Groves brilla en Santander; O'Connor mantiene el maillot rojo en la Vuelta a España
El australiano ganó la etapa y se asegura virtualmente el maillot verde. El líder mantiene la roja a falta de tres etapas para llegar al decisivo duelo que se vivirá en Madrid
Hubo un tiempo en que yo fui joven.
Ya ven, se viene la Vuelta a Cantabria y me llegó melancolía.
Y eso, hubo un tiempo en que fui joven. Ser joven tiene mucho de realidad cronológica, claro, pero también la miaja en filosofía. Porque ser joven es, sí, tener pocos años, pero ser joven es, igualmente, hacerse locuras sin pensar.
Ser joven es salir con la bici, meterte por Carriedo, subir el repechón de Totero, tirar hasta Esles. Ser joven es seguir y seguir, ver un desvío a la izquierda, cogerlo sin pensar mucho. Qué delicia, macho, cuando puedes coger desvíos sin pensar mucho. Ser joven es, también, sufrir como un perrete, empezar saleroso, hundirse en rampas que crees imposibles, en rampas que no terminan nunca, que siguen, que se hacen cada vez más pindias, sudar ácido láctico, ver que las nubes se emborrascan, ahuyentar mastines con toses y gritos de tono agudo (porque no te salen roncos). Ser joven es coronar y que esté granizando, mirar en derredor y, hostias, si eso es el valle del Miera, no sabía yo que salíamos al Valle del Miera.
Eso es ser joven.
Ser joven es la razón por la que yo conocí Estranguada.
❤️ Another day safe for Ben O'Connor!
— La Vuelta (@lavuelta) September 4, 2024
❤️ ¡Día salvado para Ben O'Connor!#LaVuelta24 pic.twitter.com/SdCesA35rv
La aparición del GPS
Piensen que antes no teníamos tantas cosas. No había guguelmás, ni gps en los cuentakilómetros (joder, si sería cuentakilómetros con cables), no conocías siete perfiles distintos del último puerto asfaltao. Tiraba yo, de aquellas, con un mapa de Cantabria donde faltaban mogollón de caminos, y no podías fiarte, y ninguno de los Cols que suben hoy, para que hagan cargo, constaba allí. Tenía encanto, aquello. Pero porque era joven. Me pasa hoy y acabo con dos tendinitis rotulianas, un comienzo de pulmonía (llovió hasta Torrelavega) y siete días sin poder andar...
Les cuento todo esto porque hoy llegaba la Vuelta a Cantabria, y eso siempre es especial, pues conoces lugares y entornos. Les cuento esto porque hoy subía la Vuelta uno de los sitios donde yo más he sufrido en mi vida (incluyendo aulas y templos católicos), uno de los sitios que llevo tatuados en cada centímetro de mi piel. La Estranguada. A veces me despierto en mitad de la noche, sudoroso, taquicárdico. La Estranguada, que te viene a ver la Estranguada, Marcos Pereda, más miedo que a Freddy Krueger, La Estranguada...
Joder.
A ver, ustedes quieren descripción ABSOLUTAMENTE OBJETIVA del recorrido. Salía el asunto de Arnuero, del Museo Juan de Castillo. Juan de Castillo fue un arquitecto acojonante que deslindó Edad Media y Renacimiento, porque pisó los dos y sentía fervor gordo por la bóveda de crucería. Juan de Castillo fue cantero trasmerano, que es cosa de espesor. Estos tíos, los canteros trasmeranos, tenían hasta idioma propio, que se llamaba pantoja y era asunto bien serio. Al color blanco le decían "clama", "llampos" los ojos, "irionas" las vacas, "oreta" es el agua.
(Hoy hubo mucha "oreta”, "oreta" de cojones a ratos, "oreta oreteando" a placer, sobre todo al principio. Cantabria, le dicen).
La presencia del aire
Y eso, que se salía de territorio trasmerano, tirando a llanuco, pero luego subes a montis, primero remontando el Pisueña, luego pasando hasta Rumiera, después retorno al valle. Ir y volver atravesando algo que dicen La Matanza, Sierra de La Matanza.... Seguro que se están poniendo tontorrones. En La Matanza hay dos puertos... El primero es Estranguada. Estranguada... cómo explicarles... Casi tres kilómetros de aire anglirunesco, casi tres kilómetros duros como lo más duro de El Escudo (emperador de camberas acá), casi tres kilómetros que avanzan despacio, despacio, tres kilómetros en los que piensas sobre el pesimismo de Schopenhauer, sobre si te dejaste el gas abierto, sobre si Landa hubiese ganado el Giro de 2015 sin Aru. Tres kilómetros, solo tres kilómetros (al menos en lo exigente de verdad), pero si la vida es eterna en cinco minutos, imaginen ustedes qué no puede pasar en esos tres kilómetros.
Luego descenso. Pero descenso pelopúntico, descenso que acojonaría a Win van Est, descenso de cabras y tudancas, descenso para asustar papardos. Si hay ganas... descenso con jueguecitos. Si hay ganas. Porque, después, llega El Caracol. Y, mira, qué quieres que te cuente, eso de El Caracol toda la puta vida fue Collado de las Mazas, o como mucho Campillo, pero ahora le dicen Caracol, y Caracol tendremos que poner, que no es muy largo ni muy duro, pero si es pelín largo y pelín duro, así que da para no perseguir, da para no deprimirse. Bajada rapidísima hasta Selaya (con kilómetro de repechón en el desvío a Valvanuz, que menudos dolores en ese kilómetro de repechón a Valvanuz, oye), después subir San Martín, después descender al Pas, después un rodeo gilipollas para alejar puertos de meta, para no hacer importante lo que importante no queremos que sea...
Comienzo suave, momentos intensísimos en la parte central y bajona hasta que todo termina... Te vale para la etapa cántabra o para cualquier nochevieja del menda entre 1997 y... en fin, no pidan detalles.
Finish line stage 1️⃣7️⃣🏁
— La Vuelta (@lavuelta) September 4, 2024
Llegada de la etapa 1️⃣7️⃣🏁#LaVuelta24 pic.twitter.com/AxSFuiv5RB
La subida por La Cruz
(A ver, no me quejo, que luego tenemos lo del sábado, y de alguna forma hay que estrenar Estranguada, pero se te queda sabor de boca regu. Veremos cómo lo usan en años siguientes, porque hay variaciones aquí para aburrirse sin aburrirnos. Y es una de las zonas más bonitas que ustedes se pueden echar al ojo).
Así que... mucha lluvia, la carretera húmeda, los ciclistas con cuidado, imágenes bien chulas de oleaje en La Magdalena (siempre fue península de La Cerda, pero le cambiaron nombre cuando veraneó aquí una reina de España, por no confundir). Cuatro escapados, rectas por Astillero, rectas por Cabárceno, planicie remontadora, tembleques en pantorrillas. Ya verán, ya, que nos acercamos a Coterillo. Y de Coterillo... al cielo.
Ah, hace fresquete. Empiezan a subir por La Cruz y hace fresquete. Allí delante hay un pueblo que ponen cabrito de manera divina, y hace fresquete. Pero hoy no toca. Ni eso ni los blancos, eh, ni los blancos. Pasan rapidísimo, y las frisonas juguetean cual jatos en brañas... Qué bonito todo, y qué verdor.
Empieza Estranguada, y hay sensación de comandos, de qué trampero hizo este camino, de dónde coño nos meten. Empieza Estranguada, y suben todos a gatucas, oiga, como si se pudiera subir de otra manera...
Los cuatro escapados
Está luciendo, eh. Paisajes, y el asfalto ese "antiguo", y la impresión de que, coño, no veas qué sitio, no veas cuánta tranquilidad, espacio inmejorable para estar solo y pensar en tus cosas (en bicis, en libros, en si nadie se dio cuenta de que habían cambiado a la tía Vivian, joder, alguien debió darse cuenta de que habían cambiado a la tía Vivian, es evidente).
Hay cuatro escapados, y llevan tres minutos, y luego son tres escapados (volverá el otro cuando bajen para Merilla), y en el pelotón tira el equipo de Kaden Groves. Yo lo veo muy durérrimo para Kaden Groves, pero a saber, depende de si fuman (spoiler... fuman más que El Nota). Al final depende de si hay ganas y fuerzas y eso... Y, mira, coronan con cien segundos más de como empezaron, así que no parece que haya sido frenesí en grupo.
Ah, son los de delante Gregaard, Champion (que tiene bici comprada en el Cadena Cien), Isasa y Guernalec...
Vale, veamos, recapitulemos... Estranguada. Dicen por la tele que nadie se queda del gran grupo en Estranguada. Nadie, repito. NADIE. Cómo de parado tienes que ir para que no se quede nadie en dos kilómetros al 15. Eso significa, ineludiblemente, que la cosa ha sido bochorno sideral, fumada estratosférica, pasapalabra con el tío ese de Da Vinci, a mí no me mires clásico, más humo que la Pasieguería un día de viento sur. Alguno hasta echa pie a tierra, porque de tan lentos pues... difícil mantener la verticalidad, difícil seguir dando pedales. Yo no sé si será vergonzoso, porque no soy nadie para explicar a otros lo que deben hacer (bueno, mi último libro incluye 101 consejos, así que un pelín cuñao me pueden llamar) pero... No tengo claro cuántos equipos pueden aspirar a ganarse volata, pero seguro que son menos de los que aspiran a ganarse fuga. O a ganarse grupo pequeño. Vamos, que si tienes dos puertos seguidos (Caracol sigue idéntico análisis) lo menos es cepillarte a los culogordos, porque los culogordos son el enemigo para (casi) cualquiera. Pero no, mejor que haya escapaduca leve, que nadie agonice mucho, que pasemos la tarde más bien que mal... Luego llegan los lloros, los “no tuvimos opciones”, los “otros bloquearon”.
Eso será luego. No tengan dudas.
(Ni siquiera hay salseo con las chaquetillas bajando Caracol. Ni mitos respetan. Y yo intentando vender ciclomotores, oigan. Al menos salen bonitos los praos, y el Palacio de Soñanes mola mogollón por la tele).
Los 50 kilómetros que restaban
Detalle: Isasa cambia a bici aero tras subir Estranguada y Caracol. Importantísimo, ese cambio a la bici aero, importantísimo. Como lo de Lemond en 1989, redondeando...
Hasta meta hay 50 kilómetros. Aproximadamente. 50 kilómetros. Llanos, pero no llanísimos. Rectos, pero no rectísimos. Cuatro minutos para cuatro escapaos, cincuenta para Santander. ¿Llegan? No parece, pero, ojo, que esto no es perseguir por Palencia...
Renedo de Piélagos y dos minutos (qué de bares había, oiga, en Renedo de Pielagos). Salceda y parecido. Empiezan a subir El Perujo (qué de rampas, tú, en El Perujo), minuto y medio. Esquivan, hoy, el Alto de La Pajosa, puntuable en la primera Vuelta a España de la Historia, allá por 1935. Allí murió, años antes, el primer ciclista fallecido, que sepamos, por Cantabria. Era un hermano de Clemente López-Dóriga, organizador de aquel tinglao.
Quedó, creo, su homenaje.
Liencres, repecho de los pinares, minuto quince. Ahí anda el asunto. Baja el Pas de color marrón... a ver si aguanta semanucas y sale jugoso el periodo angulero. Ah, ataca Campenaerts, que es un paisano con buen ritmo y poca estrategia (un Tony Manero virgen, si quieren).
Soto y cuarenta y cinco segundos. Por la tele avisan de curvas peligrosísimas, pero no hay curvas peligrosísimas. No solo yo vendo ducatis.
San Román, medio minuto, viento a favor. No lo veo clarinete, no te sé apostar, aunque en estas cosas siempre termina ganando el pelotón. Ah, aprovechamos... en San Román está el Museo de Santiago Revuelta, que es visita obligada para quien guste de bicis antiguas, maillots con lana y rastrales...
La llegada a Santander
Entran en Santander, veinte segundos. A la vista están. Pero 20 segundos. Cinco kilómetros. 20, 18. Los pillan, pero los pillan casi en la mar. Remando cual trainera y los van a coger casi bajo la flamme rouge...
Qué duro es este deporte, Pedro.
Por Reina Victoria los pillan. Es que es puñetero, macho, ese repecho de Reina Victoria. Y lleno de pijos, que no ayuda.
Y, entonces... Mauro Schmid hace un Ekimov, Mauro Schmid juega a Jesper Skibby, Mauro Schmid, que se le une Campenaerts, que pillan a Guernalec. Pero...
Sprint... ¿Dije que imposible para Groves? En fin, ya saben cómo termina, eh, ya saben cómo termina. Qué quieren, nunca recomendaré a nadie apostar... Premio al trabajo de todo su equipo, tercera victoria para él.
Así pasó el día. Entre nubarrones, puertos y fumadas. Entre desprecios al recorrido, ritmos vergonzosos y paisajes chulísimos. Estén tranquilos, porque el sábado volvemos por acá. Y aquel día no se esconde nadie.
Eso espero.
Hubo un tiempo en que yo fui joven.