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Acero y marchas retro, la cuna oculta de bicicletas artesanas: "Somos más arte que industria"
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UN LUGAR PARA AFICIONADOS

Acero y marchas retro, la cuna oculta de bicicletas artesanas: "Somos más arte que industria"

Se trata de un pequeño local de Santander en el que suena Bob Marley en plena faena. Allí los creadores muestran sus bicis artesanas que luego se venden en Suiza o Estados Unidos

Foto: Ciclistas arreglan sus bicicletas. (EFE/Fernando Ruiz)
Ciclistas arreglan sus bicicletas. (EFE/Fernando Ruiz)

Suena música rock, porque en estos asuntos siempre suena música rock.

(Angus Young se ha comprado un castillo en Escocia solo con los royalties del Highway to Hell en marchas cicloturistas).

Digamos que el sitio hace honor a su nombre. La Pindia, se llama, y hostia... No veas qué jadeares, no ves qué de sudar. Tú puedes aparcar más cerca o más lejos, pero (casi) siempre te comes cuestas con pendientes tipo Angliru, porque Santander es de esas ciudades donde solo pasean pijos por el paseo de la mar... el resto trepa hasta sus pisucos o hasta la tienda de bicis...

Hay hoy, en La Pindia, muchas. Bicis, digo, muchas. Preciosas, chic, robustez con clase.

De acero.

Habrá unas 20 bicis. Venta, exposición propia, algunas cosucas que traen artesanos de fuera. Son todas de acero, algunas con toque y líneas clásicas, sin adorno alguno. Hay una de color azul con manillar recto, con pedal libre, con aire a lo Maurice Garin. Pero también encuentras, si alzas un poco vista, una Colnago. Y otras con aire de manualidad, última tecnología, fusión de antiguo y sofisticación, como meter todas las comodidades a un Citröen DS (si me quieren mucho, pero mucho, mucho, regálenme un Citröen DS).

Foto: El 'keirin', una modalidad ciclista muy extendida. (Paul Keller)

Una tienda acogedora

El local tiene ese punto de artesanía modernizada, ese toque cool, cosmopolita, de quien aprecia las cosas por lo que son y por cómo se hacen. El anti-multinacional ciclístico, para entendernos. Hay, por ejemplo, mil herramientas distintas. Las multiallen con su cabeza de ángulos, los sacabandas, llaves inglesas, pequeñas pinzas con los que hacer operaciones a corazón abierto. Todo ordenadísimo en espacio chico, abigarrado con metales y gomas, uno donde cuelgan cámaras a medio reparar y como 100 cubiertas de cualquier tipo (cubiertas con tacos, sin tacos, anchas, finas, cubiertas con cero dibujo, cubiertas como si las hubiera arañado el gato Micifú). Suena, ahora, Bob Marley (no todo es Bon Scott en el mundo ciclista) y hay trocitos de chocolate sobre un plato para que usted se sirva a capricho. Chocolate de comer, no piensen que lo de Bob Marley iba con segundas. Además, el chocolate de comer es cosa muy de ciclistas, anda que no nos ha salvado de pajarones gordos el chocolate de comer.

Vamos, que lugar acogedor.

Hoy se reúnen, aquí, media docena de artesanos para mostrar sus creaciones. Creaciones de bicis, todas con cuadros de acero, todas con un toque de limpieza modernizá. Delicia si te gustan estos asuntos, oigan.

Delicia.

placeholder Las bicicletas son muy demandadas en Santander. (EFE/Javier Lizón)
Las bicicletas son muy demandadas en Santander. (EFE/Javier Lizón)

Un inicio a raíz de una afición

A Tomás le llaman, todos, Tomy. Tomy Salmón. La Pindia fue su idea, un espacio donde compartir pasiones, donde encontrarse y encontrarnos, donde ayudar a la gente para que aprenda cómo arreglar este reventón o cómo cambiar aquella cubierta. Ciclismo urbanita, sobre todo, pero más ciclismo.

Porque Tomy también es artesano. Del acero, del metal. Como los antiguos maestros en calderería, solo que centrado en dos ruedas, un cuadro, tijas, manillares.

Bicis.

"Empecé por 2015", me dice. Fue haciendo mecánica por afición. Ocurre que cada vez aprendes cosas nuevas, perfeccionas, y miras el siguiente paso. Y el siguiente paso es un cuadro de bicis. Así que se fue donde un maestro, casi leyenda. Arregui Velázquez, su nombre. Curso de una semana, en la que debes construirte tu propia máquina. Así, como suena. Cada cuadro, para que ponderen asunto, lleva entre cincuenta y sesenta horas de labor. Sumen tijas, bielas, todas las demás partes...

Desafío.

Que quiso compartir con otros. Siempre acero, siempre el mismo material. Compra las tuberías en Italia, al fabricante Columbus. Oye, Tomy, ¿y por qué una bici de acero? Él sonríe.

Ay, el acero.

Foto: Vingegaard, durante una de las etapas de la Vuelta al País Vasco. (Europa Press/Laurent Lairys)

El uso de bicicletas clásicas

Hay un libro de Robert Penn, que se titula La bici lo es todo: la búsqueda de la felicidad sobre ruedas (traducción de Lucía Barahona, Capitán Swing, 2018), donde tratan de estos asuntos. Con sentido del humor y pelín de mala leche, añado. Básicamente trata sobre la compra de una bici por parte del típico madurito inglés con pasta. Profesión liberal, toque cool, queremos que nos miren pero no mucho, seguro que saben de lo que hablo. El tío viaja por todo el mundo (¿he dicho que tiene pasta?) para conseguir el componente perfecto, el detalle diferenciador.

Cuadro y horquilla las hace, claro, de acero.

Claro.

Modernidad clásica.

Perfecta, pues, para lo retro. Para el ciclismo retro. Igual ustedes no saben de qué les hablo, así que breve definición... Dícese de ciclismo retro toda aquella marcha cicloturista o ciclodeportiva donde los participantes deben usar bicicletas clásicas. Qué es y qué no es una bicicleta clásica lo decide cada organizador, pero, para que se hagan idea, aparecen por allí cables llegando hasta las manetas del freno, desarrollos hoy imposibles y manetas de cambio no indexadas. Ah, y cuadros de acero, cómo no, todo son cuadros de acero.

"Fue allá por 1998 o 1999. Vi un reportaje en una revista española de ciclismo. Pensé en apuntarme algún año con mi hermano, pero lo fuimos dejando", me cuenta José Gutiérrez. José es un (feliz) jubilado de la enseñanza y la universidad, una persona con mil historias para contarte y uno de los tipos más curiosos ("curioso" como "sediento de saber") que yo jamás haya conocido, Por tener tiene hasta un blog (busquen "randoneur" en su guguel) donde habla de historias, de literatura, de patinaje, esquí o bicis clásicas. Porque José es, también, un chiflado de las machas retro, alguien que ha recorrido media Europa sobre bicis metálicas... Continúa. "Luego, unos 10 años después, viajando por Italia me enamoré de las bicis cotidianas que utilizaban los vecinos, y al regresar me puse a restaurar las mías viejas. Al buscar piezas e ideas por Internet, di, en 2012, con el Gran Premio Canal de Castilla, y me apunté. Fue mi primera marcha retro. Cuando cumplí cincuenta años, en 2013, dije en casa que no quería fiestas sorpresa ni nada de eso, sino un permiso para viajar a marchas retro todo el año. Al final fueron varios años, claro, y cincuentena de marchas por nueve países".

placeholder La afición ciclista es enorme. (EFE/Yoan Valat)
La afición ciclista es enorme. (EFE/Yoan Valat)

La visión de la bicicleta en España

Vamos, que sabe de lo que habla.

Y, oye, qué tipo de gente se apunta a estos saraos... "Yo creo que hay dos perfiles estándar... Quienes hacen únicamente una marcha como algo anecdótico, porque es famosa o porque les queda próxima, y los auténticos aficionados retro que se apuntan a muchas e incluso, cada vez más, acaban organizando sus propias quedadas retro. Entre los últimos hay quienes conforman una pandilla más o menos estable y numerosa, y quienes van más por su cuenta".

Todo un mundo.

Me cuenta, Tomy, sobre el acero. "La mayoría de las bicis que se venden hoy son de carbono, y yo creo que no responden a las necesidades del público en general. Vale, pesan sobre un kilo menos, pero es que eso es casi inapreciable a nivel cicloturista. La geometría también cambia, la misma postura racing es poco útil... estética, si quieres, pero poco útil. El problema es que en España vemos la bici como un instrumento para hacer deporte, mientras que esa filosofía es otra cuando vas a otros países. Míralo así... el carbono es un material como de Fórmula 1, y quienes andan en bici no buscan tales prestaciones. Además, tiene incomodidades. El carbono no flexa, y solo tiene un golpe... Poco útil. El acero, en cambio, es flexible, el acero es más dócil, y el acero es más personalizable. Son, también, bicis silenciosas, bicis con las que desciendes una carretera bacheada, una carretera antigua, y dan sensación de seguridad. El carbono pareciera que se va a romper con tanto crujir". Sonrío, recuerdo mi antigua bici de acero, la que me compró mi padre. Recuerdo la sensación bajando Lunada, la absorción de cada golpe, la fortaleza.

Tiene razón, Tomy.

placeholder Llovió en el paso de la Vuelta por Santander. (Europa Press)
Llovió en el paso de la Vuelta por Santander. (Europa Press)

Un curso en Suiza

"Es que es una bicicleta para toda la vida. Por rendimiento y porque el acero tiene estética atemporal", me dice Pablo. Y luego reincide en lo ya conocido. Que si flexible, que si más cómodo, que si la mayoría no necesitamos un rendimiento top racing. "Yo es que siempre tuve acero", continúa, "porque además no piso el asfalto, y estas máquinas van geniales para sendas y caminos".

Pablo es Pablo Hervás. O BBloque, como su marca en este mundillo. Cicloturista siempre, artesano desde 2016. Antes... bueno, antes fue otras cosas. Curró en minas, curró en carreteras, curró con materiales pesados, trabajos de ingeniería, maquinarias. Siempre con sus manos. Creando cosas, sí. Pero, al fondo, la bici. "Yo aprendí con un amigo, en una tienda, él ya hacía estas cosas. Así que casi a huevo. Después hice algo más serio, un curso titulado en el taller de un fabricante suizo. Dos semanas completas allí, entre tubos y gafas de soldador". Desde la pandemia se dedica en exclusiva a crear (fabricar, imaginar, acariciar, mimar) bicis de acero. A veces, también, saca para otros fabricantes, pero lo normal es que tire con proyectos y encargos propios. Bicicletas personalizadas hasta el último detalluco, hasta el último centímetro. Él se ocupa de los cuadros y las horquillas. Siempre en acero inoxidable, claro.

"Cada cuadro me lleva entre 40 y 60 horas, aproximadamente. De trabajo puro y duro unas diez semanas, pero tienes que añadir todo el desarrollo anterior del proyecto, que normalmente es vía mail. Pregunto para qué quiere la bici, cuál es su talla, sus intenciones, incluso sus necesidades o forma de entender el ciclismo. Y, a partir de eso, escogemos unos tubos u otros". Tomy me cuenta una historia similar. "Son seis meses desde el primer contacto por correo electrónico hasta la entrega de la bici, más o menos. Entre medias... pues es que me tiro un trimestre preguntando cosas. Sobre intención, gustos, ideas. O el nombre... yo pregunto al cliente cómo llamará a su bici, porque esta es una bici única, no es algo que haya salido de una fábrica y existan otras mil idénticas. Y, a partir del nombre, intentamos sacar su forma de ser, su personalidad".

placeholder Las ventas también se hacen en Suiza. (EFE/Biel Aliño)
Las ventas también se hacen en Suiza. (EFE/Biel Aliño)

Los clientes de Pablo

Oye, Pablo... pero eso suena a pasta, ¿no? Él sonríe. "Normalmente son bicis que compra quien tiene un nivel adquisitivo alto, también el que quiere poseer una pieza a su gusto, exclusiva. Hombres, mediana edad, extranjeros, yo vendo a Suiza, a Portugal, a Irlanda... incluso Estados Unidos, para Portland salió una máquina". Lo miro, en silencio, para que continúe. "Vale, a partir de unos 2.500 euros entre cuadro y horquilla. Pero luego tienes que montar la bici, y cuando te haces los tubos a capricho, completamente personalizados, no quieres completar con lo más barato que hay, buscas una excelencia. Ah, y suma pintar, la pintura es una cosa cara, muy cara". Miro una de sus bicis, que está expuesta ante nuestros ojos. Es fuerte pero delicada, es algo que verías en un catálogo de modas, pero también en mitad del monte, a toda velocidad. Tiene plato de treinta y seis dientes, coronas que van del nueve al treinta. Rosa y gris, degradada con efecto splatter, estética muy de grafiti.

¿Un hobby caro, entonces? José matiza. "Depende de cómo te lo quieras tomar. Si eres un caprichoso y quieres la bici que utilizó algún corredor famoso o una joya de principios de siglo prepara una fortuna. Luego tienes variedad de precios amplísima hasta llegar al otro extremo, que es encontrar una bici que alguien te regala porque le ocupa sitio en casa y es muy vieja. Con los maillots pasa parecido, pero en menos dinero. El problema reside más en si te va a picar el gusanillo coleccionista o no. Preparar una buena bicicleta retro que te sirva para cualquier marcha puede ser muy barato, pero como empieces a coleccionar bicicletas y tengas sitio donde guardarlas... puede que no pares nunca y acabes gastándote una fortuna. He conocido bastantes casos".

Tomy tampoco hace pintura, porque ese es otro tipo de artesanos. "Sí, nosotros somos más arte que Industria, si quieres llamarlo así". Contemplo una de sus bicis. Color gris que azulea, vainas finísimas, toque moderno con aire robusto. "Esta es la que hice a mi chica, es una bicicleta-vaca tudanca. Fíjate, fíjate", y me enseña la foto que inspira proyecto, una vacuca tudanca en mitad del prao. Miro la imagen, miro la bici. Hostias, sí que se parecen, tú. Hasta en el detalle definitivo.

placeholder Las bicicletas retro continúan de moda. (EFE/Javier Lizón)
Las bicicletas retro continúan de moda. (EFE/Javier Lizón)

Las diferentes compras posibles

También la bici trae campano.

Vuelvo con José, le pregunto si es habitual comprar la bici o si los fanáticos de las marchas "retro" gustan de mancharse manucas y componerlas ellos mismos, pieza a pieza. "Pues depende. Quien llega a esto sin mucha experiencia ciclista tiende a buscar una bicicleta completa. Los que se consideran manitas y les gusta el trastear y la mecánica, van acumulando piezas y acaban montando la máquina que habían proyectado. Pero tampoco hacen ascos a una bici completa si es atractiva, de calidad y barata o regalada".

Y esto, este tema del acero, esta industria... ¿qué futuro le veis? Pablo me cuenta que él imparte la asignatura de Introducción al Diseño y Construcción de Bicicletas en la Escuela Superior de Diseño de Madrid, que es asignatura de cuarto curso. Así que algo de interés hay. "En España cada vez más, sí, pero aun estamos lejos de sitios como Inglaterra, Francia, Alemania o Estados Unidos. Mira, yo trabajo con distintas marcas europeas y americanas de cuadros, e incluso hacemos cosas con tuberías kaisei, que son las que se usan para las bicicletas de keirin en Japón". Tomy acota. "En España habrá media docena de personas dedicándose a esto, quizá unos diez. Aquí tienes a algunos, a Pablo, a Norbert Norka, que vive en Bilbao y solo hace bicis con racores, esos detalles".

También las marchas cicloturistas de carácter retro encuentran hábitat más afín allende fronteras. "Las referencias son dos", dice José. "En primer lugar Italia, con la marcha más famosa de todas, l'Eroica, y un calendario anual de eventos por todo el país". Esa eroica de la que me habla José nació en Giaole in Chianti, Toscana allá por 1997. Fueron noventa y tres participantes. Hoy lleva más de siete mil solo en el evento primigenio, y han abierto sucursal por Cuba, Japón, Alemania o España. "Después está Francia, con menos calendario, pero el evento, en mi opinión, más grande, auténtico y divertido de todos: la Anjou Velo Vintage. En España hubo un tímido proyecto de organizar un calendario con todas, pero los organizadores no se pusieron de acuerdo. Algunos de ellos van muy a lo suyo, mirado únicamente hacia su evento, tomándoselo como un pequeño negocio o, en otros casos, como una fiesta ciclista propia sin fines lucrativos. Una lástima, de haberse organizado bien, creo que hubiera funcionado a lo grande".

Foto: Ilkhan Dostiyev, suspendido tras dar positivo por CERA. (UCI)

El futuro de las marchas retro y clásicas

"Por eso vendemos casi todo fuera", me dirá Pablo, reflexionando sobre sus clientes y su filosofía. "Pero es cosa de mentalidad, y eso cambia", concluye.

Hay, junto a él, una máquina con manillar y sillín de acero, la bici que se compraría Rob Halford. Fuera corretea un corgi.

Todo es mejor cuando ves corgis.

José no es tan optimista en cuanto al futuro de las marchas retro o clásicas. Me dice que antes sí, que antes lo veía ir para arriba en cuanto a implantación, pero que ahora tiene serias dudas al respecto. "Creo que se ha estancado o quizás, incluso, puede que esté perdiendo fuerza. Lo achaco a varias causas muy diferentes, pero sería demasiado largo de explicar".

Es, todo esto, la filosofía cycling slow. Una que va desembarcando, con sus tirones y sus frenos, con su irregularidad y sus dificultades, por España.

Suena, ahora, Free Bird, de Lynynrd Skynyrd.

Creo que pega fenomenal con el ambiente.

Suena música rock, porque en estos asuntos siempre suena música rock.

El Confidencial
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