Pogačar sigue de líder, pero el aplauso de hoy en el Tour de Francia es para Vingegaard
El danés vence en el Macizo Central y recupera su mejor versión ante un combativo líder que no consigue aumentar su renta. El Tour es cosa de dos tras media carrera disputada
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F724%2F7d3%2F8ae%2F7247d38aed8aa9febdeb2f6802de61ee.jpg)
Cómo me gusta, a mí, la media montaña.
Puertos cortos, rampas altísimas, altiplanos, subidas que luego no descienden, repechos que empiezas con el plato grande, esto lo subo yo con el plato grande, y quitas el plato grande, y subes coronas, y joder, qué caraja, macho, qué caraja. Eso, pero compitiendo, y en el Tour.
A mí siempre me gustó, digo, la media montaña, pero es que antes era distinto, porque las carreteras estaban más cascadillas, el Macizo Central tenía peores comunicaciones que Arrakis y, además, estaba el factor sorpresa. Sorpresa. Porque los franceses te daban un perfil y a tomar por el saco, porque allí puntúan tres puertos y en realidad subes dieciséis. Hoy ya está todo remirao, y las trampas para osos escasean (aunque hay muchos osos, oigan), y resulta más complicado pillar en calzoncillos a nadie. Antes no, antes era hasta lógico, si le pasó incluso a Miguel.
Pero bueno, que aun con todo siempre mola la media montaña. Porque abre abanicos y estrategias, emoción y nervios. ¿Día para ganar el Tour? El tópico dice que día para no perderlo, pero los tópicos a veces yerran...
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F8d4%2Ffcf%2F38b%2F8d4fcf38b3450a1ce441f142a2194610.jpg)
Venía la cosa con aire de interés
Escapada con espesor, que eso siempre suma. Escapada con sospechosos habituales, con el batallón de zapadores, con esos secundarios que hay en todas las pelis. Los que casi siempre palman, pero lucen. Estaban Michael Ironside, Eric Roberts y José Sazatornil. También, dentro del ciclismo, personajes como Guillaume Martin (el profe de Filosofía), Ben Healy (el profe enrollado de Plástica), Richard Carapaz (profesor de Inglés, medio año de baja escaqueándose) y Oier Lazkano (el profe mazadísimo de Gimnasia). Pintaba muy bien, porque se entienden y el terreno da para que les vean desde lejos en el pelotón.
¿Entre ellos?
Pues no parece, porque el grupo anda rumboso. Han sido dos días de descanso (el lunes poco, porque muchos dieron entrevistas... ayer ni eso), y el recorrido molaba. Dicho de otra forma, que es la última oportunidad para buscarle cosquillas a Vingegaard de forma “lógica”. Quiero decir... luego igual, en los Pirineos, peta horriblemente, pero eso vendría por su aproximación accidentada al Tour... La etapa de hoy sería, en cualquier circunstancia, terreno complicado para él. Tadej es un clasicómano de primera, Evenepoel es un pepino estratosférico (teóricamente) en puertos tipo Macizo Central. Así que jugarse cosas importantes y competir para ello. O, dicho de otra forma... ritmazo gordísimo, la escapada siempre en los dos minutos y bajantes, culos gordos que se descuelgan, Thomas que se descuelga, Bardet que se descuelga, Cavendish irá fuera de control, solo que no hay fuera de control.
Ay.
(Mira tú, qué de cosquillas le encontraron a Jonas)
Y eso, que se unen delante Healy y Lazkano, que es como poner a Bud Spencer y Terence Hill, como poner a Cujo y el perro de Paris Hilton. Healy y Lazkano hacen una pareja... interesante, son carnaza de Buddy Movie, son el policía proveniente del ejército que siempre dobla los pantalones de la misma manera, y el policía tarambana que se fía demasiado de su intuición, hace liadas gordísimas, pero tiene buen fondo...
(Calzan imagen curiosa).
Ocurre que tira el equipo del líder, y tira con dos o tres paisanos que trotan genial en este terreno. No Ayuso, que va a cola del pelotón en el primer puerto del encadenado, vete tú a saber si Ayuso asoma milagrosamente cuando queden siete en el grupito, pero parece su día out.
Así que Pas de Peyrol, o el Puy Mary, que es lo más duro de hoy, que tiene rampas sostenidas como para separar granos y pajas (con perdón). Ritmo de Adam Yates, luego Tadej, luego Almeida a rueda de Tadej, luego Ayuso a rueda de Almeida... lo lógico, vaya.
Y... Pogačar. A setecientos metros de la cima. Cambio de ritmo, uno de esos totalmente brutales que hace a veces, la bici cimbreando, velocidad loquísima. Vingegaard no hace amago de salir, y se queda con Roglič... hasta que Roglič revienta. Treinta metros entre uno y otro, treinta metros del segundo al tercero, treinta del tercero al cuarto (Evenepoel), treinta kilómetros a meta, treinta kilómetros de juego. Hace unos añitos los listos de la casa nos contaron que esto era imposible, que había equipos muy fuertes, que el ciclismo estaba tan igualado que todo debía jugarse en vallas y pancartas. Que no es la época de Hinault, oiga. Y, miren... Joder. Nos mentían y muchos tragaron. Nos mentían y algunos añoran aquel Matrix...
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F251%2F65f%2Faac%2F25165faacbbc4dd9c541f8e6d5b5f93e.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F251%2F65f%2Faac%2F25165faacbbc4dd9c541f8e6d5b5f93e.jpg)
La carrera continúa
Porque Pogačar abre hueco con Vingegaard. Bajada rápida, técnica, con falsos llanos, con tiempo para pedalear. ¿Vieron Lombardía, vieron Lieja? Aquí Pogačar es imbatible, y va goteando segundos poco a poco con Vingegaard, que se apoya sobre Roglič como si acabase la etapa en Granon. Llegó crispado a la cima del puerto Vingegaard, muy cerca de Tadej... pero crispado. Cualquier otro hubiera levantado el pie, hubiese respirado cinco segundines, esperar a Jonas y probarlo más adelante. Tadej no, Tadej insiste. Y, por eso, ocurren cosas, por eso (porque las carreras ya no terminan arriba de los puertos) es importante cómo de roto llegas, cuántas nubes tienes en ojos y patas para descender. Lo que siempre fue el ciclismo, lo que nos habían hurtado...
Otro apunte... Carlos Rodríguez baja fenomenal. Pogačar no tanto, y sufre un susto. Pierde confianza, parece tener algo en la bici. Qué delicado es el éxito, qué cerca está la línea con el fracaso (y hasta con la tragedia).
Apunte... desde ese momento a Pogačar se le ve incómodo con la bici, se le ve descendiendo cruzao, se le ve mirando y remirando su máquina. ¿Pinchado? ¿Algún piñón que no entra, algún sitio que roza? Puede ser... o puede que no. Importa poco (importa poco relativamente) porque es de esos asuntos que se te meten en el cerebro y van mordisqueando tu moral. Y el ciclismo es piernas, vale... pero también cabeza.
Otra estampa.
Es, para él, una bendición que vuelvan las pendientes. Otra vez a tirar, otra vez ritmo y apisonadora. A Jonas y Roglič les cogen. Más gallos, mucha gente. ¿Quién persigue? Vingegaard no se esconde, pero lleva rémoras como Ullrich en Plateau de Beille. Veremos si su raza es otra.
Medio minuto.
Primera rampa y... Vingegaard, Roglič, Evenepoel, que cede. Mira, el Macizo Central quitando caretas, estableciendo jerarquías. Más aún... escribiendo nuevas historias. Porque Vingegaard recupera, recorta tiempo a Pogačar, deja clavado a Roglič. Vingegaard parece el que tritura en Itzulia o en Galicia, el que devora kilómetros como cualquier ardenero. Recorta y recorta... hasta conectar justo arriba del col. Hasta pelea bonificaciones. Los dos mejores del Tour, dos corredores generacionales, a cara de perro, a todo o nada. Pocas veces se ha visto, pocas veces la Grande Boucle manejó tales niveles de incertidumbre y calidad...
(Golpe moral del danés, por cierto... Golpe moral enorme, uno de esos que recuerdas durante años. Quién sabe lo que se juega hoy, entre Pogačar y Vingegaard. Quién sabe de cuántos Tours estamos viendo resolución esta tarde).
Así que subida final, seis kilómetros, y todo entre Vingegaard y Pogačar. Todo. El mes de julio, etapa, la puta jerarquía del ciclismo. Detrás vienen Evenepoel y Roglič, pero es que detrás no viene nadie. Es un cine con sesión doble, están poniendo Barry Lyndon y Los Bingueros.
🏆 Jonas Vingegaard wins an epic stage in Le Lioran!
— Tour de France™ (@LeTour) July 10, 2024
🏆 Jonas Vingegaard remporte une étape magnifique au Lioran !#TDF2024 pic.twitter.com/qE83eNQrJ3
Empieza lo que acaba
Y hay entente, pareciera. Relevos y hasta cima, asfalto fino, pendientes moderadas. ¿Terreno? Pues los hubo mejores hoy, pero... No sé, igual Jonas pudo proponer algo, buscar un K.O. psicológico, porque este es terreno Pogačar y Pogačar parece llevar nubarrón enorme sobre el casco. Era Game Over, y quedó en Continue, cinco duros y seguimos donde me mató el Andore grande...
Ah, caída de Roglič. Check.
Sprint y... Mira, llega ahora la hostia enorme. A mano abierta, plas, una de esas de gordísimas, de esas que humillan más que doler. Sprint entre dos tíos que van muertos, pero es que Pogačar es rapidísimo y Vingegaard... Vingegaard gana. Sprint, lanza Jonas, Pogačar se pone en pie, llega a su altura, se derrumba, vuelve a levantarse, llega otra vez a su altura, de nuevo se derrumba, vence el danés por media rueda. Cero diferencias entre ambos... en tiempo (quiten bonificaciones). Cero diferencias, pero tantas diferencias. El Tour parece coger un cruce, parece entrar en una nueva senda.
Etapa para contar muchas cosas, etapa para recordar años.
(Vingegaard lloró mucho después, en la entrevista. Jo, diez minutos y ya volvió a bajar el carismómetro).
¿Saben lo bueno? Que Tadej sigue con ventaja, que nunca se esconde, que no quiere otro Combloux, que necesita minutos. Y que Vingegaard entra al trapo, que guarda para montes, que prepara butrón tercerasemanesco.
¿Saben lo bueno? Que todo lo que pasa nos viene bien a nosotros. A los aficionaos.
Cómo me gusta, a mí, la media montaña.