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El camino de Dumoulin para parecer Indurain
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líder del giro con una destacable ventaja

El camino de Dumoulin para parecer Indurain

Ganó la primera contrarreloj del Giro de Italia con una autoridad pasmosa y en el primer gran puerto fue el que mejor aguantó la persecución con Quintana. Es un corredor muy completo

Foto: Dumoulin ganó la crono con mucha autoridad. (EFE)
Dumoulin ganó la crono con mucha autoridad. (EFE)

Cuando Nairo Quintana atacó en la ascensión al Blockhaus lo hizo para alejar a Nibali y Pinot. Al menos, para quitárselos de encima y vestirse de rosa, que verse líder siempre es una alegría. Pero la fundamentación de esos ataques de Quintana hasta el definitivo que le llevó a la victoria estaba detrás de esos dos ciclistas. Los tres, el trío de cabeza que mandaba en la etapa tenían un enemigo común contra el que, durante un corto periodo de tiempo, unieron fuerzas: todos 'odian' a Tom Dumoulin.

Este Giro es tramposo. Desde siempre, la 'corsa rosa' ha estado muy marcada por la alta montaña. Si no eras un gran escalador, las opciones para acabar en lo más alto del podio eran escasas. Desde los Apeninos a los Alpes, la carretera empinada siempre marcaba el camino y comprometía el resultado final. Este, el del centenario, es así, pero solo en parte. En el ciclismo actual, los organizadores de las carreras han querido entender que lo que realmente engancha al espectador a la televisión durante horas son buenos puertos y el sprint y la crono están repudiadas. RCS, organizadora del Giro, en cambio, ha recuperado algo ya muy inusual: dos contrarrelojes individuales en las 21 etapas. Por tanto, la importancia en la especialidad se multiplica.

Las dos son largas. Una de casi 40 kilómetros, la otra, en la última jornada, de casi 30. Las dos marcan diferencias. En el pelotón que conforma este Giro, no hay un especialista como Tom Dumoulin. Mientras se hablaba de Vincenzo Nibali y Nairo Quintana como candidatos oficiales a ganar el 'Trofeo senza fine', Dumoulin callaba, pero se sentía poderoso en su interior. Sin la presión que supone la disyuntiva inevitable de sus adversarios de ganar o fracasar, el de Maastricht esperaba paciente su oportunidad. Eran dos etapas seguidas las que soñaba con establecer contacto con la élite: el Blockhaus y la contrarreloj en Umbria. Una para mostrarse fuerte en la montaña y lanzar un mensaje; otra para cumplir las expectativas. Lo clavó en las dos.

Cuanto más completo sea un corredor, más opciones reales tendrá de ganar una gran carrera por etapas. Los especialistas en una sola disciplina rara vez aguantan en lo más alto durante las tres semanas. Solo los que son los mejores del mundo en su especialidad pueden aspirar a ganarles a todos. El mundo del ciclismo está de acuerdo en definir a Miguel Indurain como el ciclista total. Un excelente escalador que era el mejor del mundo contra el crono. Si sumó siete grandes (incluyendo cinco Tours consecutivos), fue porque en su época no había un corredor que se acercase a él, nadie que fuera tan perfecto en tantos aspectos sobre la bici.

Subir bien y ser rápido a la vez está a la altura de muy pocos. Hay escaladores que van bien en contrarreloj, como Alberto Contador, y contrarrelojistas que se defienden en la montaña... ¿como Dumoulin? Sí, como Dumoulin. Ver a Dumoulin sobre la bicicleta es retroceder 25 años en el tiempo y contemplar a Indurain vestido de blanco y azul luchando por los maillots de Giro y Tour. La comparación es pretenciosa, por el momento. Pero el parecido está ahí, salta a la vista. Corpulento, alto, muy resistente en lo alto, una bala cuando hay que luchar contra el reloj y la calma de un tío normal. El perfil de corredor que puede ganar las grandes que quiera si dispone de un equipo que le arrope al máximo y le dé su aliento en los momentos de mayor dificultad.

"Es realmente especial volver a ponerme la maglia rosa. Ya la vestí seis días el año pasado, lo cual ya era especial. Ahora ya no es una coincidencia, ahora puedo pelear con los mejores y eso es una sensación agradable", dijo el nuevo líder del Giro de Italia. Este golpe de moral era vital para sentirse de nuevo capacitado para estar arriba. En el Giro 2016 empezó fuerte, pero en la montaña sufrió demasiado y ni siquiera lo pudo pelear y lo abandonó. Esa mala actuación nos hizo cuestionarnos si la Vuelta 2015, esa que estuvo a punto de ganar, fue una casualidad.

No lo es. No al menos para uno de los que más conoce el ciclismo. "El problema es que hasta que no se demuestre lo contrario es un líder muy sólido que ha dejado a todos a gran distancia", dice Eusebio Unzue, director de Movistar, en declaraciones recogidas por 'El País'. "Y no tenemos que olvidar que habrá que aventajarle en al menos 5 minutos en las montañas, pues el Giro acaba con una contrarreloj de 30 kilómetros en Monza, otros dos minutos...". Dumoulin tiene ahora mismo el Giro mordido por el pescuezo. A ver quién es el guapo que puede arrebatarle la presa de sus fauces.

Cuando Nairo Quintana atacó en la ascensión al Blockhaus lo hizo para alejar a Nibali y Pinot. Al menos, para quitárselos de encima y vestirse de rosa, que verse líder siempre es una alegría. Pero la fundamentación de esos ataques de Quintana hasta el definitivo que le llevó a la victoria estaba detrás de esos dos ciclistas. Los tres, el trío de cabeza que mandaba en la etapa tenían un enemigo común contra el que, durante un corto periodo de tiempo, unieron fuerzas: todos 'odian' a Tom Dumoulin.

Miguel Indurain
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