¿Se ha puesto Froome la piel de cordero?

“No he visto bien ni mal a Froome porque realmente no le he visto en toda la etapa ya que siempre íbamos muy delante de él”. Habla Alejandro Valverde y lo hace después de la séptima etapa; la primera con alta montaña, la jornada en la que Lindeman sumó su cuarta victoria como profesional y en la que Chris Froome salió del 'Top 10' de La Vuelta. Capileira era el primer examen para aquellos cuyos nombres figuran entre los favoritos y lo cierto es que después del esfuerzo acumulado en lo que va de temporada, el sofocante calor que elevaba los termómetros hasta los 38 grados y lo que queda por delante, optaron por conservar. Opción desechada por Fabio Aru cuya actuación final agravó la imagen del campeón del Tour. Le falta rodaje, cierto, pero ¿se ha puesto la piel de cordero o realmente está sufriendo?

Desde Jódar hasta La Alpujarra o lo que es lo mismo: 191 kilómetros con un test para los candidatos a conquistar Madrid el próximo mes de septiembre portando el maillot rojo. Era el primero de alta montaña, el primero serio, el primero de verdad. El primero en el que Chris Froome decidió no arriesgar y la imagen que dejó fue la de un ciclista que no sabía como reaccionar. Un ganador del Tour débil sin la agresividad que exhibió en la cita gala, incapaz de hacer frente a la crisis que vivió en el último kilómetro magnificada por Aru. En la primera semana del Tour, Froome dio un golpe de autoridad. En los primeros siete días de La Vuelta, guarda su aliento y protege con celo su batería para que ésta no falle en los momentos clave y pueda responder a lo largo de las tres semanas en las que recorrerá la geografía.

“Froome no está como en el Tour, pero está en carrera. Ha llegado bien a la Vuelta”. Mikel Nieve reconocía que su jefe de filas no es el mismo que se vio en Francia. El ciclista nacido en Kenia quería comprobar cómo se sentía después de afrontar la ronda gala para decidir si afrontaría, por cuarta vez en su carrera, La Vuelta. Salió a rodar, comprobó sensaciones y puso rumbo a España con uno de los mejores equipos. El problema es que Froome ha llegado falto de rodaje y de kilómetros, algo que, es cierto, no sorprende. Su condición física tenía forma de interrogante hasta que, hace una semana, La Vuelta comenzó su andadura sobre el polémico albero. Desde aquella salida en falso hasta hoy, se ha comprobado que el ganador del Tour no está en su mejor momento: en el momento en el que el nivel se eleva, las pasa canutas.

¿Se ha puesto la piel de cordero o la imagen vista en el primer test es real? La respuesta la tiene el tiempo porque hay una cosa clara que Alejandro Valverde apuntó en una entrevista con El País: está empeñado en ganar La Vuelta. Chris Froome nunca tiene suficiente ni se da por satisfecho. A esto hay que añadir que convertirse en el nuevo dueño del maillot rojo supondría el colofón perfecto para una temporada que le haría entrar en la historia del ciclismo. Por ello, en el pelotón dan por hecho que Froome está esperando el momento ideal para bajar la cabeza, sacar los codos y atacar con la agresividad y la falta de piedad que en él es costumbre. Y es que a pesar de estar a 1 minuto y 22 segundos de Chavez, líder de La Vuelta, su nombre está entre los favoritos. Aunque ya no aparezca entre los diez primeros.

Froome no ha olvidado que en su espalda luce el dorsal número uno por poco que se lo haya mostrado a sus rivales. Su estatus le obliga a estar en lo más alto, por ello nadie es tan osado como para atreverse a descartarle. No en vano, el recorrido de La Vuelta juega a su favor: hay 45 kilómetros de contrarreloj. Si la hoja de ruta sigue el camino marcado y pautado, el golpe de Froome se espera a partir de la segunda semana de La Vuelta. Tiempo en el que las condiciones climáticas se relajarán y llegará la única contrarreloj de la cita; para ese momento, en el Sky esperan que el de Kenia haya encontrado el pedal porque se resisten a dar por perdida la competición. Más aun con todo lo que queda por delante. Mientras el rostro de Froome sigue sin mostrar emoción alguna, sin dar pistas acerca de su condición de lobo o de cordero y sin salir de las apuestas.