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Ni siquiera el rojo de líder de la Vuelta pudo quitarle el cabreo a Tom Dumoulin
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disgustado por no ayudar más a degenkolb

Ni siquiera el rojo de líder de la Vuelta pudo quitarle el cabreo a Tom Dumoulin

Mientras ayudaba "menos de lo que querría" a Degenkolb a colocarse en las posiciones de cabeza y le tiraba el sprint final, Tom Dumoulin conseguía dejar cortado a Esteban Chaves y se ponía líder

Foto: Dumoulin es el tercer líder de la Vuelta a España (EFE).
Dumoulin es el tercer líder de la Vuelta a España (EFE).

Ser líder de una gran vuelta por etapas tiene que ser uno de los mayores privilegios que puede alcanzar un ciclista en toda su carrera deportiva. Son muy, muy pocos los elegidos que al final de una ronda se suben al podio vistiendo todavía ese maillot representativo, pero también son muy pocos los que han tenido el honor de lucirlo aunque sólo fuera un día en la vida. Sin embargo, hay momentos en una carrera en los que un corredor se encuentra tan metido en ella, tan obsesionado con hacerlo bien que directamente se olvida de otra cosa que no sea la misma carrera. Hasta incluso de no darse ni cuenta de que tiene que ir al podio a la ceremonia de entrega de jerseys.

Eso es exactamente lo que le sucedió a Tom Dumoulin, el nuevo jersey rojo de la Vuelta a España. La llegada a Alcalá de Guadaira era, según las previsiones, un final donde se sentirían como en casa los verdaderos sprinters, de esos que cada vez tienen menos oportunidades de brillar en las grandes vueltas ante la escasez cada vez mayor de etapas llanas. Peter Sagan y John Degenkolb se situaron como mandan los cánones en la cabeza del pelotón. El Tinkoff trabajó buena parte del recorrido para Sagan, el Giant-Alpecin hizo lo propio para Degenkolb.

Y Dumoulin, compañero de este último, tenía que trabajar como uno más y olvidar sus opciones de liderato, ya que tenía a Chaves a sólo un segundo, una distancia tan ínfima que en cualquier despiste se pierde. Como así pasó. Sin percatarse siquiera, mientras ayudaba a Degenkolb a colocarse en las posiciones de cabeza y le tiraba el sprint final, Tom Dumoulin conseguía dejar cortado a Esteban Chaves y cruzaba la línea de meta con más de un segundo de ventaja sobre el colombiano. Hasta la clasificación de la Vuelta, durante unos minutos, dio por hecho que el del Orica seguía líder.

El las curvas y estrechas calles de los pueblos andaluces, los sprints de la Vuelta están siendo raros, extraños, difícil de seguir para el telespectador, que pierde el punto de referencia con los continuos y necesarios cambios de plano, que acechan a los corredores que corren veloces a por la victoria. Debajo del calor y con el rostro uraño y molesto, Dumoulin se dirigió directo a reunirse con el resto de su equipo. “Estaba en el autobús, enfadado porque no pude ayudar a Degenkolb todo lo que quería. Y, de repente, escuché por la radio que era el líder y que tenía que ir al podio. Fue una sorpresa, agradable en este caso”, dijo el de Maastricht.

Lo que se decía que motivó el cambio de la Vuelta de primavera a septiembre fue que los corredores que no habían logrado grandes resultados en las anteriores carreras pudieran encontrar en España un motivo para resarcirse (una manera de infravalorar la Vuelta, déjenme decir). En el caso de Dumoulin es tal cual: "Tras mi caída en el Tour estuve dos semanas contrariado -tuvo que abandonar cuando era líder de la clasificación de jóvenes al dislocarse el hombro-, me costó superarlo, hasta que decidí cambiar el chip. Sabía que si trabajaba duro, podía volver a conseguir un buen nivel. De todas formas, no me lo esperaba. Sí que en los entrenamientos antes de venir mis sensaciones eran buenas pero de ahí a ser el líder es toda una sorpresa”, afirmaba el corredor de Giant en declaraciones recogidas por Biciclismo.

Ahora Dumoulin afronta un reto aún más difícil que ser líder: mantener el jersey rojo. Su creciente polivalencia en diferentes terrenos nos permite pensar que tendrá posibilidades de defenderlo en la etapa de este jueves. Cada vez se está convirtiendo en un mejor escalador, estando, eso sí, todavía muy lejos del nivel de los principales fondistas. Pero, ¿por qué no iba a llegar a lo alto de Cazorla vestido de rojo? Por una vez que se viste de líder en una gran vuelta no va a desperdiciar la oportunidad de mantenerlo el máximo tiempo posible. La Alpujarra, el viernes, será otra historia.

Ser líder de una gran vuelta por etapas tiene que ser uno de los mayores privilegios que puede alcanzar un ciclista en toda su carrera deportiva. Son muy, muy pocos los elegidos que al final de una ronda se suben al podio vistiendo todavía ese maillot representativo, pero también son muy pocos los que han tenido el honor de lucirlo aunque sólo fuera un día en la vida. Sin embargo, hay momentos en una carrera en los que un corredor se encuentra tan metido en ella, tan obsesionado con hacerlo bien que directamente se olvida de otra cosa que no sea la misma carrera. Hasta incluso de no darse ni cuenta de que tiene que ir al podio a la ceremonia de entrega de jerseys.

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