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La Vuelta a España: en Países Bajos hay emoción regular, pero Roglic domina y Soler gana
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Mejoró en la llegada al País Vasco

La Vuelta a España: en Países Bajos hay emoción regular, pero Roglic domina y Soler gana

El inicio de esta Vuelta a España deja el primer triunfo español en una grande desde hace dos años, que se dice pronto. Lo de Holanda, eso sí, deja un regusto amargo de competición

Foto: Marc Soler celebra su gran victoria. (EFE/Javier Lizón)
Marc Soler celebra su gran victoria. (EFE/Javier Lizón)

Holanda. O Países Bajos, si es usted comentarista televisivo gruñón. O Flandes, desperta ferro, cierra, España, hostias ya, como dice Pérez-Reverte. Los muchachos esos del norte, los que tienen carriles bicis, y canales, y un montón de postadolescentes con ojos rojillos fumando mierdas y hablando muuuuy despacio, sí, colega, muuuuy despacio, qué guay, tío, cómo sube, tío, tráeme un donus de chocolate, tío, mira mi mano, tío, mola, tío.

Holanda.

Los neerlandeses son clasicotes en esto del ciclismo. Tienen dos tíos ganando el Tour (Jan Janssen y Joop Zoetemelk), dos triunfando en la Vuelta (Jan Janssen y Joop Zoetemelk, tampoco me pidan mucha originalidad), y otro con el rosa milanés (ese Tom Dumoulin que se sobrepuso a la cagada del Stelvio). También campeones del mundo, triunfadores en Monumentos, Wim van Est haciendo vuelo sin motor en el Aubisque, Gert-Jan Theunisse asustando viejas en callejones oscuros, dame todo lo que tengas, que estoy muy loco, que estoy muy loco. También tuvieron sus épocas oscurísimas, con mayonesas cortadas en el hotel del PDM, Rooks subiendo HCs como si fueran la Redoute y cierta sensación de Panoramix al aparato.

En fin, eran otros tiempos (ejem).

Foto: Marc Soler, celebrando el triunfo de etapa. (EFE/Javier Lizón)

Ahora los holandeses domeñan el ciclismo mundial, con ese equipo Jumbo arrollando locamente. Vale, sus líderes son eslovenos (es lo trendy hoy), daneses o belgas (van Aert tiene dni flamenco, aunque realmente nació en Krypton), pero es que las bicis se han mundializado a montones, y cualquier día nos mandan el próximo gran campeón por internet...

En justa consideración a ese repunte de los oranjes la Vuelta a España decidió salir desde Utrecht, y recorrer durante un fin los Países Bajos. Homenajeando, que es gerundio. Aunque, miren... ¿saben qué?, vamos a ser sinceros... la Vuelta se ha ido hasta allí porque les ponían una morterada bajo el morrruco, y con una morterada bajo el morruco posiblemente hubiese salido de Grozni, Ulan Bator o Nuuk, capital groenlandiana (o groenlandesa). Vamos, que no le busquen el traspiés al gato (lo de los tres pies es error común, gaznápiros) porque aquí va la cosa de billetes. Y punto. Que no está mal, y hubo ambiente, y cientos de miles de millones de trillones de personas en las cunetas, pero... Pasta. Pasta gansa. Pasta gordísima, pasta jugosa, pasta carbonara, pasta con tomate y chorizaco.

¿Lo deportivo? Bueno, pues en fin, que muy majos todos, que cuadro impecable. Crono por equipos y ganan los héroes del pueblo, y se pone líder Robert Gesink, que se tiró década y pico siendo gran promesa y de ahí, zas, en una tarde hasta veterano con galones. Para que hagan ustedes cargo... Gesink fue gran rival de Valverde en la Vuelta que ganó el de Las Lumbreras (va sin segundas, lo juro). Imaginen. Justo premio para Robert, que parece majo, que tiene historia de superación detrás y que sale contentísimo en las fotos.

placeholder Roglic, el gran líder. (EFE/Javier Lizón)
Roglic, el gran líder. (EFE/Javier Lizón)

Debajo... Primož Roglič saca las primeras distancias, que es una manía suya aquí en la Vuelta, como lo de desayunar pan con tomate o tomar un chato en las fiestas de La Patrona. Cosas serias con algunos, casi cincuenta segundines a Enric Mas, algo menos con Landa (que tiene la misma motivación que yo ante una serie de doscientos abdominales) o Hindley (sigo sin saber cómo es su rostro... podría tener tentáculos cual Cthulhu y yo nada... ataca, Jay, joder, qué te cuesta, por qué no atacas, Jay). Carapaz pierde un nah, y está cerca, y acaba de anunciar su fichaje por otro conjunto, y no suele tener final cuco este rollo. En fin. Evenepoel casi lo mismo, y a ver si quiere jugar Evenepoel a ciclista en Euskadi, porque si Evenpoel no juega a ciclista yo no veo ciclistas que jueguen a ser ciclistas hasta, al menos, la Collada de Brenes. Ya verás tú la sorpresa, en Brenes...

(Spoiler: no jugó).

Ah, hubo otros dos parciales en Países Bajos. Tres detalles. Sendas victorias para Sam Bennett (y Jumbo moviendo el liderato como si fuesen papeletas para sufragar el viaje de fin de curso a Canarias, sí, el niño, qué te cuesta, mujer, compra catorce). Suficiencia en el irlandés. Este juego me lo sé yo de otros añis, lo mismo llega a Madrid ganando setenta y dos etapas. Segundo... caídas y recorrido ratonero. Valverde dijo que pasaron por muchos pueblucos, y que todos le parecían el mismo, porque ni las iglesias góticas les dejaron mirar (esto último lo añado yo), y que no hay manera, y que qué peligroso, y que menos mal que estoy para pirarme, ahí te quedas con tus rotondas y tus bordillos. Valverde abandona el convento en nada, y para lo que le queda allí... Y tercero... que salieron un día de Bolduque, lugar maldito. Allí empezó el Tour de 1996 (el que se suspendió después de Les Arcs, y jamás llegó a París, seguro que recuerdan), solo que de aquellas lo llamaron s-Hertogenbosch, por esas cosas de los protestantes, perros infieles, a mí los Tercios... En s-Hertogenbosch, además, nació Hyeronimus van Aken, que pintó un montón de cuadros sobre la París-Roubaix, seguro que saben de quién les hablo. La otra etapa terminó en Breda. Quien desee referencias cuñadas al cuadro seguro que tiene por ahí de sobras (hay escribidores que dan pereza cual tarde del Torneo Carranza). Yo me niego...

Tres días, nada que decir, jornada de descanso. Si quieren les hablo en glíglico y nos queda el rollo de lo más cultureta y sensual, pero... El comienzo de Gran Vuelta que acojonó a Walter Kurtz.

Luego volvían a la península, y tenían dos etapas por el País Vasco (y alrededores). Final en Laguardia, Herrera a poquito, cosquillas loading. Vale, era Herrera por la cara más suave (Herrera por la cara más dura es cosa súper seria, es una tema de sufrir a montones), pero también con rampa en el mismo pueblo, y a lo mejor veíamos algo que comentarles yo al día siguiente, porque no es fácil esto, no es fácil.

Y bueno, en fin. Tampoco loquísimo, no quiero vender motazas, pero bien. Herrera filtró bastante... vamos a ser sinceros, en la Vuelta es que se filtra de manera bien facilona, porque un tercio del pelotón (sillín arriba o abajo) viene fuera de forma, fuera de ganas o carece de nivel. Así que a la mínima que aprietas pues dejas grupo (relativamente) chico. Que luce, ¿eh?, pero tiene la historieta antes dicha...

Foto: Enric Mas, durante el Tour de Francia. (EFE/EPA/Guillaume Horcajuelo)

Aclarado esto... estuvo guay. Fueron doscientos metrines, porque lo de antes era ritmo sin ataques (y tampoco un ritmo de los de imposibilitar ataques), pero estuvo guay. Llegadita en repecho. Cosa para Valverde hace diez años, o para Bettini, o para Roglič. Solo que uno está por retirarse, el otro en su casa y Primož llegaba con dudas, sin casi entrenar, tras haber bordeado la amputación de ambas piernas, un brazo y el hueso de la risa con la caída del Tour. Que, oye, igual exageraron un poquito, ¿eh?, pero es que hoy estas cosas se exageran locamente, que todo es espectacularidad, y épica, y resurgimientos tipo Coppi post-Saint-Malo.

Porque, metido en harina... menudo latigazo de Primož. Pero menuda exhibición, macho, menuda hostia a mano abierta. Que metió setenta y dos bicis a Mads Pedersen (mi reino por las mejillas de Mads Pedersen, por las patazas de Mads Pedersen). Otra vez de rojo, otra vez favorito, otra vez dominador. Primer toque. Sin apenas incidencia práctica, pero primer toque. Sensaciones chulas de Evenepoel, de Landa (que hizo el veinticinco, pero yo lo esperaba en una txosna de la Aste Nagusia), Carapaz, Hindley. También de Enric Mas, que se transforma en la Vuelta.

Luego hubo un post-etapa con Enric Mas. Yo no me voy a extender en esto, porque la descripción es suficiente. El ciclista pedalea tranquilo, un personaje se graba llamándole “manta”, Enric pregunta, “¿quién es el subnormal?”, y el susodicho responde, henchido de orgullo, con un sonoro “Yo”. Pues eso, si ya se lo dijo él...

Reflexión ajena número uno: Soy un chiflado de críticas, gracietas y faltas de respeto dentro de la gratuidad del animus iocandi. Ahora, si lo grabas, te enorgulleces, dices que “todo Twitter lo va a ver”... en fin, colega, no eres de mi equipo.

Reflexión ajena número dos: Mas terminó su speech con un sonoro cagondios. Que no sé yo, amigo Enric, que tal habrá caído eso en el convento...

Y Bilbao para terminar estos entrantes. Que esto me lo escuchan en Bilbao y no puedo volver nunca más, porque allí no son entrantes de nadie, hostias, y lo retiro, que en Bilbao está la librería de Libros de Ruta, y yo a la librería de Libros de Ruta la quiero más que a mi coche (y menos que a Mikel Landa). En fin. Calentamiento de cara al Grand Départ. Nervios, tachuelillas, ascenso doble a El Vivero, un montón de gente, una bajada bien recta, aire clásico, ganas en los ciclistas.

También, claro, escapada desde lejos, pelotones que dejan, tipos luchando por el maillot de la montaña (pero tipos que nacieron en Mónaco, mozuco, que yo solo había visto ciclistas monegascos en aquella mítica Carrera de la Paz, que a mí me preguntas qué hay en Mónaco y te digo farlopa y defraudadores). Hay batalla por delante, en el gran grupo tienes látigos... en fin, látigos suaves, suaves. ¿Descanso? Tampoco diría, pero es que Pico Jano impone, supongo. Es para imponer. Ya verán qué risas, en Pico Jano.

En la escapada se coló Marc Soler. Ese extraño personaje que es Marc Soler. Gestos, malas caras, un calippo de fresa mientras lo enfoca la tele de Francia. Marc Soler, que tiene más clase que Antonin tirando penaltys, que siempre parece andar escondiendo mucho más de lo que muestra. Ese Marc Soler. ¿Sus mejores días? En la ronda hispana. Para lo bueno, para lo malo. Aquello de Andorra, la risión. Aquello de Lekunberri, bonita foto. Pues ataca subiendo El Vivero, va solo, detrás todos se miran, las dudas, Pedro, las dudas. Una docena de segundos, una decena de kilómetros. Ojo, cuidao, que lo tiene ahí, porque el tío es una auténtica locomotora cuando se concentra en lo de ser una auténtica locomotora. Que lo tiene ahí.

Foto: Alejandro Valverde, en una imagen de archivo de la Vuelta ciclista a España. (EFE/Manuel Bruque)

(En el pelotón, cuatro minutos más tarde, van a paseuco, pidiendo calimochos a los aficionados, haciéndose selfies, Simon Yates pregunta qué hay en la exposición temporal del Guggenheim, Valverde se encoge de hombros, Ayuso no tiene edad para ir a los garitos que frecuentaba Andy Schleck, Roglič saca del maillot una foto de Rominger y dice, mira, soy mejor).

Así que victoria de Marc Soler. Huecos chicos, emoción, lo cogen, no lo cogen, arreones, mira que paran, pero... victoria de Marc Soler. Llega con diferencias a los buenos, aunque ayer perdió setenta y cuatro minutos, y mañana lo mismo gana con setenta y cuatro minutos, y pasao se queda subiendo San Glorio, y se mete en un invernal, y este tardíu empieza nueva vida como pastor de tudancas. Soler es así, y da juego de cojones si te dedicas a contar cosas. Dadme más Soleres de estos y menos sosainas, por favor. Ah, Rudy Mollard líder. De prestao, parece, pero líder.

Hoy más, oigan. Y en casa.

Holanda. O Países Bajos, si es usted comentarista televisivo gruñón. O Flandes, desperta ferro, cierra, España, hostias ya, como dice Pérez-Reverte. Los muchachos esos del norte, los que tienen carriles bicis, y canales, y un montón de postadolescentes con ojos rojillos fumando mierdas y hablando muuuuy despacio, sí, colega, muuuuy despacio, qué guay, tío, cómo sube, tío, tráeme un donus de chocolate, tío, mira mi mano, tío, mola, tío.

Enric Mas
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