Es noticia
El bochorno en forma de etapa del Giro: Bais se lleva una tarde sin ningún giro de guion
  1. Deportes
  2. Ciclismo
UN POCO LAMENTABLE

El bochorno en forma de etapa del Giro: Bais se lleva una tarde sin ningún giro de guion

El italiano fue el ganador de la séptima jornada de la competición transalpina. Fue una tarde plana, sin grandes sobresaltos, en las que apenas se vieron cosas interesantes

Foto: Davide Bais ganó la séptima etapa del Giro. (Reuters/Jennifer Lorenzini)
Davide Bais ganó la séptima etapa del Giro. (Reuters/Jennifer Lorenzini)

Jodo, así, de primeras... terror. Porque da miedito, el nombre. Es imponente, es imperial (tiras hasta más arriba de Campo Imperatore, así que imaginen). Montañas bien tochas, altiplanicies con pastos que parecen el Tíbet cercuca de Roma. Algo como para ponerse al tembleque.

Con historia, además. Hasta el Gran Sasso ha subido varias veces el Giro, y otros paisanucos de menos fiar. Claro que ni siquiera fue el mismo Sasso que subieron hoy, porque los transalpinos, para estas cosas, son unos cachondos. Vean, por ejemplo, la edición 1985. El último de los Giros de Moser y Saronni, el postrer coletazo de aquella época tan oscura que fue tan divertida. Ya ven, somos paradójicos con las bicis. Llegada al Gran Sasso. Oh, sí, ahí se buscarán cosquillas a Francesco, a Hinault. Marino Lejarreta, que va como un tiro, anda estremeciéndose del gusto la víspera. Solo que... A ver, cómo explicarles. La carretera sube hasta el Gran Sasso, pero no hasta arriba del Gran Sasso. La carretera, de hecho, ni siquiera sube hasta mitad del Gran Sasso. El Giro (aquel Giro que gana Bernard, el que va de prólogo a su último doblete) planta meta al pie del Gran Sasso, porque si haces una mamarrachada que sea una mamarrachada a lo grande. Digamos que la etapa hoy acaba a 2100 metros, y aquella lo hizo... a 1120. Vamos, que les faltó por subir un cachito de na, unos treinta kilómetros. Allí ganó Chioccioli (ese que en el 91 parecía Coppi, ejem), y Moser anduvo esprintando para la bonificación, imaginen.

Después sí, después hasta arriba. En el 89, por ejemplo. Y más tarde, en ese Giro 1999 de cuyo nombre no quiero acordarme, el de la superioridad manifiesta, el de "no he visto lo trascendente" (por culpa de la niebla y de conectar después de pandemónium, oigan, no piensen mal). Ganó Pantani, que subía con un plato de 52 en aquel tiempo (otro ejem), y segundo hizo Chava, que tenía más lagunas que yo en un examen de Administrativo, y después Zülle, que estaba recién salido de sanción (vuelvan a leer lo del Lago Laceno, por si quieren unir por la línea de puntos).

Antes hubo otro asunto bien complicadete en el Gran Sasso. Allá por el 43, que hace tiempo, del 43. Allí, en el Gran Sasso, tenían con sus cadenucas a Benito Mussolini, por un quítame allá esos fascios, Mussolini, que te estás poniendo ya muy tonto. Como a Hitler le caía bastante bien Benito (entre estos cabrones se entienden fenomenal) envió una operación de comandos para que lo rescatasen, le pusiesen otra vez en el poder y se sacasen fotos en la montaña, que siempre son cucas. Benito estaba allí, respirando aire puro y leyendo novelas verdes, cuando de los cielos cayeron unos cuantos paracaidistas y la cosa concluyó sin apenas tiros, porque resulta que los que cuidaban al Duce eran, por decirlo suave, de centro-derecha. Se lo llevaron al norte e hicieron la República Social Italiana de Saló, que no era ni república, ni social, ni italiana. Al menos dio para peli bien buena de Pasolini (no la vean con niños y adultos impresionables).

placeholder Los corredores, durante la etapa. (EFE/Javier Lizón)
Los corredores, durante la etapa. (EFE/Javier Lizón)

Aquello de la Operación Roble

Paradojas de la Corsa Rosa... hoy llegan al Gran Sasso, donde tuvieron encerrado a Mussolini, y la sede de la Gazzetta estaba, cuando nació el Giro en 1909, al ladito de la Piazzale Loreto, que es sitio fenomenal para quedarte colgado...

Ah, al mando de aquello del Gran Sasso (Operación Roble, muy germánico) estaba Otto Skorzeny, una especie de Rambo fascista (disculpen la reiteración), con cicatriz bien gorda en la cara (los fachas tienen una filia raruca con amputaciones y rostros desfiguraos, que le pregunten a Millán Astray). Este Skorzeny luego se vino para España, porque era nazi, pero nazi-nazi, pero tampoco vamos a meterle en la cárcel solo por ser nazi, ¿no?, hay que olvidar, abrazarnos los unos a los otros, dejar que el pasado quede en el pasado. Murió tranquilamente en Madrid, tomándose unos copardos gordísimos cada noche en terrazas y cabarets...

Historias.

El ciclismo también tiene, no vayan a pensarse. Las caídas, por ejemplo, que llevamos unos días tontísimos de caídas, con toda la lluvia, y el frío, y los corredores (que parecen menos hábiles, por decirlo suavemente), y las carreteras sucias, y los pasos por pueblucos, y los perros (no me lleven los perros a ver bicis, hombre, que los perros son más de estar en el campo), y la tensión, Pedro, la tensión. Vamos, que todos llevan dos o tres magulladuras en las nalgas, y eso siempre introduce factor de incógnita, así que vaya usted a saber. En condiciones normales... bueno, en condiciones normales no debería pasar gran cosa. Vale, son dos mil metros de desnivel, más de una hora subiendo, y tres kilómetros al final bien duros... pero esta peli ya me la sé yo. Que si queda muchísimo, que si el domingo hay crono, que si el equipo se desgasta, que si mi entrenador me dijo que solo apretase a partir de Misurina. Y luego... pues lo del año pasado, que ganó alguien a quien no conocería por la calle. En fin.

Pero eso... el desgaste y mi fe inmensa en la humanidad me hacen ser moderadamente optimista, ejem...

(Eso y que se subían, también, Rionero Sannitico y Roccaraso, que es donde se decidían Giros en los años veinte... en los años veinte del siglo XX, claro, pero siempre es justo recordarlo).

placeholder Bais celebra el triunfo. (EFE/Javier Lizón)
https://cms.elconfidencial.com/front/list/Bais%20celebra%20el%20triunfo.%20(EFE/Javier%20Liz%C3%B3n)

Los paisanos del Giro

Al lío.

Que llega la escapada, que llega. Tres paisanos, de tres equipos chiquitucos. Davide Bais, Simone Petilli y Karel Vacek. Uno de ellos habría de ganar, porque empiezan a subir el Gran Sasso con once minutos. Que, vale, son más de cuarenta kilómetros para arriba, pero tampoco tenemos previsiones de tempestad, así que... Y eso, llegan los escapados. Hay equipos a los que les sobran las victorias, parece. Igual es que, como se salía de Capua, andaban empachados de placeres, oigan.

De tal forma que... ustedes venían a por una carrera y se van a llevar dos al mismo precio. Parcial y lucha entre los grandes. Ya ven, venimos generosos. Pero será al final todo el tema, porque coronan Calascio todos los buenos al chachachá, el chachachá del tren, qué gusto da viajar, cuando se va en exprés. Bueno, en exprés ni idea, pero tira el equipo de Leknessund, que quiere salir por la tele. Este Giro es un Giro de escuadras monstruosas. Monstruosas. Pero monstruosas no en plan Molteni, tampoco en plan Gewiss 1994, no... Monstruosas en plan monstruo del lago Ness, que hay dos o tres chiflaos defendiéndolo(s) y el resto nos descojonamos cada vez que sale a pasear. Esto puede ser positivo... o no. Que no haya equipos dominadores quizá redunde en descontrol y locura generalizada... pero mi experiencia me dice que realmente provoca bloqueos y vigilancias bochornosas, vaya usted a saber razones...

A ver, se van consumiendo kilómetros como si fueran pollos en el parking de una discoteca (pollos asados, no piensen mal). Se van consumiendo kilómetros, digo, y las caras de los competidores son... apocalípticas. Reflejan dolor, reflejan angustia, reflejan un esfuerzo más grande al que hace usted para ir al curro por la mañanita y luego no dormirse viendo esto. Reflejan... miren, en serio, reflejan una pachorra total y absoluta. Hay un barrido de la cámara, los señores de la tele (ay, los señores de la tele, cómo gritan, qué cosas más raras les interesan, a los señores de la tele) nos hablan de ritmo incómodo, de tíos que aguantan malamente la rueda, de gestos crispados por trabajos de Hércules... Miren, no me toquen las narices. Hay un barrido de la cámara y Evenepoel tiene expresión de ir escuchando a Laura Pausini, Almeida se recorta el bigote, cinco o seis desconocidos llevan la boca cerrada, los brazos flojitos y un sudoku en la mano izquierda. Hay un barrido de cámara y yo he visto más exigencia física en oposiciones a secretario judicial. Hay un barrido de cámara y Bahamontes lanza tres juramentos, Hinault tira un ladrillo a la tele y Merckx se caga en Merckx. Hay un barrido de cámara y nuestras ilusiones son barridas...

placeholder Evenepoel, en plena séptima etapa del Giro. (Reuters/Marcelo del Pozo)
Evenepoel, en plena séptima etapa del Giro. (Reuters/Marcelo del Pozo)

Una etapa sin giros de guion

Hay menos tensión que en un capítulo de Médico de Familia, en serio.

Eso sí, paisajes tenemos, paisajes bien bonitos. Pero es que en el pelotón aguanta su cuñado Juan Francisco, el que invirtió en criptomonedas, Michele Copolillo haciendo una brevet y hasta un señor de San Stefano di Sessanio que va a ver sus cabras, que las tiene por el lago Racollo (se queda un ratuco hablando con Pinot sobre los animalitos, ninguno va apurao, ni jadean).

Están humillando al Gran Sasso, Otto Skorzeny se debe revolver en su tumba (es lo único bueno de la etapa, por otra parte).

Ojo, quince a meta y selección. En el grupo solo aguantan doscientos cincuenta y tres tíos, siete motos, un hipster, tres youtuber y dos piedras de cuarzo que no dan pedales, pero les sirve para aguantar ese ritmo. Hay una autocaravana en la cuneta... ni salen a ver pasar los corredores. Luego los entrevisto. Mire, Marcos Pereda, es que para el otro lado había paisajes chulísimos, y como de acción andan así-así pues... Asiento, comprendo. Me lo he inventado todo, pero podría pasar perfectamente. Luego leerán ustedes epicidades sobre la etapa, qué duro es, qué titanes los ciclistas, si no puedes ir así de rápido no escribas, etcéteras. Pero la realidad es... coñazo. Denles una carretera más ancha, para que pueda ir el pelotón con tres docenas de tíos así, soltando patucas uno al lado del otro.

Ah, sopla viento de cara. Como en todos los puertos de todas las carreras desde hace un montón de temporadas. En las Clásicas, curiosamente, nunca hay viento de cara. A Tadej no le pega el viento de cara, van der Poel nunca pilla viento de cara. Casualidades, qué mala suerte.

placeholder La afición estuvo pendiente de Roglic. (Reuters/Marcelo del Pozo)
La afición estuvo pendiente de Roglic. (Reuters/Marcelo del Pozo)

La distancia de los escapados

Tres a meta y los escapados (llevan más de doscientos kilómetros) mantienen distancias desde hace cuarenta minutos. Segundín arriba o abajo. Vuelvan a leerlo. Y ese es el resumen. Ah, Roglič va bastante retrasado en el pelotón, pero nadie prueba nada, porque, total, quién es Roglič, a quién interesa Roglič, supongo. Salta un Cofidis y todos dicen que nanai, que ellos no pican, que esos créditos son para los muy desesperaos (los de los pollos en parkings, se me ocurre). He visto etapas acabando en Valladolid con menos paisanos por el pelotón. Uno ya piensa maldades... que si boicot por etapas largas (largas para los ciclistas, yo defiendo el fondo), que si huelga de piernas caídas porque ayer era peliagudo el circuitín, que si homenaje al nuevo Rey de Inglaterra reproduciendo un día estándar de labor regia... No sé. Ni siquiera sé si prefiero que esta monstruosidad haya sido competición de verdad (no jodas, entonces) o protesta encubierta (no jodas, entonces).

Pero ojo, porque se pone a tirar Carlos Verona. Faltan dos kilómetros, se pone a tirar Carlos Verona, y toda Andorra estremecida. Se pone a tirar Carlos Verona porque... mira, macho, yo qué coño sé, si ya es imposible pillar a los de delante, si van en el grupo Urs Freuler y Manuel Jorge Domínguez. Bueno, bien, bravo... movimiento ambiciosísimo de Movistar, yo soy español, español, español, lololo, pásenme perras. Finalmente tiró para nada, que es lo que todos pensamos cuando lo vimos ponerse a tirar.

Y etecés.

Ah, llegan los tres de delante al sprint, porque cualquier bochorno es susceptible de empeorar. Arrancada de Davide Bais, los señores de la tele contentísimos, yo mirando por la ventana, a ratos cae lluvia, dos paisanos trabajan la huerta frente a mi casa, están poniendo palos a las judías, victoria de Davide Bais, un zarcillo subirá ya mañana, los tomates están bien guapos. Emocionantísimo.

Ojo, que llega el pelotón. Ojo, que llega el pelotón, y esto es menos trepidante que un partido en la fase previa de Óliver y Benji, menos trepidante que un concierto de Manu Tenorio, menos trepidante que una peli de Isabel Coixet. Sprint le-gen-da-rio... absolutamente legendario. ¿Saben? Ni se lo cuento. Ah, Leknessund mantiene la maglia rosa. No es culpa suya.

Menudo bochorno.

No se vayan aun, colegas, no se gayan del Giro, porque quedan montones de cosas. La crono del domingo, el Croix Couer, Bondone, Lavaredo, Zoldo Alto. No se vayan aun, que esto puede revertirse. Prometido.

Pero hoy, para serles sincero... menudo bochorno.

Jodo, así, de primeras... terror. Porque da miedito, el nombre. Es imponente, es imperial (tiras hasta más arriba de Campo Imperatore, así que imaginen). Montañas bien tochas, altiplanicies con pastos que parecen el Tíbet cercuca de Roma. Algo como para ponerse al tembleque.

Remco Evenepoel
El redactor recomienda