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Siete caballos blancos vienen de Bonanza: la Vuelta llega al salvaje Oeste
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Novena etapa

Siete caballos blancos vienen de Bonanza: la Vuelta llega al salvaje Oeste

Damiano Caruso consigue su primer triunfo en la competición mientras Enric Mas asoma la cabeza y Mikel Landa se desinfla

Foto: Damiano Caruso celebra su victoria en La Vuelta. (EFE)
Damiano Caruso celebra su victoria en La Vuelta. (EFE)

La montaña, ay, la montaña. Al final es lo que más gusta ver, oiga, qué voy a contarles a ustedes. Aunque sea por paisajes, que las sierras tienen para dar y regalar. Esa magnificencia, esa inmensidad. Ni un ser hasta donde llegan los ojos, solo la serpiente gris que se retuerce por camberas y torrentes más o menos secos. A mí me encanta todo esto, para qué negarlo. Seamos sinceros... yo soy más de montañas acá, en el norte. No digo que las otras sean más feas, es que los verdes me arrullan hasta dormirme, mientras que esos puertos de amarillo 'descarnao' traen imágenes de cosas con muchas patas, y eso sí que no. Pero vamos, cosas mías. Para esto del ciclismo... montañas, montañas.

placeholder Primoz Roglic conversa con el líder de la clasificación de la Montaña, el ruso Pavel Sivakov, antes del inicio. (EFE)
Primoz Roglic conversa con el líder de la clasificación de la Montaña, el ruso Pavel Sivakov, antes del inicio. (EFE)

Buena ración, además, que llegando a Velefique teníamos puertos para aburrir. A ver, en realidad eran dos, aunque oficialmente cuatro, que no parece mucho. Pero el número no lo es todo. Kilómetros, por ejemplo, un montón. Hasta los nombres. Cuatro Vientos, Venta Luisa, Castro de Filabres. Si no te salen por allí Curro Jiménez y el Algarrobo ni tan mal. O los indios, que pasábamos por cachitos chicos de Hollywood. Spaghetti western (los ciclistas son muy de spaghetti). Es curiosa, la Vuelta... El otro día, en Santo Domingo de Silos, salieron los jinetes casi desde el cementerio de “La muerte tenía un precio” (como si fuese el maillot rojo) y hoy pasaron por todo el resto del metraje. No hay que dejar cabos sueltos, supongo, que a veces las elipsis las carga el diablo. Buenísima es peli, por cierto.

Ayer respiró otro aire el tema. Dicen que si Vincenzo Nibali tenía la Vuelta a España entre sus objetivos, pero declinó venir tras anunciarse esta etapa. Cómo va a vivir un tiburón en el Mar Menor, amiguetes. Cómo va a vivir cualquier pez en el Mar Menor, añadimos, que el mismo jueves (y el viernes, y el sábado) amanecieron las orillas llenas de branquias muertas y lomos de plata y fango. Más de medio siglo cepillándonos un espacio natural privilegiado es lo que tiene. Eso sí, los pisos preciosos, no se vayan a pensar. Se hubiese agradecido alguna mención al atentado ambiental, pero tampoco vamos a llevarnos mala sangre por esto ahora. Bastante mala sangre tienen los bichejos allí, en esas aguas que ni aguas son.

No sé... cuatro palabras, diez o doce tomas de lubinas boqueando sin encontrar aire en agua. Nada. De hecho unos amables operarios borraron pintadas en la carretera que alertaban sobre el asunto. Es que la pintura blanca patina un montón, y los ciclistas podían correr peligro, y seguro que fue por eso, porque lo contrario ya no queremos ni pensarlo. Pero el sitio... ay, el sitio. Súper, superbonito. Distópico, bonito, distópico. Antes todo esto era monte, y aguas transparentes, y tal. Quede aquí plasmado, aunque a estas alturas de poco vaya a servir... (Ah, por la salida, en Santa Pola, estuvo Pablo Casado. Escuchen atentos cuando hable sobre ciclismo. Tiene un máster en el tema...)

Sobre las bicis... pues poco asunto. Decían que si viento, decían que si abanicos. Tampoco es que nadie tuviese muchas esperanzas, pero hay que vender tensión (el Mar Menor es un sitio donde sobra la tensión). Y eso. Sprint. Victoria para Jakobsen. Vísperas de Oscar.

Porque camino de Velefique... peliculón. Pintaba a ello, al menos. Sergio Leone tras la cámara, Ennio Morricone pone musiquilla de esa que parece muy hortera, y en realidad lo es, pero mola, y la silbas, y el mundo va mejor. Batalla. Tenemos a los Ineos (“Por un puñado de dólares”, o libras), a la tricefalia de Movistar (“El bueno, el feo y el malo”, solo que Valverde ya no está, así que nada de tricefalias, y mejor, así no hay que adjudicar roles), a Roglič (“El coloso de Rodas”) en solitario, apenas ayudado por Sepp Kuss (“Érase una vez en América”), incluso se podía prever la aparición de Mikel Landa (“Le llamaban Trinidad”, que no es de Leone, pero es que a Landa le pegan más Bud Spencer y Terence Hill... joder, qué grandes Bud Spencer y Terence Hill, amigos). Todas las estrellas del firmamento (o, bueno, todas las que han venido a la Vuelta). Luces, cámara, acción...

Foto: Mikel Landa durante la primera etapa del Tirreno-Adriático 2021, en marzo. (EFE)

El principio lo guioniza el mismo tío de “Al salir de clase”. Vamos, que se repiten esquemas. Escapada que cuaja tarde, muchos tíos abren hueco, por detrás el grupo no deja demasiadas alegrías, porque entre tantos paisanos siempre hay alguien que amenaza un Top-14. Subiendo Venta Luisa (que es una cosa como para tener tembleques, oigan) ataca Caruso. Caruso fue segundo en el Giro de Italia hace unos meses, y es gregario de Mikel Landa. A estas alturas todos ustedes saben que ser gregario de Mikel casi te garantiza un puesto muy arriba en la general de cualquier Gran Vuelta (normalmente por encima del propio Mikel). El mozo está muy lejos, eso sí, pero vaya usted a saber. ¿Trabajo de equipo, preparación para la jornada más épica desde Les Orres? Ni idea, porque todo esto es tan raro. Ah, Caruso sube fuerte, pero agarrado arriba. Hay clases y clases.

En el pelotón... Ineos. También es cambio, porque no habían entrado así en toda la carrera. Al menos con tal intensidad, oigan. Parece que Bernal busca sangre, porque a Bernal este tipo de puertos le vienen muy bien. Altos, largos, pedaleables. Solo que a Adam Yates le funcionan peor, y por ahí también pulula Richard Carapaz, y los británicos a veces parecen mucho indio para tan poca batalla. A ver, no vayan ustedes a imaginar algo demoledor en su ritmo, pero por Venta Luisa coronan una treintena, y a estas alturas de la vida uno ya aprecia cualquier guiñar de ojos. Ya llegarán a mi edad, ya...

Mikel Landa se queda por el camino

Todo más o menos igual hasta la última subida, pero con parones, porque si no hay parones igual Caruso no pilla a Landa, y eso sí que no puede ser. Ese tramo... bueno, digamos que ustedes esperaban un western de calidad, con su Clint Eastwood y su Lee van Cleef de antagonista, y acabamos teniendo reposición en la plaza del pueblo de “Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera”, protagonizada por Chiquito de la Calzada y con un Bigote Arrocet de Goya al mejor secundario. Seguro que me entienden (y si no me entienden están tardando en ver esa película... delicada, metafórica, llena de elipsis y símbolos).

A diez de meta se queda Mikel Landa. Normalmente se ha quedado bastante más cerca del final, así que novedoso, aunque no tanto. Termina su aspiración a la general. Ya ni siquiera tendremos pelea de gregarios para adelantarlo en Galicia. Desastre sin paliativos su Vuelta a España, porque esta vez tuvo tiempo de preparación, recorrido no demasiado malo y un equipo bastante fuerte. Sin paliativos.

placeholder Mikel Landa vuelve a decepcionar. (EFE)
Mikel Landa vuelve a decepcionar. (EFE)

Velefique, decíamos. Ataca Adam Yates cuando queda bastante. Bastante para nuestros tiempos, pero en fin... bastante. Con él, López, que salta a por cualquier cosa, como usted los sábados a las cuatro de la mañana. Ah, también Kuss, que es un gregario rarísimo. Rarísimo. Anda mucho cuando corre para sí, menos si toca auxilio ajeno. En fin, impecable, ejem. La cosa se pone tan tensa que es el propio Primož Roglič quien acelera para cazar en primera persona. ¿Damnificado? Bernal. Iba asomando la patita, pero es que ahora... bum. Mas, en cambio, muy bien. Contacta el colombiano más tarde (y luego otro puñado de paisanucos), pero ya no importa. Las jerarquías se revelan en apenas quinientos metros...

Parón, ataque de Carapaz, parón, ataque de Yates, se queda Bernal, parón... y ataque de Enric Mas. Que solo responde Roglič. Y hasta Roglič mueve un poco demasiado el culito, no sé si me entienden. Ritmo de crucero, y diferencias que se abren. Chiquito y Bigote Arrocet tiran para arriba. Jarl (como los duques vikingos). Y se mantiene situación hasta meta. Victoria para Caruso, lo que endulza el día al Bahrein. Haig también destacando, lo que endulza el día al Bahrein. Gino Mäder protagonista, lo que... en fin, ustedes saben. Va a ser una cena curiosa la de esta noche, sí... No descarten quinito frisando madrugadas.

placeholder Enric Mas, durante esta Vuelta. (EFE)
Enric Mas, durante esta Vuelta. (EFE)

Después Roglič y Mas, que han sido los capos hoy, y la etapa era suficientemente dura como para pensar que puede ser tendencia. Descifrando, además, composición de armadas. Enric líder en Movistar, Adam Yates líder en Ineos, Jack líder en Bahrein. General por segunditos (es un decir), porque Primož tiene esa costumbre deliciosa de no sentenciar nunca, y buscar victorias por décimas, que tienen más emoción, supongo. El problema es cuando te sale algún chavaluco de nombre Tadej, y se te va a la mierda el invento. Nada es descartable, aunque parece el mejor. Etapa a etapa, sprint a sprint. Pero... un juego peligroso.

Allá por Velefique, el día que Mas pudo renacer, el día que Landa dijo definitivamente adiós, vimos un montón de cosas. Ay, la montaña. Entra cancioncilla silbada, tipo Morricone.

La montaña, ay, la montaña. Al final es lo que más gusta ver, oiga, qué voy a contarles a ustedes. Aunque sea por paisajes, que las sierras tienen para dar y regalar. Esa magnificencia, esa inmensidad. Ni un ser hasta donde llegan los ojos, solo la serpiente gris que se retuerce por camberas y torrentes más o menos secos. A mí me encanta todo esto, para qué negarlo. Seamos sinceros... yo soy más de montañas acá, en el norte. No digo que las otras sean más feas, es que los verdes me arrullan hasta dormirme, mientras que esos puertos de amarillo 'descarnao' traen imágenes de cosas con muchas patas, y eso sí que no. Pero vamos, cosas mías. Para esto del ciclismo... montañas, montañas.