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La primera flojera no altera el plan de Contador, pero el Tour no le ayuda
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critica las largas etapas de transición

La primera flojera no altera el plan de Contador, pero el Tour no le ayuda

Antes de la etapa del domingo, "la más dura" en palabras del líder del Trek-Segafredo, ha habido jornadas maratonianas que agotan a los corredores... lo normal de toda la vida en la ronda francesa

Foto: Contador continúa con la ilusión intacta. (EFE)
Contador continúa con la ilusión intacta. (EFE)

A Alberto Contador se le ha torcido el Tour antes de tiempo. La primera semana ya se ha completado sobre las decenas de bicicletas que completarán los más de 3.000 kilómetros de recorrido y a estas alturas, la pendiente que escalar es explosiva, empinada y, a la vez, engañosa. En estos días, de hecho en los cinco primeros, Contador ha perdido ya 52 segundos con respecto a Chris Froome, que no tardó más que eso, cinco días, para volver a vestirse de amarillo, una vieja costumbre que no iba a perder en 2017, el año que, según dijo, será más difícil que nunca para él ganar el Tour. No parece que vaya a tener razón, todo indica lo contrario, que lo ganará con sencillez. El español, en cambio, no tiene la intención de ceder desde ya. De hecho, va a pelear hasta el final, o eso al menos transmite.

La subida a La Planche des Belles Filles le hizo daño. No tanto desde un punto de vista físico, sino de imagen hacia sus adversarios. En la primera dificultad de todo el Tour, quinta etapa, uno de los ciclistas que está llamado, al menos eso es lo que desea, a ser adversario directo de Froome flaquea, no puede ir al primer latigazo de Aru ni al segundo del británico y llega a meta con varios segundos añadidos para acercarse con peligrosidad al minuto de distancia con el liderato. Un tiempo precioso generado en una contrarreloj muy corta (pero peligrosísima) y un puerto de cinco kilómetros. Con todo lo que queda por delante...

"Para mí era una incógnica cómo iba a responder. Yo me estoy notando con buena cadencia y moviendo mucha potencia. Cuando voy fuera de los pedales me atasco más de lo debido y tiro más de cadencia, eso fue lo que me impidió seguir el cambio de ritmo", afirmó el madrileño antes de la salida de la sexta etapa. "Era la primera etapa de montaña, había mucho caos, cuando se produjo el primer ataque aún estaba el grupo formado. Vi que iba manejando muchos vatios y si los mantenía era complicado que se me fueran, traté de contactar con ellos y las diferencias fueron mínimas", cierto, pero segundo a segundo hacen la carrera por la general mucho más complicada.

Todos los ciclistas, y especialmente Alberto, están señalando la novena etapa, la de este domingo, como la que va a generar la escabechina definitiva en la pelea por el maillot amarillo. Siete puertos, tres de ellos de categoría especial como el abrumador Mont du Chat que cierra la dentellada de picos de la jornada dominical. A ella, todos los corredores van a llegar con las piernas cargadas de muchos kilómetros. Puede que de kilómetros innecesarios. "Son demasiados kilómetros, creo que en 200 estaría bien", dijo Contador en referencia a la etapa con llegada a Troyes, de 216 kilómetros (casi 230 con la neutralizada). La sucesiva, la de este viernes, sumaba 213,5 kilómetros. Mucha distancia y poca sustancia.

Unas distancias nada extrañas en la 'Grande Boucle'. Al contrario. Como recuerda Javier Guillén, director de la Vuelta y miembro de ASO, organizador del Tour, "en el Tour y en Giro siempre hay etapas largas, su posición en el calendario lo permite". "Yo respeto tanto a Contador como al Tour pero lo que es innegable es que etapas largas en una vuelta grande siempre hay. Nosotros mismos en la Vuelta siempre tenemos un par de etapas por encima de los 200 km", añade Guillén en conversación con El Confidencial.

El director de la Vuelta recuerda que no siempre una etapa llana es tranquila. "En mi opinión no cabe decir que ante este perfil y esta distancia va a ver tal resultado. Esto no son matemáticas. La propuesta se hace y luego la carrera decide cómo se aprovecha. Si hay viento, llueve, cortes por lo que sea, la carrera te cambia la previsión y ya nadie se fija en la distancia". Etapas maratonianas no es, indudablemente, lo más divertido ni para el ciclista ni para el espectador, lo cual no impide que formen parte de la ideosincrasia del Tour, del Giro y de la Vuelta, más aún en la primera semana, momento en particular de las grandes rondas por etapas en el que los sprinters tienen su momento de gloria antes de caer en el olvido en medio de tanta montaña.

Los que conocen a la perfección a Contador no niegan que ha sido un pequeño golpe moral esa primera flaqueza, pero lo consideran parte de la preparación, del desarrollo lógico dentro de un Tour hasta alcanzar el nivel idóneo de forma. "Ir mejorando con el paso de los días", esa es la idea para que la llegada de los Pirineos y los Alpes pille a Alberto en su pico.

A Alberto Contador se le ha torcido el Tour antes de tiempo. La primera semana ya se ha completado sobre las decenas de bicicletas que completarán los más de 3.000 kilómetros de recorrido y a estas alturas, la pendiente que escalar es explosiva, empinada y, a la vez, engañosa. En estos días, de hecho en los cinco primeros, Contador ha perdido ya 52 segundos con respecto a Chris Froome, que no tardó más que eso, cinco días, para volver a vestirse de amarillo, una vieja costumbre que no iba a perder en 2017, el año que, según dijo, será más difícil que nunca para él ganar el Tour. No parece que vaya a tener razón, todo indica lo contrario, que lo ganará con sencillez. El español, en cambio, no tiene la intención de ceder desde ya. De hecho, va a pelear hasta el final, o eso al menos transmite.

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