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Una ronda muy gallega y mucho gallega: Alejandro Valverde estrena O Gran Camiño
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PRIMERA GENERAL PARA EL MURCIANO

Una ronda muy gallega y mucho gallega: Alejandro Valverde estrena O Gran Camiño

El ciclista español de Movistar se convirtió en el ganador final del último gran 'invento' gallego, una vuelta de cuatro días que tuvo de todo y fue tanto espectacular como especular

Foto: El ciclista murciano, Alejandro Valverde. (EFE/Atienza)
El ciclista murciano, Alejandro Valverde. (EFE/Atienza)

Cuentan a veces los periódicos que Galicia tiene un problema de natalidad. Que llegan pocos niños y cada vez hay más ancianos. Que se le va envejeciendo la población, vaya. Y algo de eso hay, supongo. Miren lo de O Gran Camiño, resuelto en lid cerrada entre dos tipos que suman 76 años. Unos chavales, unos mozuelos loquitos. Ah, y ganó el menos mozo...

Le decían O Gran Camiño a este nuevo invento que buscaba recuperar viejos asuntos. Digamos que la Volta a Galicia era un clásico de niñez y adolescencia. Por allí andaban Jesús Blanco Villar moviendo aquel corpachón de 'quaterback' que tenía, Indurain atacando de lejos (para no aburrirse), Lejarreta cosechando en veranos tardíos y hasta Andrew Hampsten sacándose una exhibición antológica en Manzaneda. Un poco como la de Alpe d'Huez, pero sin repartir hostiones al público (al menos que tengamos noticia). Vamos, asunto asentado, como la Vuelta a Cantabria, o la de Aragón, o la Setmana, o tantas otras...

Foto: Faustina, en imagen de archivo. (Ayuntamiento de Madrid/José Díaz Casariego)

Era, digo, porque un buen día eso se acaba y continúa a otros niveles, y huyen los camarógrafos (¿se siguen llamando camarógrafos?) y los linotipistas (¿sigue habiendo linotipistas?) y aquello era, pero como si no fuese. Hasta este año, que decidieron sacar algo parecido (que no igual). Otro nombre, otro aspecto, una imagen fresca y nueva, aspiraciones de traer pelotón con ases. Cuatro etapas por las cuatro provincias galegas, cada una con su personalidad. Mucho toxo, mucho eucalipto (ay), vacucas prendidas en las laderas, vides con yemas a punto de reventar. Ah, y sol, que es algo incontrolable, pero siempre ayuda. Desde el punto de vista estético... nada que objetar.

Tuvo este O Gran Camiño aspecto capicúa, como los amantes del círculo polar, los palíndromos de Georges Perec y las temporadas de Eddy el belga, que empezaban con victoria y terminaban brazos en alto. Bueno, pues aquí igual. O parecido, que el tema espéculo (aprovechamos que Alfonso X escribía poemas en galego) es súper-difícil de andar clavándolo. Primer día y gana un tipo vestido de rosa cool, y tercero es Alejandro Valverde. Última etapa y gana un tipo vestido de rosa cool y tercero es Alejandro Valverde. Albricias, la crónica finalizada. Entre medias, trampas para osos, hormigón, una cascada sin agua pero que ese día sí tuvo agua y hasta monjes aficionados al morapio. Como debe de ser.

La etapa inicial era llana. Todo lo llano que puede ser algo en Galicia, oigan. En Vigo ya están poniendo las luces navideñas del año 2022 (es de estas cosas que si dejas para el último día, vas mal), y aquello por la noche debe parecer Studio 54. Visto lo visto, sorprende nada que ganase alguien como Magnus Cort Nielsen, con ese bigotillo que tiene de bailarín setentero (y quien dice bailarín, dice actor porno, soy el limpiapiscinas, música de ritmos sincopados, ustedes me entienden, no aparten los ojos). Vamos, que triunfó el máximo favorito, porque además a Magnus le cae bien España (y a España le cae fenómeno Magnus, joder), y lleva aquí un porrón de victorias, y tampoco es que tuviésemos inscritos a Cipollini y Abdoujaparov, para qué engañarnos. Quizá pueda sorprender más el tercer puesto de Valverde (rapiña de bonificación mediante), que no se metía en una llegada con tanta bici desde que Armstrong andaba repartiendo carnets de ciclista limpio...

placeholder FOTO: EFE/Atienza.
FOTO: EFE/Atienza.

Lo de la participación... pues bien, gracias. Vuelvan más arriba... que esto era el primer año, que no le pidan peras al olmo. Cuatro conjuntos World Tour (vamos, tres y el de casa, nobleza obliga), unos cuantos continentales de nivel, portugueses con maillots chulísimos, la camiseta del Manuela (que todavía no sé si me encanta o la odio con todo mi espíritu) y bastante joven con ganas de salir por la tele, que es cosa siempre atractiva cuando vuelves luego al pueblo y dices de camelar como camelan los chavales. Digamos que había un salto gordo entre los 'buenos' y los 'menos buenos' (los dos primeros acabaron en nada, pero el tercero se fue casi a los dos minutos, el décimo por encima de los tres... yo he visto Vueltas con menos diferencias antes del último fin de semana), pero es que el recorrido era de los de separar por patas, y eso se agradece...

El segundo día acababa en el Mirador de Ézaro, esa cascada tan chula que solo luce cuando Villar Mir quiere (ya la desecó hace unos añitos). Hasta arriba se llega por un Puritopuerto: corto, pendientes imposibles, sensación de que apenas avanzas, desarrollos de cuchufleta, escasa similitud con lo que hacían Bahamontes o Julio Jiménez. Pero bueno, que bien, a mí estas cosas no me hastían si son cada cierto rato. El problema es la repetición.

Digamos que se aclaró todo bastante. Hay tres hombres por encima del resto, y los tres tuvieron merecido premio. Woods ganó en Master 30, Valverde en Master 40 y Sosa en Master 20. Ramos de flores para este último, una cuenta nueva en Strava para Woods (es lo que se lleva en su década) y chistes sobre calvicie para Alejandro, que también trae lo suyo. Aquel día, Movistar lo hizo bastante bien (ya que atizo fuerte cuando resulta al contrario, justo es reconocerlo), solo que hubo otro más fuerte. Así no importa perder, porque se te queda cara de pena, pero no de tonto. Apenas un suspiro, y quedan dos etapas gruesas por delante. Woods líder, Valverde segundo. Espadas en alto.

Ah, bastante público. En general bastante público todo el rato. En los sitios donde hay gente, entiéndannos, porque la tercera etapa tuvo tramos que...

Divertida y vistosa

Tuvo tramos que eran una pasada, de los de meter la bici al coche y plantarse uno allí el finde que viene. Bueno, hasta que vi la rampita al principio del último puerto, un dolor llamado Moura, y decidí que na', que mejor seguir con la tecla, que este sábado bajo al bar. Recorrido precioso, dureza grande (aunque no imposible), carreterucas por donde no entran dos coches (que, supongo, sean un infierno para residentes, pero resultan bendición para pruebas ciclistas), bosques de esqueletos a punto de revivir, un río enorme allá abajo, osos, dragones y trasgos escondidos tras cada curva. Bueno, esto no se puede confirmar, pero a la Santa Compaña sí que la vi animando ahí, en una curvita a seis de meta.

Movistar volvió a hacer lo del día anterior: Sosa que pone ritmo, los tres mejores que demuestran ser los tres mejores. En directo, uno podía cuestionarse el asunto, porque con diferencias chicas y superioridad numérica igual había que lanzar al colombiano y dejar que Woods se quemase. Pero bueno, traer las ideas claras, confiar en el dorsal acabado en uno y fiarlo todo a la carta prevista tampoco es nada por lo que te puedan criticar. Al menos, en una situación como la de Luintra.

Así que sprint entre Woods y Valverde, un homenaje a quienes tenemos canas y hacemos así, 'ay', cada vez que nos levantamos del puff que tiene algún amigo en su salón, que no entiendo yo qué puta necesidad hay de tener puffs, si son incomodísimos, si ocupan un montón de espacio. En fin. Eso, que gana Valverde, recorta diferencias, se pone a diez segunditos, dicen que si hace la victoria número mil de la estructura que hoy patrocina Movistar. Sosa anda al minuto, casi, así que descartado. Cosa de dos.

placeholder FOTO: EFE/Domenech Castelló.
FOTO: EFE/Domenech Castelló.

Porque queda la crono. Había de todo en O Gran Camiño, que es lo que suele pasar por allí, como bien sabe cualquiera que haya ido a una boda gallega. Así que prueba contrarreloj. Quince kilómetros, que parece un puto chiste, pero poco más viene poniendo el Tour, joder, el Tour, con lo que era, el Tour. Recorrido duro (el de la crono en O Gran Camiño, no el del Tour, que eso ya tal), final en Sarria (sin acento... si usted recuerda Sarría, con acento, es que es de la quinta de Woods y Valverde), unas cuantas cuestas gordas, curvas y asuntillos técnicos. A ver, no era de ir acoplado, no iba a dejar bellas estampas en una autopista luxemburguesa (ejemplo totalmente aleatorio), pero daba de sobra.

Varias conclusiones. Que la madre de Mark Padun seguramente estaba viendo la tele, y eso motivó a su hijo, y menudo estacazo, y tercero en la general. Que Iván Sosa tiene un problemón gordo con la disciplina, porque mueve los hombros más que Sean Kelly en La Rana Loca de las ferias. Y que todo muy emocionante y muy hasta el último metro, y apenas siete segundos los separan al final. Favorables a Valverde, aclaramos. La bonificación del primer día (¿recuerdan?, O Gran Camiño ha sido tan espectacular como especular), una meta volante ganada tras clavar discos sus gregarios en Os Peares, lo de no rendirse allá por Ézaro. Por lo que sea... Primera general para él esta temporada, tercera victoria total. Cumple cuarenta y dos años en abril, dicen que se retira allá por octubre y pinta que lo hará como ciclista español más laureado de 2022.

Eso si lo hace, que no lo acabo de ver yo... (Ah, y enhorabuena a la organización por no disfrazar a Valverde de peregrino, ejem).

Cuentan a veces los periódicos que Galicia tiene un problema de natalidad. Que llegan pocos niños y cada vez hay más ancianos. Que se le va envejeciendo la población, vaya. Y algo de eso hay, supongo. Miren lo de O Gran Camiño, resuelto en lid cerrada entre dos tipos que suman 76 años. Unos chavales, unos mozuelos loquitos. Ah, y ganó el menos mozo...

Alejandro Valverde
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