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Un flamenco el 23 de abril: Remco Evenepoel repite victoria en la Lieja
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Mala suerte para Pogacar

Un flamenco el 23 de abril: Remco Evenepoel repite victoria en la Lieja

El belga firmó su segundo Monumento, los dos en Lieja, tras liderar en solitario ante la ausencia de un Pogacar que abandonó por caída cuando estaba inmerso en la pelea

Foto: El vencedor belga celebra el triunfo. (EFE/Julien Warnand)
El vencedor belga celebra el triunfo. (EFE/Julien Warnand)

Lieja. La Lieja. Pesadilla para filólogos, positivistas y locutores que gruñen. ¿Cómo le decimos? Aquí siempre fue la "Lieja-Bastón-Lieja", solo que eso no nos vale, porque es mezclar castellano y francés (y eso casi nunca da buen resultado, salvo que tengas resiliencia borbónica). Así que deberíamos tirar con lo de Lieja-Bastoña-Lieja, pero queda raro, porque Bastoña parece el pueblo ese donde pasaba usted el mes de agosto, y no una ciudad cosmopolita (o como sea). En la lengua de Anquetil... pues Liège-Bastogne-Liège (se pronuncia "Liesh-Bastón-Liesh") y tampoco acaba de satisfacernos. La memoria, que es puñetera, y la tradición no ayuda. Así que nos quedamos con la Lieja, y punto, ¿vale?

Miren, seamos sinceros... hasta hace unos años la Lieja pues... meh. Buah, Buff. No jodas. Vamos, que te lo veías por obligación, porque es un Monumento, porque tocaba, porque sí, por Bernard y por Eddy, pero... Te caía el asunto entre el ciclismo que siempre fue ciclismo de verdad (las Clásicas de adoquín) y el ciclismo que (casi) siempre fue ciclismo de verdad (el Giro de Italia). Y, en medio, las Ardenas. Las Ardenas que duraban un Cauberg, un Huy y un Ans (vamos, que un ná). Si entonces hasta acababa el asunto en el parking de un supermercado, que no es sitio, no, el parking de un supermercado para terminar Monumentos. En el parking de un supermercado usted se bebe unos litros, toma malas decisiones y lamenta la falta de profilaxis, pero no emula a Roger de Vlaeminck. Y eso, que no se emulaba a Roger de Vlaeminck, y teníamos unas Liejas que hacían bostezar al sueño, y se aplaudían vedettes grandebouclerianas que corrían grandebouclerizando las Clásicas y te dejaban cara de vale, guay, y ahora que empiecen las bicis. Pero las bicis buenas.

Luego ya sí, luego llegaba Italia, y estaba Ivan Quaranta con más culo que el señor Ferrari (el del Rick´s, no Michele), y Simoni llamaba gilipollas a Cunego, y Froome iba por la autostrada a toda hostia sin casi subir vatios (bueno, esto mejor se olvida), y todos éramos más felices. Sucede que estamos en una añada buena de corredores, una que me cuestiona si lo que yo veía antes no sería curling o partidas de scattergories en lugar de ciclismo. O tempora, o mores. Y eso, que ciclistas buenos, con calidad, orgullo y motor. Vamos, que llevábamos Liejas bien bonitas, y esta pintaba fenomenal igualmente. Yo es que soy así, me ilusiono con poquito (tengo entradas para un concierto de Fórmula Abierta).

Dos ciclistas históricos

Y mimbres... pues montones. Al menos dos. Fundamentalmente dos. Qué coño, solo dos. Dos ciclistas, dos tíos que buscaban igualar récords de los que se cuentan por décadas (récords de verdad, no esos que ponen los influensers en redes sociales con mayúsculas bien grandes, HISTÓRICO, y otras mierdas). De un lado teníamos a Tadej Pogačar. A mí me encanta Tadej Pogačar. Me encanta pese a que para hablar de él tengo que copipegar su nombre desde la wikipedia, porque no encuentro la C con carón en mi teclado (además de carón le pueden decir ustedes strešica, si van de cools). Y eso, que me chifla Tadej, porque es el más conservador de los locos. Lleva Tadej dos añitos en los que juega la táctica más sencilla de todas: como soy el más fuerte vamos a llevar esto de las bicis al terreno de la fuerza. De la agonía. De los ataques y sálvese quien pueda. Que suelo ser yo.

No hagan caso de quienes dicen que es arriesgado... arriesgado es llevar otros cinco paisanucos en el último grupete y que te gane Gerrans (situación totalmente ficticia, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia). Así se cepilló Ámstel, así se cepilló Flecha (bueno, Flecha no, Flecha parece un caso perdido) y así se venía a completar el Tríptico de las Ardenas. Por el camino... pues cerrar la mejor temporada “pre-Grandes-Vueltas” desde Eddy Merckx. Bueno, les concedo empatar con King Kelly, pero solo porque yo adoro a King Kelly... Después Tadej no pudo pasar del kilómetro cien. Caída, retirada, rotura de escafoides, operación esta misma tarde. Si falla en julio alguno dirá que tal y que cual. Son esos a los que no les gusta el ciclismo, sino el "yoyalodijismo". Vamos, que venderían a su madre (y dos pinarellos) por tener razón. No hagan caso. Tener delante bendiciones en forma de campeón y no disfrutar con ellas es para amargaos. Aunque en Lieja a Pogačar le saliera todo mal.

placeholder Mala suerte para el esloveno. (EFE/Olivier Matthys)
Mala suerte para el esloveno. (EFE/Olivier Matthys)

También le salió todo mal al otro gran favorito, Remco Evenepoel. Porque ya me dirán ustedes si no es que te salga todo mal el salir con un coulotte blanco. Cou-lo-tte-blan-co. Merckx nunca llevó coulotte blanco, a Hinault le propusieron un día llevar coulotte blanco y el otro aun anda buscando los dientes. No es digno, no, eso del coulotte blanco. No es digno. Los coulottes son negros, Remco, los coulottes son negros. Te admito lo de que me vayas con las manos descubiertas, porque soy un tío generoso, pero yo esta victoria te la pongo entre paréntesis. No porque se cayera Pogačar (eso forma parte del juego) sino porque ganar con coulotte blanco es ganar peor...

Bueno, seguimos... llegaba Evenepoel a romper marcas vetustas. Un cuarto de siglo desde que alguien repitió en Lieja. Treinta y seis desde el último vencedor de arcoíris. Tenemos que ir hasta Bernard (si no saben qué Bernard pueden dejar de leer ya mismo) para ver alguien enlazando Mundial, Gran Vuelta y dos Monumentos en solo doce meses. Ya ven, fruslerías, cosas menores. Si cuando les digo que disfruten es por algo... Y eso, carrera. Salimos de Lieja, tiramos para Bastoña, volvemos a Lieja. Qué fácil. Siete mil doscientas cotas, aproximadamente, trescientos mil metros de desnivel señalaban algunos. Bueno, ya saben. Pero dura sí, dura de narices.

La cosa fue, si quieren, hasta algo decepcionante. Porque nosotros nos pusimos a ver un Newteam vs Toho y resulta que en el Newteam se había lesionado Óliver, jugaba el portero ese que hacía bueno a Busquets (padre) y el resto estaban bajos de forma. O sea, que fácil para Mark Lenders, y Remco tiene algo de Mark Lenders, porque gasta caruca de mala hostia y la concentración de Bobby Fischer ante el tablero (la concentración de Bobby Fischer fuera del tablero es cosa de un Betancur o un Rujano). Se quedaba solo Evenepoel, parecía llegar con piernas de fuego y además le funcionó bien el equipo, así que estaba el asunto más que visto para sentencia. Quiero decir... vale que anduvo clavadete unos metritos en Mont Caro, pero yo también anduve clavadete muchos metritos en Mont Caro, y si usted no ha andado clavadete unos metritos en Mont Caro es porque no ha subido Mont Caro, y hasta ahí el añazo daba para enmarcar... Así que, esos metritos al margen... favorito único tras la caída de Tadej.

Tiremos, entonces, por los detalles. Cuando en un momento tiraba de los escapados Osborne (sin relación con Ozzy) y del pelotón van Wilder (sin relación con Zakk). O cuando Jan Tratnik encendió su tractor y empezó a pasar gente. A mí me encanta Jan Tratnik... tiene menos pinta de ciclista que su primo Sebastián, el que es socio del Coslada, pero luego camina mucho, y hasta tiene mofletes, y que viva Jan Tratnik, hostias, ya. Era líder de su equipo (o un electrón libérrimo) porque Jumbo decidió que, mira, si Monumentos nos sobran, si para qué vamos a cansarnos, si solo tenemos tres grandes ases, mejor los guardamos todos para el futuro. Me citarán esta frase ustedes en julio (o no), pero seguirá siendo igual de incomprensible...

El belga volvió a brillar

Digamos, por seguir con los detalles, que Evenepoel calcó lo del año pasado. En la tele andaban unos señores empeñadísimos con que iba a lanzarse desde Stockeu, pero yo no lo veía, y eso que yo soy optimista de cojones, que yo me vi entera la etapa de Cluses en el Tour de 2002 esperando que Beloki metiera mano al yanqui... Hasta ese grado de optimismo he gastao, pero lo de Stockeu... Vamos, que no pasó nada en Stockeu, llámenme vidente, y tampoco en Haute-Levée, ni en ningún sitio hasta La Redoute, que es donde se deciden estas cosas a lo bien.

Allí ataca Evenepoel, con ese estilo suyo tosco, derrapando, todos los músculos tensos, cara con una mueca simpática como la de Clubber Lang en los Premios Goya. Igual que hace doce meses, igual que (me la juego) va a suceder doce meses más adelante. Todos se espatarran, porque nadie es rival. Bueno, sí, Tom Pidcock. Tom Pidcock tiene la boca grande, la ambición enorme y unas expectativas sobre sí mismo que sus piernas (a veces) no pueden mantener. Le pasó en el Keutenberg con Pogačar y le acabó pasando aquí con Evenepoel. No importa, él sí sabe hasta dónde llegan sus límites. Perder frente a los otros dos, y de la manera que lo hizo, es ir sembrando victorias a futuro. He repasado los pódiums de La Doyenne en las últimas dos décadas y el nombre de Pidcock es de los más relucientes allí. Porque hasta para perder hay maneras...

placeholder El podio final. (EFE/Julien Warnand)
El podio final. (EFE/Julien Warnand)

Él perdió, aclaremos. Evenepoel mete dos metrucos, tres, cinco casi arriba. Luego remonta el británico en la primera curva del descenso, porque él desciende como nadie y Remco desciende como demasiaos. Pero... cuestión de tiempo. Falso llano ascendente, el belga sentadito, bajando las patas de una forma que haría sonreír a James Watt, todo potencia y fiereza. Y el otro se rinde. Deja de pedalear, empiezan los jadeos con toses de ácido láctico. Jaque mate. Yo lo sabía, usted lo sabía, Pidcock también. Solo que él tuvo la raza suficiente como para arañar después un segundo puesto. Aplauso. Tercero fue Santiago Buitrago, siempre a la contra, y cuarto ese extraño elemento que es Ben Healy, con sus greñas camaronescas, su barbita para secundario de Guy Ritchie, el manillar más estrecho del mundo y un casco grande como el de Rick Moranis en ya saben ustedes qué pelí. Jovencito, sensacional esta semana. Para seguirlo, más allá de la estética...

También aplauso a Evenepoel, oigan. Subió imperial la Côte des Forges (icono generacional para muchos, espacio inolvidable para el Bruyneel que aun no estaba sancionado de por vida), subió imperial la Roche-aux-Façons (que tiene un nombre acojonante, pero ha visto bochornos tipo concierto de Guns N´ Roses allá por 1993), rodó imperial camino Lieja. Llevaba en las mangas de su maillot un dibujo de Napoleón Bonaparte, que también era bajito y gastaba muy mala hostia. Casualidad, ya ven... Segunda Lieja consecutiva para el chico. Un veintitrés de abril y flamencos que triunfan otra vez, qué rabia, siempre ganan los mismos, cuanto más vieja la yesca / y más duro el pedernal / si los pinares ardieron / aun nos queda el encinar. Pero no me le cuenten cosas así a Remco Evenepoel, oigan, que seguramente ni le suenan. A él solo queda disfrutarlo.

Lieja. La Lieja. Pesadilla para filólogos, positivistas y locutores que gruñen. ¿Cómo le decimos? Aquí siempre fue la "Lieja-Bastón-Lieja", solo que eso no nos vale, porque es mezclar castellano y francés (y eso casi nunca da buen resultado, salvo que tengas resiliencia borbónica). Así que deberíamos tirar con lo de Lieja-Bastoña-Lieja, pero queda raro, porque Bastoña parece el pueblo ese donde pasaba usted el mes de agosto, y no una ciudad cosmopolita (o como sea). En la lengua de Anquetil... pues Liège-Bastogne-Liège (se pronuncia "Liesh-Bastón-Liesh") y tampoco acaba de satisfacernos. La memoria, que es puñetera, y la tradición no ayuda. Así que nos quedamos con la Lieja, y punto, ¿vale?

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