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Mikel Landa enseña las uñas (pero no desgarra) en el 'aperitivo' del Tour de Francia
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"Intentamos jugar para recortar diferencias"

Mikel Landa enseña las uñas (pero no desgarra) en el 'aperitivo' del Tour de Francia

El corredor alavés probó a todos los favoritos en el duro puerto de La Planche des Belles Filles, a falta de 3,5 kilómetros para el final. Geraint Thomas metió tiempo a todos los rivales

Foto: Mikel Landa, del Movistar, afronta las últimas rampas de La Planche des Belles Filles. (EFE)
Mikel Landa, del Movistar, afronta las últimas rampas de La Planche des Belles Filles. (EFE)

"Iré al Tour con la misma ambición que al Giro, a intentar ganar", dijo Mikel Landa hace menos de un mes. Es pronto y la jugada no le ha terminado de salir bien ni a él ni a Movistar, pero Landa ya ha enseñado las uñas en el primer examen serio de este Tour de Francia. Ni alergias como en el Giro, ni contratiempos de ningún tipo, el alavés ha intentato romper la carrera y probar a los principales favoritos a las primeras de cambio, como debe ser. "Intentamos jugar para recortar las diferencias, pero no pudimos", se lamentaba Eusebio Unzué, manager del conjunto telefónico, que es consciente de que aún queda mucha batalla por delante.

De hecho, pese a su dureza (siete puertos) y corto kilometraje (apenas 160km), esta sexta etapa de la ronda gala tan solo fue un aperitivo de lo que está por llegar. Desgraciadamente, se esperaba más, pero esta es la ronda por excelencia y nadie quiere gastar más fuerzas de las indicadas en la primera semana. Movistar fue valiente y lanzó una de sus dos balas en la temible subida a La Planche des Belles Filles, el coloso de ocho kilómetros con una pendiente media de más del 8,5% y un kilómetro final de verdadero vértigo al 24% que cerraba la jornada. El vitoriano aprovechó un primer movimiento en el pelotón de Warren Barguil, siempre peleón, para terminar de azotar el avispero a 3,5 kilómetros de la línea de meta. Se agradece.

Ineos, con Kwiatkowski a la cabeza, enseguida tomó la responsabilidad, pero este equipo no es el mismo que el de la temporada pasada. La baja de Froome duele y si encima se te descuelgan a las primeras de cambio Wout Poels y Dylan van Baarle, apaga y vámonos. Menos mal que quedan Geraint Thomas y Egan Bernal, que ha tenido que apretar los dientes y tirar de riñón en la llegada. Landa, a todo esto, seguía aumentando la distancia, apurando al máximo las opciones de pillar a los fugados para aprovechar las bonificaciones.

placeholder Mikel Landa, durante la subida al último puerto de la jornada. (EFE)
Mikel Landa, durante la subida al último puerto de la jornada. (EFE)

Enric Mas, el gran perjudicado

Como Ineos se asfixiaba, el Groupama -FDJ decidió pasar a la acción. David Gaudu acercó a su primer espada, Thibout Pinot, todo lo que pudo hasta Landa, al que la parte final se le hizo excesivamente larga. Alaphilippe atacó en aras de intentar mantener el amarillo, pero lo perdió por seis segundos frente a Giulo Ciccione (Trek), en la escapada. Adelantó a Landa y lo dejó atrás, como Geraint Thomas, el vigente ganador del Tour, que llegó poderoso primero a la altura del español y luego a la del francés, al que superó en la meta. El británico, que ha superado sus molestias tras la caída en la Vuelta a Suiza, metió tiempo a todos sus principales rivales, tampoco demasiados. Nairo Quintana, que cumplió su palabra y no atacó (ya es costumbre), se dejó llevar y apenas cedió unos segundos. Mikel, que fue el que arriesgó para gozo del espectador, tampoco quedó demasiado rezagado en la etapa. 54 segundos separan ahora al vitoriano de Thomas.

Enric Mas sigue siendo el primer español en la general, aunque esta tarde fue uno de los más perjudicados. El balear cedió en el último kilómetro, justo cuando su compañero Alaphilippé cambió el paso para saltar del grupo en un intento desesperado por mantener el liderato, y se dejó 33 segundos respecto a Thomas, prácticamente la misma distancia que ahora les separa en la clasificación. El joven del Deceuninck partía esta mañana de Mulhouse con un objetivo: "no perder tiempo", y no lo consiguió. Ha pagado los esfuerzos de la primera semana, que él mismo calificó de estresante y veloz, y tendrá que esperar a su auténtico terreno, la alta montaña, con puertos largos y encadenados, para mostrar su verdadero potencial.

"Iré al Tour con la misma ambición que al Giro, a intentar ganar", dijo Mikel Landa hace menos de un mes. Es pronto y la jugada no le ha terminado de salir bien ni a él ni a Movistar, pero Landa ya ha enseñado las uñas en el primer examen serio de este Tour de Francia. Ni alergias como en el Giro, ni contratiempos de ningún tipo, el alavés ha intentato romper la carrera y probar a los principales favoritos a las primeras de cambio, como debe ser. "Intentamos jugar para recortar las diferencias, pero no pudimos", se lamentaba Eusebio Unzué, manager del conjunto telefónico, que es consciente de que aún queda mucha batalla por delante.

Enric Mas
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