Es noticia
Healy mola, McNulty gana y los favoritos 'favoritean' en un Giro durísimo (para la afición)
  1. Deportes
  2. Ciclismo
Etapa 15 de la gran vuelta

Healy mola, McNulty gana y los favoritos 'favoritean' en un Giro durísimo (para la afición)

Después del espectáculo del pasado viernes, cuando el Giro de Italia ofreció su peor versión en todos los sentidos, la carrera venía a la montaña y las esperanzas del espectador subían

Foto: Brandon McNulty celebra su victoria de etapa. (Reurters/Jennifer Lorenzini)
Brandon McNulty celebra su victoria de etapa. (Reurters/Jennifer Lorenzini)

Yo en la media montaña del Giro confío más que en mi padre.

Se lo juro.


Sí, amigos, hoy ando de mejor café, como pueden ustedes comprobar. Ando de mejor café, porque se me he pasao lo del viernes, porque doy por perdidos a quienes no quiero encontrarme, porque me guardo, para mí, más de un siglo de este deporte, miren si puedo leer, ver y escuchar sobre auténtico ciclismo en vez de patrañas tipo “mira, tío, jo, o sea, es que hace frío, frío, y Mari Cuqui, la prima de Pocholo, dice que el frío es fatal, pero fataaal, para la piel”. Y eso, que tengo mejor café. Ah, encima me compré el sábado una quesada donde Etelvina, que siempre ayuda.

Foto: La afición ha animado como nunca a pesar del frío. (EFE/Jean-Cristophe Bott)

(Ya no queda na, obvio).

Ando de mejor café por todo eso, pero también porque los ciclistas de este Giro de Italia me han dado una oportunidad preciosa. Linda, bella. Yo, que siempre he soñado con cubrir el Tour de Maurice Garin. Sí, año 1903, el primero de todos. Imposible, ya no hay grandes eventos que nacen. Y ahora, gracias a los ciclistas de esta Corsa Rosa... pues sí. Porque soy espectador... soy testigo directo de una nueva carrera. Una que ha venido para quedarse.

El “Giro no tan Giro corrido con solete, a temperaturas entre dieciocho y veinticinco grados, con etapas por debajo de los doscientos kilómetros y trote cochinero cuando nos da la gana”. Como nombre es un poco largo, no tiene gancho comercial, pero algo nos inventaremos. También podemos ponerle “Giro de Italia Adam Hansen approves”.

Adam Hansen es el Presidente de la Asociación de Ciclistas. El anterior Presidente de la Asociación de Ciclistas se llamaba Gianni Bugno, y gano una De Ronde van Vlaanderen que hoy, según la mentalidad de Adam Hansen, no se hubiese disputado. Bugno fue una leyenda en esto, de Adam Hansen dicen por wikipedia (lo juro) que le gustan las bromas. No sé, chico. Adam Hansen es solo portavoz (el problema no tiene apellidos, y sí muchos nombres) pero resulta perfectamente sintomático de este nuevo deporte con condiciones absolutamente perfectas o, si no, pues no corremos. El ciclismo que defiende Adam Hansen, sí, tiene menos épica que un crossover entre Los Osos Amorosos y Heidi... perdón, Heidi no me vale para este ejemplo, porque en Heidi salía un San Bernardo (y los ciclistas de hoy desprecian al San Bernardo) y en Heidi había escenas con nieve (y los ciclistas de hoy solo quieren la nieve para entrenar en invierno por lugares con fiscalidad baja, que salen chulísimas esas fotos para el insta, y hoy el insta importa más que tu palmarés). Así que crossover entre Los Osos Amorosos y Pocoyó. Eso quiere Adam Hansen y todos los Adams Hansens (ya me jode personalizar, pero si no querías que te personalizasen no haberte presentao). Ah, y poquitas horas sobre la bici, así llegamos pronto al hotel y tenemos rato para escribir tonterías en redes, subir tonterías a redes y exhibir tonterías por redes.

Quede desde aquí mi agradecimiento a Hansen y sus colegas por darme la opción de hacer crónicas sobre el primer NUEVO GIRO DE ITALIA, ese que jamás podría tener en su historial a tíos como Charly Gaul.

En fin.

placeholder Ben Healy se quedó a las puertas. (Reuters/Jennifer Lorenzini)
Ben Healy se quedó a las puertas. (Reuters/Jennifer Lorenzini)

Aunque, decíamos, yo en la media montaña del Giro confío más que en mi padre. Esos puertos que rodean los lagos de Lombardía, los que suben desde Garda, los que te calcan en la Classica delle Foglie Morte, los que, mira, igual son tres cuartos de montaña en vez de media montaña. Hoy, camino a Bérgamo (que preciosidad es Bérgamo) teníamos cuatro passos. Valcava, que es bien duro. Luego la combinada entre Selvino y Miragolo San Salvatore. En Selvino hizo Rominger un desguace bien grueso, allá por el 95, la calva al aire, caruca de me voy a morir en julio. Aquel Giro fue durísimo, y tuvo jornadas dantescas con un tiempo que haría llorar a varios influencers metidos a pros. Otros tiempos, sin duda. “¿Es que nadie va a pensar en los niños”, que diría Helen Lovejoy...

Y luego... en fin, gracias, es justo lo que necesitaba... el Roncola. Domingo, cuatro de la tarde, Roncola. Si es que viene ideal. Roncola Alta, además, que debe ser “Alta” por alta graduación. Lo demandamos, oigan, para aguantar este Giro. El Roncola, digo. Porque estas dos primeras semanas de carrera han sido duras. Durísimas. Para los espectadores, sobre todo. Demoledoras.

A ver la Roncola, qué tal.

A ver todo, sí, porque terreno tienen. Ganas ni de coña, ganas hay de dar mus y fumarse otro día, el tercero consecutivo. Y aquí seguimos, jugando con el futuro de nuestro deporte, tirándonos selfies, haciendo declaraciones a mitad de camino entre el “¿me estás vacilando?” y el “me tomas por tonto”. Rohan Dennis (el mismo que subió Stelvio más rápido que Fuente hace tres años) comenta que en Suiza nadie atacó porque había “viento de cara”. Viento de cara. Esos misteriosos vientos de cara que surgen a principios de mayo, justo cuando acaban las Clásicas (donde nunca hay viento de cara) y empiezan las Grandes Vueltas (donde siempre hay viento de cara). Misterios de la meteorología moderna. Vamos, que terreno hay, pero esto pinta a escapada consentida y segundines entre los líderes (o lo que se sean).

Sorpresa. Zafarrancho. Epicidad, bombas, buuum. Valcava parece Balaclava, suena The Trooper al fondo. Solo que no. Solo que ni de coña. Solo que otro fumadón gordísimo, porque para qué esforzarnos tres semanas si podemos reducir el asunto a la última. En fin. Fuga de dieciséis, el grupo grandote a siete minutos, a ocho, a más, a menos, contándose chistes de Félix el Gato, escribiendo en su blog desde la bici, total, a la velocidad que vamos me da tiempo...

placeholder El pelotón, durante la etapa. (EFE/EPA/ Luca Zennaro)
El pelotón, durante la etapa. (EFE/EPA/ Luca Zennaro)

Dieciséis, digo, y algunos tíos de interés. Batalladores, con patas. Ben Healy, sobre todo, que es un ídolo, Ben Healy, que ha pillado la referencia a The Trooper fijo, Ben Healy, que trae gambas como para crearte un zafarrancho, Ben Healy. O Rubio, que ganó el día que perdimos al ciclismo. O Rojas, que ya habrá votado por correo. Simone Velasco. Brandon McNulty (ese extraño elemento que es Brandon McNulty). Bauke Mollema exhibiendo clase y estética. Un Frigo que no recuerda al del pelo oxigenao, al de los bochornos siderales. Esos rollos.

Y, por detrás... ay, por detrás. Si Eliot hubiese visto este Giro de Italia The Wasted Land empezaría con un Mayo es el mes más cruel. Lo tengo claro.

Así que dos carreras. Etapa, general. Subiendo al Roncola (lo que sube un Roncola), va por delante Bonifazio, persiguen Frigo y McNulty, luego Rubio y Healy. A ver, la cosa mola mucho, porque resolución de quilates, pero... Que sí, que el concierto de The Flying Rebollos fue guay, pero aquí vinimos por los Platero...

Y los Platero... quiero decir, los de la general... que se pone el equipo de Roglič, que suben cuatro a cabeza, que aceleran, que eso será para algo, ¿no?, para algo debe ser, porque no entiendo que sea para nada, si es para nada qué bochorno, Roglič, qué bochorno. Pasa que dura eso cien metritos, porque Roglič recuerda que puede ganar la Corsa metiendo un ataque en las vallas el día de Lavaredo, y para qué más, para qué más, mantengo todo controlado, que me salió bien antes, que nunca perdí una carrera, yo, por no abrir gas cuando pude abrir gas... Saldrá como salga, colega, pero lo de no aprender de los errores... Tenemos veintisiete personas encargadas de dar geles a los ciclistas en todas las curvas del recorrido, medir los vatios que generan cuando hacen caca o calcular cuánto tiempo podemos ver el fútbol por la tele antes de entrar en déficit calórico... y no recordamos lo que pasó en todo un Tour de Francia. Ellos sabrán, claro, pero...

Ah, por delante ya va Healy solo. McNulty es muy elegante y Healy parece que se va a desmontar, el mi pobre Healy, pero va por delante. Aquí somos muy de Healy, de sus greñas como para vender costo, de sus barbas “domingotardescas”, de su maillot feísimo (bueno, de su maillot feísimo un poco menos). Aquí somos muy de Healy, joer, vamos, Healy, qué raro te mueves, Healy, pero vamos, Healy.

Club de fans de Healy en crowfunding, manden pasta al mail que aparece más abajo.

El pelotón, mientras, solicita, por favor, que les metan por carreteras más anchas, para poder subir ocupando más espacio. Hay votación, todos dicen que sí, Adam Hansen redacta un comunicado, algunos ciclistas sacan opiniones personales en su instagram. “No van ahí ni cincuenta”, dicen en la tele. Ni cincuenta. Vuelvan a leerlo. Ni cincuenta.

placeholder Ben Healy fue el animador de la jornada. (Reuters/Jennifer Lorenzini)
Ben Healy fue el animador de la jornada. (Reuters/Jennifer Lorenzini)

Analicemos... seamos cínicos. El cincuenta del Giro anterior fue Felix Gall. Maxime Bouet en el Tour, Gregor Mühlberger en la Vuelta. Eso. Los que quedan. Última etapa de la segunda semana, cuatro puertos hoy. Ni cincuenta. Dos semanas, los tres primeros (si quitamos a Armirail) en veintidós segundos. Boardman, Indurain y Rominger estaban en diecinueve tras el prólogo del Tour 94...

McNulty caza a Healy, porque Healy es tan grande que quiere dar emoción a esto, porque Healy ha venido a divertirnos. Y Frigo también, Frigo también llega. A Frigo le abuchean en el grupo, porque dicen que tiene nombre de helaos, y que los helaos están gélidos, y que con temperaturas gélidas no se anda en bici, hostias, ya, que eres un cruel, Pereda, que eres un cruel. Así hasta el empedrado. Se quedan solos el irlandés y McNulty, que tiene más apellido de irlandés que James Joyce. Entre ellos se lo van a jugar, pareciera (no). Ah, metieron dos minutos al pelotón de los buenos (o como quieran decirlo) entre puerto y meta. Dos minutos. Pero no digas que van de paseuco, eh, no digas que van de paseuco, que te dicen hater, que te dicen ciclista de sofá.

Un kilómetro, entra Frigo (que tiene la moto muy cerca, porque también hay muchas motos últimamente), y arranca, y parece irse, y Healy lo pilla, y Healy se mueve más en el sprint que Ozzy Osbourne cantando Mr Crowley a mediados de 1981. Hasta toca, hombro y hombro, con McNulty... Qué emoción, oigan, qué emoción. Finalmente gana McNulty, Healy segundo pero primero en mi corazón. Frigo tercero.

Y ojo... los favoritos... menudo estropicio, menudo espectáculo, desde Les Orres no veíamos nada así. Con decirles que atacó Almeida. Sí, amigos, Abraham João Pedro Gonçalves Almeida Olano ataca. Y no se va de nadie (de nadie entre los que quería irse, claro). Ocho tíos. Menos me da miedo, que por aquí igual bajan lobos. Las risas. Ocho tíos.

Empate. Nada más. En el Bondone veremos, en el Bondone harán implosión unos cuantos. Porque, amigos, al Bondone llegamos el martes de la última semana. Y la realidad, la cruda, cruel, triste y lamentable realidad... es que aun no hemos visto nada que nos sugiera relaciones de fuerzas entre favoritos y mascachapas.

Y así estamos.

Les juro que yo estaba de mejor café, se lo juro. Y, encima, me acabé la quesada...

Yo en la media montaña del Giro confío más que en mi padre.

Se lo juro.


Sí, amigos, hoy ando de mejor café, como pueden ustedes comprobar. Ando de mejor café, porque se me he pasao lo del viernes, porque doy por perdidos a quienes no quiero encontrarme, porque me guardo, para mí, más de un siglo de este deporte, miren si puedo leer, ver y escuchar sobre auténtico ciclismo en vez de patrañas tipo “mira, tío, jo, o sea, es que hace frío, frío, y Mari Cuqui, la prima de Pocholo, dice que el frío es fatal, pero fataaal, para la piel”. Y eso, que tengo mejor café. Ah, encima me compré el sábado una quesada donde Etelvina, que siempre ayuda.

Noticias de Italia