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Una crono que no decide la batalla por venir: Evenepoel gana y recupera el rosa en el Giro
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Golpe en la mesa

Una crono que no decide la batalla por venir: Evenepoel gana y recupera el rosa en el Giro

El belga ganó la 9ª etapa del Giro de Italia tras marcar un tiempo de 41'24'' en una igualada contrarreloj. Thomas y Tao Geaghegan Hart le siguieron de cerca, Roglic cede 17 segundos

Foto: El belga, en acción. (Reuters/Jennifer Lorenzini)
El belga, en acción. (Reuters/Jennifer Lorenzini)

Es complicado hacer la crónica de una crono. A ver, es complicado hacer la crónica de una crono si quieres contar cosas que no sean solo números, y yo siempre quiero contar cosas que no sean solo números, porque quien reduce el ciclismo a números acaba publicando artículos que parecen escritos con el excel, y le quita al tema todo su interés. Al menos para mí, oigan, si usted es un liberal de los de leer a Ayn Rand pues igual disfruta esas mierdas. Total, más plomo es leer a Ayn Rand... Así que, bueno, pues buscas asuntos. Tendencias, pareceres, quizá aventurar algo sobre la semana dos, quizá poner enlaces entre lo visto hoy y lo que paso hace tres, cuatro, cinco días. Jugar al relato ficción, que es lo que hacemos siempre. Y tan contentos, eh, tan contentos.

(Que nadie vea en esto una crítica a las contrarrelojs. Bien al contrario... las contrarrelojs tiene importancia desde un punto de vista ontológico y, a la vez, utilitarista. Lo primero es porque son, en sí, un espectáculo formidable, uno, además, que se celebra especialmente, por cuanto cada vez lo tenemos con menos frecuencia. Que tampoco pide servidor los Tours de Anquetil, pero algo a mitad de camino entre Jacques y Purito Rodríguez pues... Y luego está el otro asunto, el de su utilidad... las cronos resultan necesarias, porque son ese sitio donde los escaladores pierden tiempo, ese lugar del que salen escaldados y con necesidades de liar temas cuesta arriba. Si todos llegamos a la montaña en diez segundos pues nos vale con ataquitos más allá de la flamme rouge. Y esos ataquitos te pueden dar contratos jugosos, pero nunca regalan leyendas. Ni diversiones. Así que... ponga una crono en su vida).

placeholder Remco Evenepoel, este fin de semana. (Reuters/Jennifer Lorenzini)
Remco Evenepoel, este fin de semana. (Reuters/Jennifer Lorenzini)

Para lo de que pasó ayudaba, claro, todo lo que pasó el sábado. Que empezó el Giro, ayer. Al menos en lo mollar, al menos en lo sustancioso. Bueno, vale, el sábado pasao, pero ya me entienden (y buscarle erratas al cronista está muy feo). Ayer, contábamos, sucedieron un montón de cosas. Lo primero... el ganador. Ben Healy lleva un maillot que parece diseñado por Andy Warhol hasta el culo de farlopa (o sea, Andy Warhol un miércoles por la mañana), el casco más feo desde los Power Rangers, gasta estilo así curiosete y tiene pinta de oler como los profesores de Plástica. Vamos, que lo encajas menos en el Giro que en una peli de José Antonio de la Loma. El Pera, el Torete y el Gili. Trae greñas aflamencadas, cara de sueño y media barbita resacosa (media barbita de verdad, no ese afeitado-sí-pero-no absolutamente perfecto de un Filippo Ganna... ah, Filippo se ha retirado por Covid, porque en el ciclismo aun hay Covid... no tienen Covid ni los futoblistas, ni los tenistas, ni los jugadores de baloncesto, pero en el pelotón corre el Covid súper libre).

Un nombre para el futuro

Ah, también sonríe, sonríe mucho. Healy, digo. Y camina... camina una barbaridad, camina como pocos, lleva caminando desde febrero, se ha cascao unas Ardenas sorprendentes y ahora, en el Giro, trincó esta etapa contra todo y contra todos, metiendo tiempo a sus compis de fuga (donde estaban, por ejemplo, el andorrano Verona y ese extraño elemento que es Warren Barguil), a los líderes (casi todo el rato), a una moto de la organización, al espíritu de Claudio Chiappucci y a cuanto se le pusiera por delante. Pinta bien, el chaval, porque gasta solo 22 años y se le cae el carisma a puñaos. Apúntenlo en su agenda. Y para salir los sábados también, apúntenlo en su agenda, porque parece de esas personas con algo-que-contar.

placeholder Un ciclista con futuro. (EFE/Luca Zennaro)
Un ciclista con futuro. (EFE/Luca Zennaro)

Claro que el asunto espeso... lo realmente gordo (al menos a día de hoy... no les digo yo que en un par de años recordemos esto de Fossombrone como el comienzo de tema importante) sucedió entre los favoritos. Que al fin se movieron, los favoritos. Spoiler: vamos a sacar conclusiones apresuradas, porque faltan catorce días y todos los puertos heavies del Giro (y mira que hay puertos heavies en el Giro), pero es que dio para elucubrar el asunto.

Porque terreno había. Que también en el Gran Sasso, pero aquella fue una tarde de relajación y merienda, de preguntar a Tito y El Piraña cómo les fue en el cole, de llevarle rosas a la tumba de Chanquete. Ay, el Gran Sasso. Pero por Fossombrone, decíamos, hubo terreno. Salida complicada, murito, puerto bastante serio (ese Monte delle Cesane te lo planta la Vuelta a España como un primera categoría tranquilamente, los periódicos sacan especiales, "nuevo mito en Asturias", y luego gana Suso Blanco Villar), repetición al final del muro, coronando a na de terminarse todo. Se llamaba, encima, I Cappuccini, que no se puede tener nombre más italiano. I Cappuccini. Es que así da gusto hacer las cosas, coño...

Así que, previsión, los equipos ordenaron peones (que es una forma horterísima para decirles a ustedes que las escuadras iban agrupándose... hoy cada corredor con aspiración debe de ir rodeado de tres o cuatro gregarios, porque si no ve maillots como el suyo empieza a agobiarse). Estaban los sospechosos habituales... Ineos pagando fantas a cualquiera que pasara por allí, los de Evenepoel en plan quinquis asustaviejas que salen corriendo al primer bolsazo, Jumbo preguntando que cuánto queda para julio... y el Bora. El Bora que quiso preparar terrenos para el ataque sideral de Vlásov (ejem) o Kämna (doble ejem), porque Bora va a los exámenes sin estudiar "por si cae algo", Bora siempre compra el euromillones en vez de la primitiva (ya de tocar, que toque en serio), Bora invirtió en el Fórum Filatélico, pilló preferentes y está al día de todo lo que dice Sebastián el criptobro, ese sobrino nini que tiene un canal en youtube. Bueno, que Bora tira diez kilómetros, y sus líderes llegan juntos a tomar por el saco de los mejores, entre Massimo Ghirotto y Bruno Leali. Para eso mejor probar algo distinto, ¿no? En fin, qué sabrá este juntaletras.

La vuelta de Roglic

Digamos que lo realmente interesante (al margen de idioteces) vino por parte de Roglič. Primož Roglič. Que lo enterraron muchos tras el prólogo, que parecía descartao. De acuerdo, le iba el asunto fenomenal, porque en este tipo de rampas y subidas (altas, cortas) empieza a mover patas como si fueran un ventilador, no levanta el culo del sillín y camina montones. Pero eso no quita mérito, porque otros también podrían (creo) y nadie hizo amago (eso es seguro). Así que ataca Roglič, y sale a por él Evenepoel, pero sale a por él Evenepoel y no lo alcanza, no puede, no llega, y se mantienen así, Roglič diez metros por delante de Evenepoel, durante casi el kilometruco, y ninguno ceja hasta que uno de los dos ceja, y es Evenepoel, y se queda clavado, y le adelantan paisanos, le adelanta Tao, y Thomas, le adelanta João Abraham Almeida Olano. Le adelantan porque lo dio todo y hubo de quebrarse. Por las caídas o por lo que sea, pero hubo de quebrarse. Otra lección que deberíamos sacar... si insistes puedes conseguir premios, que estoy ya cansao de miraditas rápidas y levantar el pie siempre que no hagas la de Pantani en Oropa de primeras...

Y eso... descenso chipiritifláutico (no me cansaré de escribirlo... los líderes de hoy bajan fatal, bajan que da pena verlos, bajan que igual Konyshev te cepillaba dos Giros y tres Tours si corriese), Tao y Thomas capturan a Roglič, le ratonean relevos, entran tímidamente ya entre las vallas. Tao y Thomas. Es que paseo ojillos por esos dos nombres (Tao, Thomas), recuerdo su palmarés, recuerdo sus circunstancias, los veo allí... Escalofriante. Tao y Thomas. Finalmente logran catorce segundos sobre Vine (otro que me produce insomnio... pero insomnio de verdad), Almeida, Caruso, Haig o Evenepoel. Que tú lees esa alineación y, oye, te lo doy todo mascadito diciendo que catorce segundos a Evenepoel. Son nada de segundos, catorce, pero pueden tener trascendencia. A nivel emocional, a nivel simbólico, a nivel práctico. Quizá se hizo más daño de lo que dice al caerse. Quizá sigue teniendo terrores no resueltos cuesta abajo. Quizá la lluvia continuada le hace pupita. Quizá, quizá, quizá.

Y, encima, la crono. La crono que cruzaba el Rubicón (de forma literal), así que debería mostrarnos ya algo (casi) definitivo, porque toda la alea est jacta, y etcétera. Por usar un recurso ad hominem... debería ser palito de Evenepoel, porque si en su terreno no mete palito mal futuro ha de gastar en Alpes y compañía No miren la clasificación, no se hagan spoilers). Treinta y cinco kilómetros, sobre cuarenta minutos hará quien gane. Debe ser Evenepoel, si es que ustedes quieren batido flamenco en Italia. Y cerca debería andar Geraint Thomas (Geraint Thomas rueda al lado de Evenepoel y parece su padre), cerca debería andar Roglič, un poco menos cerca Almeida, un poco menos cerca Tao, a tomar por el culo tendría que caer Vine, pero vete a saber con Vine, igual estuvo entrenando la crono allá, en su cobertizo de Queensland, conectado veinte horas al día a un ciclocomputador, que es como se descubren ahora talentos.

Ay. Sale, encima, la jornada con agüita buena, con la carretera brillante, con paraguas en público y periodistas, lo que siempre es elemento adicional de tensiones e incertidumbres. Salvo si eres british, supongo, que están súper acostumbrados a esta meteorología (y a comer cosas incomibles) así que los Ineos lo hacen genial, Calcado, encima. Ojo con Tao y Thomas, no me vayan a liar una en plan tocho, Tao y Thomas.

placeholder Primoz Roglic lo intentó. (Reuters/Jennifer Lorenzini)
Primoz Roglic lo intentó. (Reuters/Jennifer Lorenzini)

Ah, Roglič empieza cagándola. Porque puedes perder o ganar tiempo con Geraint, pero no puedes andar en niveles de Almeida, porque eso es estar en niveles de Abraham Olano, y Abraham Olano siempre la pifiaba fuerte en las cronos del Giro. Nada, Roglič agua. Al menos de salida. Luego ya sí, luego recuperación, luego sacó casta. No sé ni qué pensar, lo juro. Porque viene Evenepoel, y Evenepoel sí que está en los tiempos de Evenepoel, Evenepoel mete once segunditos a Thomas (Thomas con sus espaldas, Thomas con su cara de escuchar a Tom Jones, Thomas con sus doscientos catorce años), y más al resto, y tiene pinta que repite lo de la primera etapuca, y que se trinca de nuevo la maglia, y que todos lo sabíamos, eh, todos lo sabíamos, si después de verlo lo sabíamos todos... (Y eso trazando las curvas como si fuera Hermann Tertsch).

Pero las cronos suelen ir... confirmando tendencias. Quienes caminan, mejoran... los que no pueden con el casco (mira que son feos los cascos de hoy) pues pierden hasta los calzoncillos. Da pena pensar lo que podría ser esto en una Luxemburgo (o en una Cinque Terre, por quedarnos más cerca). En fin, quedará en nuestro fantaseo. Tendencias, dijimos. Sorpresivas. Tao cada vez mejor (Tao está opositando a un segundo Giro de Italia... Tao está opositando a tener los mismos Giros de Italia que Miguel Indurain o Jacques Anquetil... léanlo de nuevo, arránquense los ojos). Vlásov muy buena crono, Evenepoel que va a menos, Roglič que matiza pérdidas.

Vamos a lo de Evenepoel. Sale arrollando (aunque arrollando regular), luego pierde fuelle, se le echan encima en parciales Thomas y Tao, tiene a todo el puto Imperio Británico soplándole la nuca, parece José Manuel Abascal en la final de Los Ángeles. Asusta, sí, el potencial conjunto de Ineos, porque Sivakov y Arensman también caminan mogollón. Asusta, digo, el bochorno que te puedan hacer, porque traen (normalmente) los Ineos un Plan A (trenecito para su líder), un Plan B (trenecito para su líder) y un Plan C (trenecito para su líder), así que acabas la tarde escalofriao. Al final Evenepoel salva la victoria de etapa. Al menos eso. Por un segundo. Berzin sobre Olano, Tonkov sobre Olano. Seguro que me siguen. Empate técnico. Empate técnico ente Remco, Thomas, Tao y Roglič (que palma diecisiete segundos). Parcial y maglia rosa para el flamenco. Parcial, maglia rosa y sensación de haberla cagao. El ciclismo es así. Puñetero, puro capricho.

Ahora toca reflexión. Porque todos esperaban que anduviera Remco con dos minutines a estas alturas, y todos esperaban que Roglič fuese único rival, y todos creían que entre estos y los otros iba a haber un universo. Y, oigan, miren, pues meh. Que hay cuatro tíos en el minuto. Que hasta Almeida aguanta a distancia de patapum. Y, sobre todo, que está Ineos disfrazado de Imperio Galáctico, que les ponen la fanfarria esa de John Williams cuando van a firmar por las mañanas. Calidad y cantidad. En su mano lo llevan. El resto deberían ser nada, el resto deberían hacer de coristas. Les espero en la montaña. A ellos y a ustedes, claro.

Es complicado hacer la crónica de una crono. A ver, es complicado hacer la crónica de una crono si quieres contar cosas que no sean solo números, y yo siempre quiero contar cosas que no sean solo números, porque quien reduce el ciclismo a números acaba publicando artículos que parecen escritos con el excel, y le quita al tema todo su interés. Al menos para mí, oigan, si usted es un liberal de los de leer a Ayn Rand pues igual disfruta esas mierdas. Total, más plomo es leer a Ayn Rand... Así que, bueno, pues buscas asuntos. Tendencias, pareceres, quizá aventurar algo sobre la semana dos, quizá poner enlaces entre lo visto hoy y lo que paso hace tres, cuatro, cinco días. Jugar al relato ficción, que es lo que hacemos siempre. Y tan contentos, eh, tan contentos.

Remco Evenepoel
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