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Nairo Quintana, el que parecía muerto
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se recuperó de la gripe y sorprendió a aru

Nairo Quintana, el que parecía muerto

Este viernes había muchos rumores sobre la continuidad de Nairo Quintana en la Vuelta. Sus problemas fisiológicos le hicieron sufrir, pero en el Cantábrico recuperó su salud y su coraje

Foto: Nairo 'resucitó' en Fuente del Chivo (Efe)
Nairo 'resucitó' en Fuente del Chivo (Efe)

Coger un resfriado en una persona ajena al deporte supone un día o dos algo tocado, con mocos, fiebre y malestar general, que, al máximo, pueden mandar al enfermo a la cama y evitar que acuda a su jornada laboral, lo cual a veces hasta resulta agradable. Pero cuando se es ciclista profesional, es un problema mucho mayor que puede llevar incluso a abandonar la carrera y marcharse directo a casa para así poder cuidarse. Porque un corredor no puede tomar toda la medicación que toma cualquier otra persona porque puede dar positivo en algún control antidopaje. En esas se ha visto Nairo Quintana durante estos días en la Vuelta, pero su capacidad de recuperación ha sido enorme y ya está al máximo nivel otra vez.

No muchos le esperaban en la cima de la Fuente del Chivo, puerto novedoso nunca antes escalado en la Vuelta y que, después de esta experiencia, sin duda repetirá en ediciones venideras. Quintana estaba escondido entre muchos jerseys azules de Movistar, agazapado como un guepardo que acecha al antílope. Pero no se le esperaba porque todos sus compañeros y sus rivales sabían cómo había estado el escarabajo en los días previos. Y de ahí que tenga aún más mérito su enorme despliegue físico en los últimos kilómetros que más, que ayudarle de cara a la clasificación general, sirve de aviso para todos sus contrarios.

"Tuve mucha fiebre y me descompensó. Somos seres humanos y pasan estas cosas. Lo pasé mal y pensé en retirare en dos ocasiones, pero tiré de clase, no podía dejar a mi equipo. Al menos llegué y sigo en la Vuelta". Eso lo dijo el miércoles, nada más llegar a la meta de Cortals d'Encamp. Nairo superó seis puertos inhumanos en unas condiciones inhumanas. ¿Se imaginan lo que es subirse a una bici con fiebre? Piensen sólo en mantener el equilibrio durante unos metros. El pequeño colombiano estuvo sobre esa misma bici durante 138 kilómetros y subiendo y bajando seis puertos... y no perdió más que unos minutos que lo mantuvieron con opciones.

Del miércoles a este domingo han pasado cuatro días, un tiempo tras el que cualquier otra persona que no tenga que competir sobre una bicicleta estaría recuperado al 100% de un resfriado o una gripe. Quintana no pudo descansar, no pudo medicarse todo lo que habría querido; tenía que competir, que mantener su honor, el de su equipo, el de su país... y el de esta Vuelta que cada día que pasa se queda más huérfana (el último en abandonar fue Samuel Sánchez).

En el pasado Tour, durante las primeras etapas era negativo lucir el maillot jaune, porque el que lo hacía abandonaba poco después. Le pasó a Cancellara y le pasó a Daniel Martin. A Froome ni esa maldición le quitó el amarillo. Pero ahora, en la Vuelta, ser favorito se paga caro. Echaron a Nibali por hacer trampa, y se han ido a casa el propio Froome y Van Garderen... el siguiente era Quintana, que está luchando contra la maldición, contra la fiebre y la diarrea, porque su fuerza de voluntad y sus ganas de ganar una grande en 2015 le dan el abrigo que necesita.

La tentación de la Triple Corona

Es muy probable que si Nairo Quintana hubiese ganado el Tour, no habría participado en esta Vuelta a España. En cierta manera, es de agradecer que no lo ganara. Una vez que tomó la salida, una idea le ronda por la cabeza: la Triple Corona. Sólo seis ciclistas en toda la historia han ganado las tres grandes vueltas, y ninguno de ellos es de fuera de Europa. Sumar a su Giro de Italia la Vuelta a España le dejaría solamente el Tour para completar ese tríptico que sería único. Y ese es su gran sueño, ganar en París. Si lo puede hacer habiendo ganado todo, pasaría a la historia.

Coger un resfriado en una persona ajena al deporte supone un día o dos algo tocado, con mocos, fiebre y malestar general, que, al máximo, pueden mandar al enfermo a la cama y evitar que acuda a su jornada laboral, lo cual a veces hasta resulta agradable. Pero cuando se es ciclista profesional, es un problema mucho mayor que puede llevar incluso a abandonar la carrera y marcharse directo a casa para así poder cuidarse. Porque un corredor no puede tomar toda la medicación que toma cualquier otra persona porque puede dar positivo en algún control antidopaje. En esas se ha visto Nairo Quintana durante estos días en la Vuelta, pero su capacidad de recuperación ha sido enorme y ya está al máximo nivel otra vez.

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