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Nairo Quintana sí sabe atacar: su particular victoria en la Vuelta
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Nairo Quintana sí sabe atacar: su particular victoria en la Vuelta

El colombiano se metió en el corte decisivo tras el último puerto y atacó en el llano a 3 km de meta para llevarse la victoria. Miguel Ángel López perdió el jersey rojo

Foto: Nairo Quintana extiende los brazos a su entrada en la meta de Calpe. (EFE)
Nairo Quintana extiende los brazos a su entrada en la meta de Calpe. (EFE)

"Es algo particular. Creo que nunca había ganado así. Siempre hay una primera vez". Hasta Nairo Quintana estaba un poco sorprendido en la meta de Calpe. No por el qué, su victoria, sino por el cómo. Como si de un 'cazaetapas' se tratara, el colombiano atacó en el llano, a 3 km del final, y se escapó de un grupo donde no tenía ninguna posibilidad de ganar si hubiera llegado en él. Atacó en el momento ideal y no pudieron atraparle. Entró en meta extendiendo los brazos y con la certeza, parece que sí, de ser el líder del Movistar.

"Ataqué cuando vi el momento. No miré hacia detrás en ningún momento. Si llegaba, llegaba. La previsión era que iba un grupo reducido", explicó el vencedor. "El día de hoy también fue especial, fue bonito. Es algo que necesitaba y que necesitaba el equipo también. Hemos venido a trabajar con buena armonía. Cuando haces el trabajo bien, los resultado se dan". ¿Una referencia a lo sucedido en el Tour de Francia? La baja de Richard Carapaz ha beneficiado a Quintana. Con el ecuatoriano fuera y Alejandro Valverde a otras cosas, aunque no hay que descartarlo, el ganador de la Vuelta en 2016 no tiene competencia interna. Si además está en forma, mejor.

"Nairo está muy fuerte y esta etapa era durísima", dijo Valverde, que calificó de "sorpresa a medias" la victoria de su compañero. Quintana, que ya logró una etapa en el Tour de Francia con un ataque (al final va a resultar que sí sabe hacerlo), empieza la Vuelta reivindicándose. Su mal año y su salida cantada del Movistar habían hecho que no lo colocaran entre los principales favoritos al triunfo final, pero ¿y si ha recuperado su mejor nivel? La carrera dirá.

La segunda etapa de la Vuelta fue la demostración de que no hace falta un final empinado para que haya espectáculo, idea contraria a la que parece defender la carrera desde hace años. El Puig de la Llorença, un puerto de 3 km con una pendiente media del 9,5% y rampas que superan el 20%, había sido final de estapa dos veces. En la primera, en el año 2015, ganó Tom Dumoulin con dos segundos de ventaja sobre Chris Froome. El británico se impuso dos años después con 4 segundos sobre Esteban Chaves. En ambas ocasiones, los ciclistas llegaron muy agrupados.

Hasta Alberto Contador, en la retransmisión de 'Eurosport', criticó lo que calificó como "esos finales imposibles" en los que solo se consiguen unos pocos segundos de diferencia. Este año, la cima de El Puig de la Llorença estaba a más de 25 km de meta, y el resultado en la meta fue muy diferente. Miguel Ángel López llegó a 37 segundos de Quintana y perdió el jersey rojo. Primoz Roglic, que había perdido 40 en la contrarreloj por equipos del sábado, tomó la iniciativa en el descenso y recuperó casi todo lo que había perdido con López. Su compañero Steven Kruijswijk entró a 1'43''. Queda mucha carrera y ninguno de esos resultados son decisivos, pero la etapa agitó la clasificación.

No hizo falta un final en alto (la Vuelta va sobrada de ellos este año), bastó con una etapa larga (199,6 km) en un terreno sin apenas llano y las ganas de los equipos. El Jumbo-Visma, uno de los perjudicados en la crono inicial, puso un ritmo fuerte antes del último puerto, donde la carrera reventó. En las rampas tomó el relevo Alejandro Valverde. Falló el Astana, que dejó solo a Miguel Ángel López en la persecución del sexteto de cabeza y perdió la primera posición.

"Es algo particular. Creo que nunca había ganado así. Siempre hay una primera vez". Hasta Nairo Quintana estaba un poco sorprendido en la meta de Calpe. No por el qué, su victoria, sino por el cómo. Como si de un 'cazaetapas' se tratara, el colombiano atacó en el llano, a 3 km del final, y se escapó de un grupo donde no tenía ninguna posibilidad de ganar si hubiera llegado en él. Atacó en el momento ideal y no pudieron atraparle. Entró en meta extendiendo los brazos y con la certeza, parece que sí, de ser el líder del Movistar.

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