró, y la madurez le ha traído, como a todos (bueno, a casi todos, ejem), sosiego y astucia. Estará delante en las piedras y en las Clásicas que él desee por debajo de los tres mil metros de acumulado. Ah, y De Ronde, su duelo con Pogačar, puede ser lo más grande del año.
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Los trucos de Pedersen
(Julio también puede ser lo más grande del año, cuando sea el duelo de Vingegaard con Pogačar. O Ruanda, cuando sea el duelo de Evenepoel con Pogačar. Lo que habla mucho, y muy claro, sobre Pogačar).
Otrosi: Apunten, en piedras, a Pedersen... yo creo que ya le va tocando trincar algo cuco después del Mundial...
¿Y los españoles? Pues muy bien, gracias. Nah, en serio... año curioso. Ilusionante por un lado, posible hostión en los morros por el de más allá. Miren, ejemplo, a Juan Ayuso. Que lo mandan al Giro, para que no sucedan cosas como las de más arriba de Lautaret. Que completó un 2024 bueno en currículum, parco en evoluciones. Que deja dudas con aspectos tácticos y de disciplina, vale, pero también sobre los meramente atléticos, pocos días de relumbrón donde saque ventaja a los demás. Que tiene, en Italia, una buena piedra de toque cara al futuro. Que le mandan allí con del Toro, quién sabe si en plan ayuda o castigo. Veremos, ese mayo de Ayuso es una de las cosas que voy a mirar con más atención.
Como el julio de Carlos Rodríguez. Otro que estuvo hace 12 meses sí, pero no. Resultados correctísimos para su edad, alguna victoria gruesa, la decepción en Grande Boucle. Ahora tiene un gran equipo solo para él... pero es un gran equipo con más fisuras que un barco diseñado por Paquirrín. Cuidado, porque esas situaciones son armas de doble filo...
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La espera a Carlos Rodríguez
En Movistar va todo tranquilote, como son ellos. En fin, no esperarías que Txente iniciara el golpe republicano en Jaca, ¿no? Y eso, a fiarse de Enric Mas (otra vez con un calendario erróneo, esquivando la Corsa Rosa, marchando de cráneo hacia el muro francés), y ver cómo evoluciona Pablo Castrillo, que es fichaje estrella (quién lo hubiera pensado en agosto, ¿eh?). Tengo curiosidad grande por ver cómo orientan el futuro del chico, porque allí lo mismo le ponen a puestometrearte top tens por vueltas medianas, que ya nos sabemos el rollo... Y, siendo sinceros... mira, esta Castrillo en edades de buscar límites, con un equipo grande alrededor, con confianza, con nuevos medios... Sería (será) una pena perder a semejante tsunami en la disputa de etapas, pero meteré menos hostias de las que ustedes esperan, en su caso. Porque yo también tengo ese "y si..." en la cabeza.
Último apunte sobre el pelotón español (extensible al mundial)... lo prontito que pasan ahora a pros. Chavales que no son ni veinteañeros, peña que viene sin afeitarse las patas porque aun no les crecieron cañones allí. Esto, hace poco, era impensable, y hoy lo estamos normalizando. Aquí destaca mogollón, por los apellidos sonantes (Freire, Beloki, Noval), pero son árboles que impiden ver el bosque... Se llega a pros con pocos años, se llega a pros con poco rodaje, se llega a pros con poca experiencia, con pocas gymkanas, con poco "oficio"... y con las ambiciones propias de quien aun no cumplió veintenas. Nos hacemos muchas pajas sobre seguridad, invenciones de la rueda y bomberos-toreros, cuando quizá deberíamos comenzar por la base, en todos los sentidos...
¿Más cosas? Pues detalles. Algunos que a mí me vuelven loco, en el buen sentido. Que ciertos líderes (pongan cuantas comillas deseen) busquen abrevar lejos de las escuadras punteras. Lo vemos con Tom Pidcock, también con Alaphilippe o Hirschi. Me retrotrae a tiempos pasados, tiempos en que no teníamos bipartidismos en las bicis, tiempos en los que había jerarquías grandes, siempre las hubo, pero luego tenías repartidos en diferentes maillots a paisanos que podían dar sustos en cualquier etapa tonta. Bien por ellos, habrá que ver cómo sale su apuesta.
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Como habrá que ver la apuesta del Mundial en Ruanda, el Mundial en África, el Mundial entre las mil colinas. Tendrá ambiente, tendrá ganas, tendrá un recorrido increíble, tendrá un aire único, tendrá imágenes que van a ver ustedes repetidas dentro de 20 o 30 años. Dicho de otra forma... éxito (casi) fijo, salvo que algunas de las vedettes se pongan en plan folclóricas venidas a menos, diciendo que si lejísimos, que si malaria, que si mierdas (luego, fuera de temporada, bien que se sacan fotos de sus vacaciones por sitios así). Al menos en Ruanda habrá un recorrido digno, porque en la Vuelta a España... en fin. Pero eso se lo contaré en la Vuelta a España, si Mikel Landa quiere...
Porque de Mikel prefiero ni hablar, cara a 2025, no vaya a gafarle.
Y eso, señores. Que estamos en el mejor mes de las bicis... Hay Cx, sí, pero sobre todo hay ganas de que empiece el asunto. Y todo, todo, son días de diversión y jolgorio. Ya vendrá luego la realidad (y Adam Hansen) a jodernos el tema.
Pero, hoy por hoy... qué pintaza este 2025.
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