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López se queda aquí, a Pello Bilbao le muerden segundos sin sacarle ni un segundo
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El Tour de los ALpes

López se queda aquí, a Pello Bilbao le muerden segundos sin sacarle ni un segundo

'Superman' López se vistió de héroe con capa para ganar la etapa, mientras que el español Pello Bilbao sufrió para mantener el liderato con un cuarto puesto en la jornada

Foto: Pello Bilbao, en una imagen de archivo. (EFE/David Aguilar)
Pello Bilbao, en una imagen de archivo. (EFE/David Aguilar)

Oye, José Manuel... y cuál es el puerto más duro que has subido nunca... Y José Manuel, José Manuel Fuente, responde sin pensar. Tampoco es que fuese Tarangu alguien de reflexionar mucho las respuestas, también les digo. El Gloscone, dice, el Gloscone. Lo subí en el Giro de 1971 y tenía una sensación rarísima, como de ascender algo que no tuviese final. Sufrí como nunca. Estaba allí la Cima Coppi y me ganó Pierfranco Vianelli. El Galibier y todo eso... se pasa mal rato, pero como el Gloscone ninguno.

Lo contaba Tarangu en un Ciclismo a Fondo antigua, de 1991 o 1992, por ahí. En realidad el puerto no se llama “Gloscone”, sino Großglockner, pero es que, reconozcámoslo, eso es muy difícil de pronunciar, así que nos vale. No erraba con la dureza, eso sí, porque tirar hasta la Glockner Haus duele de narices. Si gustan ustedes del reto... vertiente de Fusch, que es la más dura. Ahhh, el Großglockner...

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Y eso, que la etapa de hoy en el Tour de los Alpes terminaba en Kals am Großglockner, así que pintaba la cosa bien bonita, porque miedo, terror y diferencias. Solo que a veces los nombres engañan (el Mortirolo no, el Mortirolo lo dice bien claro), y en realidad este Kals am Großglockner no es el Großglockner-Großglockner, sino que cae un poquito al oeste, y desde allí ves el Hochtor y la Kaiser-Franz-Josefs-Höhe, pero nada más. Que es como si aquí subieran ustedes el puerto de Moncayo y tuvieran cierta decepción al ver que no coronan pico. Pero en fin... lo que nos divertimos entre medias. En el Moncayo y en Kals am Großglockner, no se crean, que tiene lo suyo, con tres kilómetros criminales al principio y luego toboganes donde perder hasta los calzoncillos si llevas las sienes latiendo. Sumen otros dos puertos puntuables (Kartitscher Sattel y Bailberg Sattel, que ya acojonan solo con el nombre), otras subidas escondidillas en el perfil (¿sprint especial en un puerto que no es puerto?, suena bien) y que es la única etapa con “final en alto” de toda la carrera y ya tienen preparado el asunto para ver cosas chulas...

(En realidad ustedes pueden seguir más allá de Kals am Großglockner, dirección Luckernhaus. Graciosísimo. A casi 2000 metros, se llega. Si llegan, claro).

Solo que no. Que decepción. Un poco, al menos.

Aunque hubo leña desde muy pronto, y la fuga, de quince tíos, llevaba nombres de esos rimbombantes. Andrey Amador, Ben Swift, Caicedo, Arrieta (que pinta fenomenal, amigos) y, sobre todo, Thibaut Pinot. Que, ya les conté, a mí me adelantó el otro día entrenando Thibaut Pinot, y para eso es necesaria clase, mucha clase. Además tiene su punto ciclotímico, el paisano, de altos y bajos, y me encanta la gente así, la que lo mismo te invita a un cubata que llama dos días más tarde y dice que, coño, menuda bajona, colega, paso de salir con la bici, estoy mirando el Twitter y comiendo pan con Nocilla. Allez Thibaut, vaya, aunque la general le quede más lejos que a mí la talla M...

placeholder 'Superman' López, en una imagen de archivo. (EFE/Javier Lizón)
'Superman' López, en una imagen de archivo. (EFE/Javier Lizón)

Y eso, que al principio de la última subida, doce y pico a meta, todavía arrastran su minuto y medio de ventaja. Ben Swift es una locomotora gordísima, y solo pueden seguirlo otros tres (Goldstein, Caicedo e Iríbar, que no es el portero, pero algo de chopo tendrá). En el pelotón tira el equipo de Bilbao (y de Landa), solo que tampoco está loco por cazar Landa (ni Bilbao), así que igual hay dos carreras en una carrera, seguro que me entienden. Goldstein arranca nada más comenzar, y se pone a hacer eses poco después, la cosa tiene su pendiente. Caicedo, que es más chiquituco, mordisquea poco a poco, en Ecuador hay muchas más montañas que en Israel (aunque menos Calvarios), y la carretera tiene unas revueltas como para tomarlas por la parte externa mientras sufren los riñones... Luego llegan Kudus, y Pinot atacando, porque Pinot hace estas cosas, se queda, luego vuelve, tira para adelante, saluda a los burros del prao, declama a Schopenhauer mientras sufre, ay, el pesimismo, el pesimismo... Grupo grande no muy lejos, ojo, estará competido el asunto.

Pasa que Pinot es de los mejores del mundo en estas cosas. No ocurre siempre, y nunca sabes cómo acabará el asunto, pero si le sale el día... temible. Mueve la bici mucho, los hombros se le balancean como si estuviera en 1984 y la línea recta resulta utópica para él... pero tira de narices. Así que puede llegar, porque anda con medio minuto a cinco kilómetros, y hay falsos llanos, pero Thibaut camina también en eso, y a mí es que me cae genial, ya lo he dicho más veces, pero me cae genial.

(Bueno, eso y que entre los que se juegan el pódium no hay un miserable ataque, y los kilómetros más jodidos los pasan de la manuca cantando canciones de Heidi, y luego no querrás que vaya atacando, ¿no?, si hay poca pendiente, quita, quita...).

Hasta que acelera Miguel Ángel López, que en esta carrera ha hecho de todo. Arrancadas suicidas desde lejos, petadones gordísimos, mandar postales a Enric Mas desde los hoteles, querido Enric, todo esto es muy bonito, te echo de menos, lo bien que trabajábamos juntos, jajaja, nah, es coña, ciao, nos vemos en el Tour, ya verás qué risas. Cara a cara entre Pinot y López, que son dos idolazos. Múltiples opciones: saltos espaciotemporales, que ambos tiren la bici a una cuneta, la apertura de un nuevo Cabaret Voltaire... cualquier cosa. Echan un rato así, manteniendo distancias, hasta que López conecta a uno de meta, mete el estacazo, Pinot prueba a seguirle, Pinot se sienta, Pinot dice tacos, pero en francés, que suenan más finolis (merde, y esas cosas), y esta tarde va a tirar el libro de Schopenhauer y directamente se pasa a Peter Wessel Zapffe, y con subrayador, macho, con subrayador.

Bueno, que gana López señalándose el pecho (donde pone Astana) y con un dedo en la boca, supongo que habrá tenido descendencia hace nada. “Aquí me quedo, señores”, dijo después. Total, ya me ventilé la etapita. O pudo haberlo dicho, vaya, porque el tipo también es muy bancable. Aquí es que nos gustan los ciclistas... complicados, seguro que me entienden. Segundo Pinot y tercero Romain Bardet, que le ventila unos segundillos de bonificación a Pello Bilbao (aunque ninguna diferencia real), y queda solo a dos. Attila a once más (h)uno. Vamos, que mambo, porque mañana tendrán Stronach a diez de acabar, y aquello es muy duro, y el equipo de Pello parecen los más fuertes de todos, pero eso hay que traducirlo en ventajas, colega, que de lo contrario no hemos hecho na'.

Así que eso... emociones.

No se lo pierdan.

Oye, José Manuel... y cuál es el puerto más duro que has subido nunca... Y José Manuel, José Manuel Fuente, responde sin pensar. Tampoco es que fuese Tarangu alguien de reflexionar mucho las respuestas, también les digo. El Gloscone, dice, el Gloscone. Lo subí en el Giro de 1971 y tenía una sensación rarísima, como de ascender algo que no tuviese final. Sufrí como nunca. Estaba allí la Cima Coppi y me ganó Pierfranco Vianelli. El Galibier y todo eso... se pasa mal rato, pero como el Gloscone ninguno.

Enric Mas
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