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Osos, zorros y cepos por Extremadura: Bardet gana en el Pico Villuercas
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Vuelta Ciclista a España

Osos, zorros y cepos por Extremadura: Bardet gana en el Pico Villuercas

El francés Romain Bardet firma un victoria de prestigio en una etapa extremeña muy atractiva (en apariencia) que termina siendo tediosa por la pasividad de los grandes favoritos

Foto: Bardet cruza la meta. (EFE)
Bardet cruza la meta. (EFE)

Trampas.
A ver, no tantas como mañana, que lo de mañana sí es para salir con traje de camuflaje y la escopeta al hombro, pero trampas. Eso regalaba la etapa de hoy, porque los organizadores son muy así, y a veces hacen las cosas como para enfadar ciclistas, y eso suele ser bueno, porque ellos enfadados y nosotros contentos
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¿Recuerdan lo que comenté el otro día? Sí, sí, camino de Valdepeñas. Cuando pegué despotricada contra el muro, los muritos, Joaquim Rodríguez y los piñones de treinta dientes (salvo en mi bici, en mi bici que no me lo toquen, ¿eh?, que no me lo toquen). Pues hoy es completamente distinto. Hay una pared, sí, pero a mitad de etapa, que es donde mejor funcionan (idealmente) estos asuntos. Que luego sale bien o mal, porque siempre dependes de los protas, pero tú dispón, dispón. Si lo haces en meta garantizas minutito y medio de espectáculo... en esta situación no tienes nada firmado y compulsado, pero existe la posibilidad de que... en fin, zafarrancho por dos horas.

Decimos esto porque lo de Ballesteros es cosa digna de anotarse. Cierto castigo con anterioridad. Terreno llano al salir, luego quiebra, puertecito de tercera, empiezan a subir. Ummm, ¿primera categoría? Pero si son menos de tres kilómetros, tú. Vale, igual es un primera poco primera, pero el resto... Muro de Sormano, amigos. Un poco más largo, un poco menos pindio. Y aun así... Máximas del veinte, innumerables paredones por encima del quince. Madre mía, las patas. Mamma mia, la espalda. No me jodas, el piñón. De ahí al pie del último puerto medio centenar de kilómetros. De todo menos llanos. Carreteras estrechucas, terreno que sube y baja, asfalto así como regular a ratines. Luego otra vez que ascienden. Subida dura, pero no tanto como para condicionar todo lo anterior. Relativamente larga, además, que es ideal para esto de hacer diferencias. Hasta el Pico Villuercas, vereda asfaltada más alta de Extremadura, Guadalupe arriba. ¿Etapa perfecta? Pues oigan, miren, no. Demasiado fácil al principio, pocos puertos, enlazado mejorable. Pero es por buscar cosquillas, porque está, como poco, bien tirada. Terreno hay, eso seguro. Que no se quejen.

placeholder El pelotón de corredores, tras tomar la salida. (EFE)
El pelotón de corredores, tras tomar la salida. (EFE)



Solo que... ¿quién? Bueno, dos candidatos. Sí, sí, ustedes... los del maillot azul y los del mallot negro, no se alejen silbando la melodía de Teledeporte. Empecemos con los british. Que vaya Vueltecita de los british. Menudo desastre, los british. Venían aquí con diecisiete jefes de filas y les aguanta Adam Yates, y éste da la misma confianza que Leticia Sabater en “Saber y Ganar”. Vamos, que ya va siendo hora de probar algo nuevo. Tienen a Bernal relativamente cerca aun, pero con cierto margen. Tienen gente que camina, como Sivakov, y a Pidcock, que es el clásico inglés de farra por España a finales de agosto. Vamos, que debería tener fuerzas intactas para, al menos, un día. Ese terreno entre muro y subida final. Tampoco es que Ineos (o su anterior encarnación como SKY) sean el Flandria planteando carreras a lo loco, pero quizás va siendo hora de cambiar un poco la táctica. Trenecito y patapum mola si eres Roglič (o Pogačar) pero ninguno de ellos corre ahora para Brailsford. Quizá tal inferioridad es algo que el equipo no ha terminado de asumir aun, y ya van tarde...

El papel de Movistar

La otra escuadra es, claro, Movistar. Que corren la Vuelta siempre como si fueran los putos amos del mundo. Siéndolo o no, pero lo hacen. El problema es que, a veces, corren como los putos amos en plan defensivo, y muy pocas como los putos amos en plan Renault Tour´84. Sea como sea Mas ha mostrado piernas (piernas sorprendentes, incluso), y Miguel Ángel López no está lejos. ¿Problema? Que arriesgar sacrificando un caballo en el ajedrez es muy fácil, porque el equino ni relincha, pero hacer lo propio con el tercero de la general ya cuesta un pelín, y vaya usted a saber lo que van a pitar las orejucas si todo aquello no funciona. Claro que igual el caballo quiere, y entonces refrenarlo parece aun más raro. Sería decepcionante que amarrasen dos puestos en el pódium en detrimento del más alto, pero tampoco es la primera vez que nos regalan esta misma foto. Ah, ellos parecen tener peores gregarios que los de Ineos, con lo que su desempeño en estas etapas quizá vaya más condicionado a los finales...

Claro que todo eso es la teoría, y la teoría siempre suele ser más combativa que la práctica, oigan. Porque luego... ná. Casi de salida un montón de corredores piden permiso a José Joaquín Rojas y escapan. El pelotón dice que, oye, menuda pereza, con el día más bueno que hace, tampoco vamos a sudar mucho, ¿no?, que luego se quedan unas marcas blancas feísimas. Y eso, jornada de descanso, hasta casi el final.

A ustedes les contarán que vaya sufrimiento, que menudos desniveles, que, hostias, las pendientes. Que ignorante de los gordos el escritor, cuando dice que libran. Y, ¿saben qué?... tienen razón. En casi todo. Este recorrido era aun más duro de lo que parece por el libro de ruta. El muro de Ballesteros una preciosidad, con su hormigón, y su gente, y sus pendientes loquísimas. Perfecto para haber roto el asunto en mil pedazos. Pero no. La escapada, juntitos. El pelotón, al tran tran. Y había otros asuntos. Trampas. Cepos. Repechones escondidos, carreteras que pican, mira qué curva, mira qué descenso. Ni un metro de llano. Menuda jornada más propicia hemos dejado pasar, colegas. Insistimos en ello, para cuando lleguen los lloros. Que siempre llegan. Qué malo es conocerse...

placeholder Enric Mas, durante la etapa. (EFE)
Enric Mas, durante la etapa. (EFE)



Así que eso... todos de la manita hasta el puerto final. Dos carreras. Por delante, etapa. Prodhomme empieza primero, luego Zeits y luego el grupo de ocho, Bardet relamiéndose, Pidcock asomando un poco el morruco, que ya era hora. Detrás, general. Jumbo que tira, porque dejó el liderato para no andar tirando, pero igual nadie les tomó demasiado en serio. Van en el pelotón trescientos cincuenta tíos, el Piraña y Mariano Rajoy con ruedines. Hay gente que lee el periódico, otros se conectan al Nel-flix, los de más allá discuten si al final fichan a Mbappé. Habrá que echarse la sudada en Villuercas, ¿no? Venga, va, pero sin pasarnos...

Empieza Jumbo, y todos de risas. Luego entra José Joaquín Rojas, pero anduvo ayer con el twitter hasta las dos de la madrugada, y tampoco es que vaya disfrazado de Atila. Más tarde se ponen los hombres del Trek, defendiendo las opciones de Contador o Nibali, imagino, porque de lo contrario ya me dirán ustedes, qué cosa más rara, qué de intrahistorias esto. ¿Nivel de dolor? Pasable aun, para qué engañarnos. Luego acaba formando un corte Cofidis (trabajando para el rojo de Guillaume Martin), lo que ya es la repanocha, oigan. Raro, raro, raro (léase con esa entonación que ustedes saben).

Roglic reacciona

Mientras sucede todo esto (sea lo que sea aquello que está sucediendo) Romain Bardet levanta los brazos, gana su etapita, (casi) sentencia la montaña. El francés llevaba tiempo sin mojar en una Gran Vuelta, y es fino, y muy elegante, y jamás se esconde, y todos aplaudimos mucho, porque nos da tiempo a aplaudir antes de que lleguen los de la general. Enhorabuena para él, no descarten que repita, porque piernas lleva para ello.

Tres kilómetros y ataca López. No parece que vayan a sacrificar el caballo, por decirlo de forma suave, pero menos es nada. López preocupa a Jumbo, pero un poco como le preocupaban a usted los exámenes durante La Patrona de Torrelavega... algo lejano y ligeramente difuso. Pero camina, el tío, porque es de esos escaladores que pone ritmo y tira. Colombiano a la vieja usanza, más de ritmo que de exuberancias cortitas. Sucede que Roglič sí es puro champán para esto, así que pega su estacazo a trescientos metros (tres campos de fútbol, según medición universalmente aceptada), y arrastra consigo a Mas, y a Bernal, y a Haig (corta y pega de otros días el grupo, oigan), y todos entran a cinco segundines del boyacense. Renta magra, ya ven, que es lo que te ocurre cuando atacas a tiro de sprint...

Pena de día, pena de oportunidades que estaban y ya no. Alguno acabará lamentando, en Santiago. Que no hubo terreno, que dónde íbamos a probar. Recuerden este sábado cuando escuchen eso, amigos...

Trampas.
A ver, no tantas como mañana, que lo de mañana sí es para salir con traje de camuflaje y la escopeta al hombro, pero trampas. Eso regalaba la etapa de hoy, porque los organizadores son muy así, y a veces hacen las cosas como para enfadar ciclistas, y eso suele ser bueno, porque ellos enfadados y nosotros contentos
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¿Recuerdan lo que comenté el otro día? Sí, sí, camino de Valdepeñas. Cuando pegué despotricada contra el muro, los muritos, Joaquim Rodríguez y los piñones de treinta dientes (salvo en mi bici, en mi bici que no me lo toquen, ¿eh?, que no me lo toquen). Pues hoy es completamente distinto. Hay una pared, sí, pero a mitad de etapa, que es donde mejor funcionan (idealmente) estos asuntos. Que luego sale bien o mal, porque siempre dependes de los protas, pero tú dispón, dispón. Si lo haces en meta garantizas minutito y medio de espectáculo... en esta situación no tienes nada firmado y compulsado, pero existe la posibilidad de que... en fin, zafarrancho por dos horas.

Decimos esto porque lo de Ballesteros es cosa digna de anotarse. Cierto castigo con anterioridad. Terreno llano al salir, luego quiebra, puertecito de tercera, empiezan a subir. Ummm, ¿primera categoría? Pero si son menos de tres kilómetros, tú. Vale, igual es un primera poco primera, pero el resto... Muro de Sormano, amigos. Un poco más largo, un poco menos pindio. Y aun así... Máximas del veinte, innumerables paredones por encima del quince. Madre mía, las patas. Mamma mia, la espalda. No me jodas, el piñón. De ahí al pie del último puerto medio centenar de kilómetros. De todo menos llanos. Carreteras estrechucas, terreno que sube y baja, asfalto así como regular a ratines. Luego otra vez que ascienden. Subida dura, pero no tanto como para condicionar todo lo anterior. Relativamente larga, además, que es ideal para esto de hacer diferencias. Hasta el Pico Villuercas, vereda asfaltada más alta de Extremadura, Guadalupe arriba. ¿Etapa perfecta? Pues oigan, miren, no. Demasiado fácil al principio, pocos puertos, enlazado mejorable. Pero es por buscar cosquillas, porque está, como poco, bien tirada. Terreno hay, eso seguro. Que no se quejen.

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