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A Contador se le acaba la ilusión en Francia, la misma que espera encontrar en el Trek
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las caídas y sus compañeros marcan su adiós

A Contador se le acaba la ilusión en Francia, la misma que espera encontrar en el Trek

Si Contador se retira es por errores propios, principalmente, pero en Tinkoff nunca ha sido tratado con el respeto que merecía el líder del equipo, lo que espera encontrar en el Trek

Foto: Contador cambiará el fosforito por el blanco (David Stockman/Cordon Press).
Contador cambiará el fosforito por el blanco (David Stockman/Cordon Press).

Contador no se mojó en Andorra. No llegó a pisar suelo andorrano, de hecho, puesto que se bajó de la bicicleta cuando el Tour de Francia aún recorría territorio español y de ahí se subió al coche de su equipo en busca de la paz que no le estaba dando la carretera. Esos instantes antes de abandonar fueron los últimos de Contador con Tinkoff en el Tour. Ya no tendrá por qué relacionarse más con Oleg Tinkov, el dueño del conjunto ruso que se ha cansado del ciclismo de igual manera que hace años era lo más grande para él. Pero definitivamente no será su último Tour, ya que se desvive por volver a competirlo como uno de los grandes, como hizo por última vez (legal) hace siete años.

Foto: Quinta etapa
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¿Se imaginan que esa bajada de la bici hubiera sido lo último que hubieramos visto de Contador en el Tour? No, no iba a pasar eso. La idea de la retirada fue efímera, lastimosa, engañosa. Lo dijo en febrero de 2015 por primera vez, aunque ya fue rumiando la idea desde antes. Acabar su carrera después de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, ese era el plan, el cual estaba endulzado con una idea sabida imposible, como era ganar el Giro y el Tour en el mismo año. Ganó uno y no otro. No ponerse el amarillo le empezó a hacer cambiar de idea. Contador es ambicioso y cabezón, y no se va a ir sin volver a subirse a lo más alto del podio de París, o lo hará ya cuando lo hayan derrotado tantas veces que no aguante más.

Llevaba meses diciendo que su preparación había sido excelente, casi perfecta, que nunca había estado mejor físicamente para encarar el Tour de Francia. No quiso pasarse de entrenamientos fuertes para no llegar a julio ya con las piernas cargadas, apenas compitió. Todo sonaba bien, daba la sensación de que iba a ganar a Froome y todo, algo que a muchos les parece imposible. Todo demasiado bonito para ser verdad. Cuando empieza lo auténtico, cuando tiene que demostrar sobre el sillín que lo que decía era cierto, cumplió con la tradición de irse al suelo y fastidiarse la carrera.

Foto: Dumoulin ya ha ganado en las tres grandes (Yoan Valat/EFE/EPA).

Caída tras caída

Contador nunca ha sido un ciclista muy técnico. Tenía resistencia y potencia en las ascensiones y fue mejorando extraordinariamente en las luchas contra el cronómetro, pero nunca mejoró su mayor deficiencia: la estabilidad en la bicicleta. Contador se ha caído en muchas de las grandes vueltas por etapas y en situaciones muy diferentes. Piensen, sin ir más lejos, en las veces que recuerdan a Froome en el suelo. Las podríamos contar con menos dedos de los que tiene una mano. Igual pasa con Quintana o Valverde. Contador se ha quitado a sí mismo muchas más alegrías de las que ha conseguido al caer sobre el asfalto. No son los años pares, son sus revolcones sobre la carretera.

Su ataque nada más empezar la subida al Port de la Bonaigua fue como una rabieta para desfogarse de todos los males que había acarreado en la primera semana de competición, un grito de cólera para que todo el mundo se diera cuenta de que de verdad no podía luchar el Tour. Valverde y Sagan se fueron con él, y los dos, incluso el campeón del mundo, siguieron hacia arriba mientras Contador se iba hacia los bajos del pelotón a buscar el auxilio de Faustino Muñoz, su hombre de confianza en el Tinkoff. Antes de abandonar, se hizo público que había tenido fiebre la noche anterior y que esa misma mañana se encontraba indispuesto. Resulta contradictorio, por tanto, que decidiera que era buen momento para probar un ataque.

Siempre abandonado por su equipo

Es posible que también esos resultados hubieran mejorado (aún más, porque siete grandes no las tiene ningún otro ciclista en activo, ni de cerca) si se hubiera sabido rodear de corredores que lucharan por y para él. A Contador lo han abandonado más de una vez. Y más de dos y de tres. Nunca se ha visto arropado en el Tinkoff ni respetado por los que sobre el papel son sus compañeros. El Giro del año pasado lo ganó él solo, sin nadie que le ayudara si llega a tener algún percance, o si le llegan a atacar los Astana, como hicieron en las etapas finales. En el Tour pasó más o menos lo mismo. Y en esta edición de la 'grande boucle', fue dejado a su suerte desde la primera etapa de media montaña. Majka hizo siempre su guerra por los lunares y Kreuziger no le guardó nunca las espaldas. El resto de Tinkoff no apareció cuando la carretera se empinó.

Sus heridas, sus fallos, sus malas decisiones tienen culpa del abandono, evidentemente, pero también su equipo. No es casualidad que el día después de que el propio Contador dijese públicamente que Oleg Tinkov había decidido que Kreuziger fuera ahora el corredor que luchase por la general, el pinteño deje la carrera. Él no está ahí para ayudar, sino para ser ayudado.

En la Vuelta a España disputará su última gran prueba como corredor del Tinkoff, que no como ciclista. Le espera el Trek Segafredo, el equipo que heredó la estructura del Radio-Shack que hicieron famoso los hermanos Schleck, los grandes rivales de Contador cuando éste ganaba los Tours con aparente sencillez y que ahora es uno más del pelotón internacional. Con el fichaje de Contador vuelven a recuperar el lustre que fueron perdiendo poco a poco. Contador ocupará el lugar mediático de Cancellara y heredará la responsabilidad de Mollema, pero multiplicada por mil. Si se va a Estados Unidos es, exclusivamente, porque le han ofrecido un buen proyecto. Eso es tal cual. El Trek deberá garantizar a Contador una plantilla completa a su plena disposición para ganar el Tour. Le debe dar el cariño y el respeto que no ha encontrado en Rusia.

Contador no se mojó en Andorra. No llegó a pisar suelo andorrano, de hecho, puesto que se bajó de la bicicleta cuando el Tour de Francia aún recorría territorio español y de ahí se subió al coche de su equipo en busca de la paz que no le estaba dando la carretera. Esos instantes antes de abandonar fueron los últimos de Contador con Tinkoff en el Tour. Ya no tendrá por qué relacionarse más con Oleg Tinkov, el dueño del conjunto ruso que se ha cansado del ciclismo de igual manera que hace años era lo más grande para él. Pero definitivamente no será su último Tour, ya que se desvive por volver a competirlo como uno de los grandes, como hizo por última vez (legal) hace siete años.

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