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Contador, Porte, Thomas: la escabechina estaba en el suelo, no en la montaña
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abandonos muy importantes para la general

Contador, Porte, Thomas: la escabechina estaba en el suelo, no en la montaña

Se anunciaba una etapa durísima con tres puertos de categoría especial y lo fue, no tanto por las subidas, sino por las fuertes caídas que hicieron abandonar a Thomas y Porte y lastraron a Contador

Foto: Porte sufrió la caída más dura de la jornada. (Reuters)
Porte sufrió la caída más dura de la jornada. (Reuters)

Qué será lo que tiene el Tour que nos genera pocas emociones en los momentos álgidos de cada etapa. La personalidad de la carrera más grande de la historia ha cambiado, lo hizo hace ya tiempo. Tuvo la culpa el Sky. Generó un ciclismo desalentador en el que una jornada con siete puertos, tres de ellos de categoría especial, no supuso un vuelco a la clasificación general, ni siquiera una variación de tiempo significativa entre los principales candidatos a la victoria final. No lo hicieron las durísimas cuestas del Mont du Chat pese a la dureza de las seis cimas que lo antecedieron. Cambió el sino de la carrera la bajada, y no la pericia de un escalador que arriesga más que nadie en las curvas, sino el desencuentro del ciclista con su mayor enemigo, el asfalto.

A Fabio Aru vamos a acabar poniéndole un monumento en este Tour por al menos ser el único que le acaricia el largo y el ancho del cuerpo a Christopher Froome para buscarle dónde tiene escondidas las cosquillas. Le atacó cuando ya las fuerzas de todos los mosqueteros del británico se habían desfondado y consiguió dejarlo solo. Una vez obtenida esa ventaja competitiva y teniendo un compañero más (Fuglsang estaba algo por delante para trabajar con su líder) no recibió la respuesta por parte de sus compañeros de ataque, porque para qué iban a intentar alejar a un Froome que se tuvo que bajar de la bici a la vez que Aru le atacaba... Hasta sus compañeros del Sky reengancharon. Fue Froome el que generó el corte. El mismo Froome, poniendo el cetro sobre la mesa a golpe y porrazo.

No es ese, sin embargo, el movimiento que procuró un estropicio entre los mejores. Fueron varios y nada tuvieron que ver con lo escarpado de las carreteras que tenían por delante los ciclistas. Tuvieron que ver con las caídas. Toda persona que se sube a un vehículo de dos ruedas, como dicen los que saben, se dividen en dos grupos: los que se han caído y los que se van a caer. Nadie de los corredores que compiten al más alto nivel se han librado de rasparse con la carretera, cuando no se han roto algún hueso. Ocurre con más asiduidad en los días de la alianza fatal de montaña y lluvia. Los descensos se convierten en un desfiladero hacia el infinito que la mayoría supera no sin miedo y otros tienen que sufrir el dolor en sus carnes.

La caída de Geraint Thomas.

El primero en caerse fue Jesús Herrada. La organización del Tour anunció que el español del Movistar había tenido que abandonar la carrera y minutos después, la realización lo mostraba una vez más sobre la bici. Dejó la escapada, no la carrera. Después se cayó Geraint Thomas. El segundo en la general se fue al suelo con violencia, de mala manera, en un descenso y se rompió la clavícula. El mejor y más poderoso aliado para Froome se montaba en la ambulancia y dejaba a su líder. Y cuando hay racha de caídas, por supuesto aparece en ella Alberto Contador. Lo que no era de esperar es que se cayera dos veces. Una con Majka, otra con Quintana. Ninguna muy fuerte, pero sí lo suficiente para mermar su rendimiento.

Una de las dos veces que Contador se fue al suelo.

Una vez empezó la lucha y Froome se puso firme, a Contador no le daban las piernas. Fuera o no por el doblete de caídas, el pinteño está ya a más de cinco minutos y sin opciones para el maillot amarillo, un año más. "Más allá de las caídas, las piernas no me han respondido. A ver qué tengo. Ahora debo plantearme otros objetivos", reconocía Contador en la línea de meta de Chambéry.

Ninguna de las caídas es comparable, sobre todo por la espectacularidad de la misma, con la de Richie Porte. "Es el gran rival que tengo", lo dijo Froome días antes de empezar el Tour. Se ha quedado sin enemigo, sin el excompañero que le retaba. Bajando el Mont du Chat, completando ya los últimos kilómetros hasta la meta a toda velocidad, el australiano encaró sorprendentemente mal una curva a izquierdas, la cogió recto y su bici cayó a la tierra, lo cual le hizo volcar y dar una vuelta de campana. La imagen es sobrecogedora.

El durísimo golpe de Richie Porte.

En plena caída, Dan Martin le atropelló y lo llevó a estrellarse con un pequeño muro de piedra que limitaba la calzada al lado contrario del origen del accidente. Entre medias, la bici de Martin chocó con la de Urán y le rompió el cambio electrónico, lo cual no le mermó para ganar la etapa. Cualquiera que viera tal destrozo pensaría que Porte estaba realmente mal, lesionado de gravedad. Pero el líder del BMC estaba consciente, muy dolorido eso sí, pero su tremendo golpe no revestía peligro para su vida. Martin pudo completar la etapa y, de hecho, llegó a meta con el grupo de favoritos. Lo que ha dejado bien a las claras esta etapa es que la escabechina no estaba en las escalofriantes subidas, sino en el suelo. El descenso a los infiernos...

Qué será lo que tiene el Tour que nos genera pocas emociones en los momentos álgidos de cada etapa. La personalidad de la carrera más grande de la historia ha cambiado, lo hizo hace ya tiempo. Tuvo la culpa el Sky. Generó un ciclismo desalentador en el que una jornada con siete puertos, tres de ellos de categoría especial, no supuso un vuelco a la clasificación general, ni siquiera una variación de tiempo significativa entre los principales candidatos a la victoria final. No lo hicieron las durísimas cuestas del Mont du Chat pese a la dureza de las seis cimas que lo antecedieron. Cambió el sino de la carrera la bajada, y no la pericia de un escalador que arriesga más que nadie en las curvas, sino el desencuentro del ciclista con su mayor enemigo, el asfalto.

Tour de Francia Alberto Contador
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