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Tadej Pogačar se exhibe en el Mundial de Zurich y completa su año perfecto
El campeón esloveno, después de un año de triunfos, dominó el Mundial de ciclismo atacando a 100 kilómetros de meta. Una exhibición que queda para el recuerdo colectivo
Abusamos mucho del término “histórico”.
Mucho.
Culpa tiene, creo, el tema de las redes sociales, el estar exponiéndonos a cada minuto. Culpa tiene, también, toda la mierda del clickbait, que convierte el periodismo es excremento de olor penetrantísimo. “El histórico gesto de Pepito”, y es Pepito dándole su bidón a un niño. “La histórica odisea de Juanita”, y es Juanita sacando un córner con los cordones desataos. “La histórica fotografía de este exjugador de Mallorca y Cádiz leyendo un libro”... bueno, eso sí es histórico.
Pero, por lo general, se abusa.
Pues bien, hoy Tadej Pogačar corría para hacer historia. No, para hacer Historia, así, en mayúsculas. Y sé lo que dije antes, pero es que... ¿Pocas palabras? Sale en Zurich el esloveno con aspiraciones, si gana, de completarte la que, objetivamente, podría ser mejor temporada del ciclismo. Mejor temporada de siempre. Ganando, sí, a Merckx. Al Merckx del 72, con su doblete (de Grandes) y su triplete (de Monumentos). En esas andamos, fíjense. Cara a cara con el destino.
Y, joder... salió aun mejor. ¿Querían algo histórico? Pues tuvieron algo histórico. No podía ser de otra manera. Nunca nadie, ningún campeón eterno, dominó así un Mundial.
Nunca.
Ni Sallanches, ni Eddy, ni La Crespera, ni nada.
Nunca.
Reflexionen.
La historia fue serie B hasta que quiso Tadej y superproducción de Hollywood desde entonces. Primero las típicas fugas iniciales con gente de Cimmeria, de Tatooine y de Dorne. No estuvo, allí, la atracción de estos días previos, el representante de Ciudad del Vaticano, que ha chupao muchas más entrevistas de las que merece por exótico, por intrascendente y por absolutamente friki (me refiero al ciclista, no me busquen movidones). No entró, tampoco, ningún español. Ni en este primer corte (el de los exotismos), ni en ninguno más tarde (y los hubo de espesor). No entró, y luego pasamos de probar soluciones tácticas... yo qué sé. No parece ayudar mucho la figura del seleccionador, pelín alejado de Sun Tzu, por decirlo suavemente. Pelín alejado de Sun Tzu, de Miguel Ángel Lotina y de Fernando Hierro en el Mundial ruso. Números cantan, y aquí desafinaron mogollón. Igual había que pensarse algo, creo...
(Sí, después Roger Adriá y Enric Mas, pero analicen movimientos, o no movimientos, y actitudes. Analicen estructura. No se queden en los números, aunque los números sigan cantando).
Porque tampoco entraron en la escapada-que-provocó-todo. El clásico movimiento a demasiado de meta, el que no puede ser bueno pero igual regala a alguien medallita. Grupito peligroso, ciclistas de calidad. Segundos espadas, pero de calidad. Suben diferencias, ponen el minuto y medio. ¿Nervios? Quizá, porque a Eslovenia, al gran favorito, se le puede escapar el asunto. No tiene selección, no hay equipiers para perseguir.
Cien a meta, y allá se va el arcoíris.
Aunque...
Cien a meta y... ataque de Tadej. No jodas, cien a meta y ataque de Tadej. Es que es loquísimo todo, macho. Ataque casi de quitar carbonilla, ataque que le aguantan Bagioli y un Quinn Simmons que viene desde Wrestlemania, que va a tener muchos nervios el próximo cinco de noviembre, que prepara una zarigüeya en salsa riquísima. Igual por eso se queda pronto, porque es un sinsentido estar perdiendo fuerzas cuando podrías andar por tuiter colgando memes de Elon et al.
(Tampoco aguanta demasiado Bagioli. Pogačar solo en busca de los escapados).
Bien, apuntes. En el momento pensé que era pronto, muy pronto. Yo siempre digo que Pogačar corre de manera inteligente, porque lo inteligente es llevar las carreras hasta el terreno donde eres el mejor... el mejor que existe. Solo entonces tu diferencial se manifiesta. Es algo que hace Tadej, y es algo con los que muchos no saben competir... Intentar que las pruebas siempre estén de tu lado. Dureza cuando toca, ataque cuando viene. Si hay grupo potencialmente peligroso y no tengo casi equipo... pues arrancada. Pero lo de hoy parece demasiado. Que son cien a meta, tío, que son (aproximadamente) unos ciento cincuenta minutos. Hablamos arriba de Merckx... pero ni siquiera Eddy probó algo así en un Mundial. Tengan en cuenta el dato para su ponderación sobre cómo de histórico es esto que estamos viviendo, este ciclista al que estamos disfrutando.
(Luego que si llegó vacío. Cómo no va a llegar vacío).
Pogačar enlaza con Tratnik justo cuando pasan delante de un lábaru. Qué bonito es, oigan, mi lábaru. En cinco kilómetros ha abierto un hueco de cincuenta segundos. Y después enlazan con los escapados, y él lleva casi el minuto, y detrás hay un DEFCON 2, y va a rueda, solo que no va muy a rueda, porque cuando quedan setenta y ocho (setenta y ocho), en la subida, vuelve Tadej al ataque, y Vervaecke peta, y Sivakov se retuerce, y es acojonante todo, acojonante. Setenta y ocho. Tú sumas todos los kilómetros escapados de algunos “campeones” que hemos tenido hasta hace na y no te salen esos setenta y ocho. Recuerden, vean videos antiguos, escuchen a quién se llamaba “valiente”.
Gloria a Tadej Pogačar.
Detrás se organiza Bélgica, pero Bélgica va quemando peones y tampoco reduce mucho. Los cincuenta segundines, estables. De tal forma que Pogačar va consiguiendo lo que seguramente quería... llevar asunto a un duelo de gallos, un duelo donde siempre sale vencedor. Holanda se mantiene a la expectativa (a Van der Poel no parece convenirle que se corran cuatro mil metros de desnivel a lo loco), España ha parado para comerse un frigopié, Francia bastante rendimiento saca con sus mimbres. Arranca Evenpoel, le siguen a rueda ciento setenta tíos, para Evenepoel, parón general, quizá lo de Pogačar no sea tanto locura como maravilla táctica. Hay que tener piernas para ello, ojo, no piensen lo contrario, pero... igual es maravilla táctica. Voltear todo a tu favor.
Lo que decíamos.
Histórico.
Ah, encima le pasa un poco Sivakov, que comparte maillot con él cincuenta y un semanas al año, y puede trincarse presea con esa colaboración. Pero sobre todo comparte jersey cincuenta y un semanas al año, no se engañen... Aguantó hasta cincuenta del final. Cincuenta del final. En las Liejas de Valverde ni te habías puesto ante el televisor. En los Tour de Armstrong es que pasabas. El Giro de Hesjedal, ¿recuerdan?
Pues eso.
Porque parece todo terminado. Detrás no se entienden, y hay dudas, y hay grupitos, y cada cual hace lo que hace, y van guarda que te guarda, y Evenepoel parece desquiciao, y van der Poel busca selecciones, y, y, y. Delante Pogačar va con todo. Delante, también, se escapan Skujins y Healy, y esos son de los que tampoco se lo piensan, de los que van a meter inquietudes. Y, además, son dos, así que pillarían ambos medalla, premio. Entenderse. Pinta regu para Remco y Mathieu, pinta inmejorable para Tadej.
Que parece sufrir, porque todos sufren, ya que está completando gesta sin parangón. Que mantiene ventajas, que siempre bascula sobre los sesenta, noventa segundos. Por si alguien tiene tentación de pensar en permisividades. No las hubo. Aplasta, domeña, conquista. También, dijimos, sufre. Se le descompone el gesto, asciende en plato pequeño lo que aplastaba en grande. ¿Recortan? Pues muy poquito, porque el resto también gastaron, y en términos agónicos el que es mejor destaca aun más. Si todos entran en crisis, Pogačar sigue exhibiendo... Y, a estas alturas, todos entran en crisis, creo.
Por detrás, por las medallas, se juegan envites. Prueba Hirschi, que tiene patazas (aunque su hype sea excesivo, sí, excesivo), se va Enric Mas para pillarle rueda, Skujins sigue, Healy sigue, Remco y van der Poel no terminan de funcionar.
Ah, Pogačar empieza a pasar de crisis a melocotón. Quince kilometrucos, oiga, pero melocotón. Perfecto, es de justicia que se regale esta victoria absolutamente épica con el rostro demudado, con el pedaleo casi inerte. Es de justicia que sea, por seguir mímesis, Merckx en el Ventoux. Es de justicia. Por momentos, incluso, nos pareció que podían cogerle. Pero había guardao. Apenas le quitaban segundines. Muerto, como llegan, a veces, los más grandes. Muerto. Imperial.
El mejor.
Segundo hace Ben O´Connor, que es un tío gris con resultados, no como otros grises sin resultados. Tercero hace Mathieu van der Poel, cuarto Skujins, quinto Remco Evenepoel. Es sprint agónico, sprint de tíos sentaos, sprint de cuando te van a doler las patas hasta el miércoles.
Espectacular.
Victoria absolutamente legendaria de Tadej Pogačar. Victoria como se han visto poquitas desde que la bici es bici. Victoria que le regala un arcobaleno anual, que nos pone este maillot precioso, este maillot mítico, en lo más alto del Tour, de cualquier gran Clásica, de quién sabe qué. No existen límites para quien tritura los límites mismos. Tiene, con la misma edad, palmarés superado solo por Merckx. Siempre me traje, para compararle, a Hinault. Y, créanme, empieza a quedársele chico Le Blaireau. Lo que nunca pensamos que pudiera ocurrir.
Lo que estamos viendo casi cada día.
Disfruten con Tadej Pogačar, amigos.
Disfruten con el que es uno de los tres o cuatro mejores deportistas del siglo XXI.
Histórico.
Abusamos mucho del término “histórico”.