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Las historias del Lago Laceno o cómo Paret-Peintre venció en la cuarta etapa del Giro
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EVENEPOEL, LÍDER EN LA GENERAL

Las historias del Lago Laceno o cómo Paret-Peintre venció en la cuarta etapa del Giro

El belga mantiene la 'maglia' rosa, con una pequeña ventaja por delante deRoglic. Esta etapa de la gran vuelta italiana ha estado cargada de mucho colorido y apoyo de la afición

Foto: Paret-Peintre ganó la etapa. (Reuters/Jennifer Lorenzini)
Paret-Peintre ganó la etapa. (Reuters/Jennifer Lorenzini)

Cuatro historias del Lago Laceno.

No.

Cuatro historias del Giro en el Lago Laceno.

Eso mejor.

A ver, hay más... hay más historias del Giro en el Lago Laceno, pero con cuatro es suficiente, como dijo su primo Adolfo, el que estudió en Pamplona, al cumplir los 26. Así que... cuatro. En desorden cronológico, porque aquí somos de natural posmodernetes.

El Lago Laceno (el Lago di Laceno, pero no decimos bien Tour de Flandes como para meterse en movidas novedosas) está en Campania. Para que ustedes se sitúen... casi enfrente de Nápoles y Salerno, pero al interior, un sitio de montañas, y praderas, y tranquilidad (vamos, lo contrario a Nápoles y Salerno). Para llegar allí (es el clásico sitio de llevarte la tortilla o hacer barbacoas mientras trasiegas calimocho malo) debes subirte antes el Colle Molella. Cinco kilómetros muy fáciles y tres kilómetros muy duros. A ver, no es Lavaredo (ni siquiera Gran Sasso) pero hasta que llega Lavaredo (o hasta que llega Gran Sasso) sirve para sacar conclusiones erróneas tras 63 segundos de intensidad...

placeholder Evenepoel se mantiene como líder del Giro. (EFE/Chema Moya)
Evenepoel se mantiene como líder del Giro. (EFE/Chema Moya)

Laceno, como primer test de montaña

Es lo que pasó en el 98. El Giro de 1998, ese donde Pantani se picó con Bartoli, y Pantani se picó con Bettini, y Pantani se picó con Zülle, y luego Pantani se picó con Tonkov, y menos mal que Pantani no anduvo picado con nadie de la UCI antes de la última crono, porque menuda crono aquella última crono. En fin. Pues eso, que llegaron al Laceno como primer test de montaña, y allí atacó Pantani, y le mantuvieron distancias, y coronó en solitario Molella, pero en el cresteo hasta el Lago lo pilló Alex Zülle, y lo dejó tirao como se dejan tiradas las cintas TDK donde grabaste una selección de temas heavys pero románticos para la mozuca aquella, y le metió medio minuto (Zülle a Pantani, digo, lo otro ya es cosa de su mente sucia), y tenía el Giro sentenciado, Alex, porque a ver cómo le recuperas tanto, a Alex, con dos cronos aun, Alex, que te hace cronos bien tochas, Alex. Pasa que aquel año Zülle pidió (lo cuenta Willy Voet, no lo cuento yo) el mismo colacao para la noche que tomó Laurent Dufaux en el Tour de Romandía que acababa de terminar, y ese colacao concreto (lo cuenta Willy Voet, no lo cuento yo) te deja el estómago hecho un cisco para tres semanas, porque una semana guay, pero para tres semanas pues regu (y esto lo cuenta Willy Voet, no lo cuento yo). Así que 1998, primera estación del Lago Laceno, ora pro nobis.

Segunda estación, año 2012. Un grupo pequeñuco, pero grande (quien haya visto carreras de bicis en las dos primeras décadas de esta centuria sabe perfectamente de lo que hablo), sube en dirección al Lago Laceno. Cierto ciclista pena, va descolgándose, lleva esos dos metritos que bautizaremos como “metritos Zenon”, porque somos más viejos que la gripe. El tío calza culo cual Olano en 1997 y pedalea de forma feísima. Hace, por si fuese poco, muecas con la boca. Que no te pido yo un Gianni Bugno, pero... En fin. Y eso, los favoritos se miran, nadie quiere gastar un gramo de fuerzas (atacar a cinco kilómetros es considerado kamikaze en aquel Giro), miraditas, tira tú, no, tú, no, calla, tonto, el ínclito Ryder empalma, Pozzovivo alza los brazos y completa la festividad de los ciclistas antiestéticos. Dos semanas más tarde nuestro “metritos Zenon” gana el Giro de Italia. Sí, amigos, Ryder Hesjedal tiene un Giro más que José Manuel Fuente. En fin. Supongo que todos los que estaban allí aquel día, en el Lago Laceno, quedaron contentísimos con su actuación... para qué rematar al enemigo moribundo, si luego aceleras en Asís y te pones to guapo con la maglia, ¿verdad? Aclaremos, la atizada se la lleva Joaquim Rodríguez porque me cae cerquita, pero vale igual para Ivan Basso, para Michele Scarponi, para Roman Kreuziger. Bien regalao ese Giro en Laceno, oh, sí...

Tercera estación de nuestro Calvario. Saltuco atrás en el tiempo, ya les dije que no íbamos a ser rigurosos. Giro de 1976. El que salió de Sicilia, el decadente de Eddy, el de la tragedia Santisteban, el de primera llegada en Laceno. Y allí... En fin, que arrase belga. Arrase del Brooklyn, ese equipo con maillot sacado de Vengadores: Infinity War, que era como unos Harlem Globetrotters recién salidos de Flandes, patilludos, fiesteros y con más barro masticao que el becario de Atapuerca. Aquel día ganó Roger de Vlaeminck, que era jefe de la banda (líder del gang), pero por Molella pasa destacado (bueno, va con Panizza, el que era Wladimiro por Lenin) Johan de Muynck. Luego los capturan, y alza brazos de Vlaeminck, ya les dije, porque de Vlaeminck andaba una barbaridad en el Giro, pero pasa en cabeza Johan de Muynck. Acabó segundo en Milán (lo ventila Gimondi a dos días del Duomo, parcial en Bérgamo, vaya usted a saber qué pasó allí), ganó dos años más tarde. Es, a día de hoy, el último belga (el último flamenco) que trincó maglia rosa definitiva.

placeholder Roglic es uno de los candidatos a ganar el Giro de Italia. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Roglic es uno de los candidatos a ganar el Giro de Italia. (EFE/Rodrigo Jiménez)

El liderazgo de Evenepoel

Es sí, el espejo donde mira, hoy, Remco Evenepoel.

Porque Remco Evenepoel debía firmarte la cuarta historia del Lago Laceno. En uno u otro sentido, pero la cuarta historia. Fue tan contundente lo del sábado... tan Manowar, tan primer corte del De Mysteriis Dom Sathanas... Todos esperan a Remco... para aplaudirle o para dejarlo clavao, pero todos esperan a Remco, sí...

Miren, yo no les voy a vender pollinos. Hoy queríamos a Remco, vale, pero si Remco no se pasa por aquí (igual libra, o le ha salido otro plan, o se queda en casita viendo tres capítulos de Campeones, lo que viene a ser un saque de centro) tampoco voy a volverme loqueras, porque es primera semana del Giro, y la primera semana del Giro siempre fue de esta forma, siempre fue más Urs Freuler que Baronchelli, siempre fue gelati y espresso (corto, de un trago, en la barra). No se me asusten, no se me marchen.

Que más tarde tenemos Bondone.

La deseada 'maglia' rosa

Y, vamos... al Laceno. Escapada interesante. Escapada interesante con nombres más eufónicos que Francis Ford-Coppola. A mí los nombres eufónicos me chiflan mucho, porque una cosa es llamarte Lope y otra muy distinta es que te digan Pérez (postapelliden ustedes). Aquí teníamos a Paret-Peintre (que parece un novelista de la noveau roman, alguien que escribe para que no lo entienda ni Merckx), Leknessund (lo vi en directo por la Arctic y no asistía a tal exhibición de potencia desde que Josemari Bakero dejó de hacer sentadillas), Warren Barguil (lo que pareció Warren Barguil, macho), Albanese (bien), Nicola Conci (mejor), Toms Skujins (ojo) y... redoble... Amanuel Gebreigzabhier Werkilul. A tomar por el culo, ya tengo favorito para siempre, pónganme un maillot con el nombre de Amanuel Gebreigzabhier Werkilul (en la espalda me entra, que soy anchote), qué tío más grande Amanuel Gebreigzabhier Werkilul, club de fans de Amanuel Gebreigzabhier Werkilul, luego ponemos el bizum. Distancia estable, los compis de Evenepoel tirando, pero tirando para no tirar, tirando para hacer como que tiran. Hay posibilidades. Los hooligans de Amanuel Gebreigzabhier Werkilul tenemos tensión y dolorcillo de tripa...

Porque llegan a lo último, al pie de la subida final, con sus buenos cinco minutos, y con sus buenos cinco minutos no se les puede andar escapando, por mucho que se ponga aquí a tirar la Molteni. Así que entre estos siete está... Y la maglia rosa va de regalo, casi seguro...

placeholder Paret-Peintre celebra su victoria en la cuarta etapa. (Reuters/Marcelo del Pozo)
Paret-Peintre celebra su victoria en la cuarta etapa. (Reuters/Marcelo del Pozo)

Las exigencias de Leknessund

Así que dos carreras. Delante, por la victoria. Detrás, por los segundines. Fuego real, fuegos de artificio. Ataca Conci, luego Skujins. Pum, chas. Primero nada, después nada, más tarde esperan. En el pelotón asoma Hugh Carthy, perfectamente reconocible porque parece ir muriéndose y porque lleva el maillot más feo de todos los tiempos (empatao con aquel de pececitos que tenía la Vuelta). Pero, todavía, na. A Skujins lo pillan Leknessund, Paret-Peintre y nuestro putísimo ídolo, Amanuel Gebreigzabhier Werkilul, vamos, Amanuel, todos con Amanuel. Ineos pone ritmillo, aunque uno no sabe muy bien para qué puede poner Ineos ritmillo. Bueno, igual es porque Evenepoel está ya solo, y no es buena noticia, esa, para Evenepoel, porque se han subido el equivalente a Alisas y el Alto del Churi, que no es para quedarse solo, que acojona, sí, cómo pueda vérselas en Lavaredos y similar.

Ohhh... nuestro gozo en un pozo. Los dos tíos con nombres acojonantes (Leknessund y Paret-Peintre) dejan clavao al tío con el nombre más acojonante de los acojonantes, Amanuel Gebreigzabhier Werkilul. Luego Leknessund aprieta, se va solo, tira unas riñonadas como mi padre cavando para plantar maíz, lo sigue Aurélien cerquita, a unos metros, y los dos se dejan un montón de fuerzas, y es un falso llano, pero qué falso, pero qué falso eres, falso llano, y luego ya vuelve a subir en condiciones, y Leknessund se alza sobre los pedales y pone exigencias, pero más o menos parece que los dos aguantan el asunto a chepazos, tirando de desarrollo (qué gusto, oigan, ver dos paisanos que tiran de desarrollo, alejarnos de aquel molinillo que era antiestética pura, que era más feo que Miss Klingon Oriental), mirándose así, como de costao, manejando ventajas y esperanzas, porque para ambos sería victoria grande, sería joyita en el palmarés, sería algo como para llamar corriendo a casa y decir, sí, mira, pon la tele, que hoy salimos.

300 a meta, tira Leknessund, el francés a rueda, el francés salta a 100, el francés gana, gana Aurélien Paret-Peintre, nuestro filósofo situacionista preferido. Leknessund, pobre, se queda con la consolación de una maglia rosa. Que es buena consolación esa, eh.

¿Y los favoritos? Pues, miren, los favoritos na de na. Los favoritos en un grupo de veintipocos, los favoritos con Ineos trabajando, con Remco Evenepoel solísimo, porque la escuadra de Remco Evenepoel sube menos que yo en diciembre. Combate nulo, y uno no sabe a quién beneficia, pero combate nulo.

A ver, yo se lo advertí por allá arriba. No se me vayan a enfadar ahora.

Con todo lo que queda...

Cuatro historias del Lago Laceno.

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