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Valverde, el incansable, avisa a los rivales justo antes de que empiece lo serio
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última etapa llana antes de la montaña

Valverde, el incansable, avisa a los rivales justo antes de que empiece lo serio

Es difícil medir el rendimiento que puede dar Valverde de aquí al final de la Vuelta por su victoria en Vejer, porque se trataba de una etapa perfecta para él, pero es un aviso de que ha venido a ganar

Foto: Valverde entra en la meta de Vejer por delante de Sagan. (EFE).
Valverde entra en la meta de Vejer por delante de Sagan. (EFE).

El inicio de una Vuelta, por lo general, es un periodo de prueba, de mediciones entre todos los corredores, especialmente entre los que al final se van a pelear por la victoria general. Pero la inclusión de etapas engañosas como la de Vejer de la Frontera permite ver un paso adelante de alguno de los llamados a ganar. Una etapa llana en su totalidad menos en los últimos cuatro kilómetros, donde se empina salvajemente hasta bien entrado el pueblo, donde se suaviza. Es difícil medir el rendimiento que puede dar Valverde de aquí al final del Tour por su victoria en Vejer, porque se trataba de una etapa perfecta para él, pero es un serio aviso de que ha venido a por el rojo.

En realidad, es aún pronto para analizar el estado de forma de cualquiera, no sólo del murciano. Froome y Quintana no han tenido la opción que sí ha disfrutado Valverde de ganar en la primera ocasión que ha tenido para hacerlo. Ni el keniata ni el colombiano son ciclistas a los que una etapa como la de Vejer les venga bien. El intento de Quintana en Caminito del Rey no fue más que una prueba no sólo para testar a los demás sino para ver cómo se sentía él mismo después del enorme esfuerzo del Tour de Francia. En cambio, a Froome no se le verá hasta que no empiece la montaña, siendo éste su modus operandi natural.

Valverde sin embargo no esperó a que las piernas empiecen a calentarse cuando la carretera subía hacia un final que no se veía entre tanta curva de noventa grados. En un pueblo andaluz, cerca de un lugar donde un cualquiera coge una bici profesional y se sube en ella para hacer la gracia, Alejandro se disfrazó de Bala y oculto entre los recónditos parajes que esconde Tinkoff, se lanzó a por la victoria el primer día que se le presentó el momento propicio. Porque a Valverde, como a Forrest Gump, no le pesan los miles de kilómetros que lleva en las piernas durante este 2015, que le habrían valido para hacer de cosa este a costa oeste de Estados Unidos hasta cansarse y darse media vuelta en el desierto de Colorado. Pero él no se cansa, él sigue adelante.

Porque para Valverde no hay edad para empezar a dedicarse a otra cosa que no sean las grandes, no hablemos ya de bajarse de la bici y hacer vida de persona sin sufrir cada semana. Porque a los 35 años está en mejor forma que con 27, aquel año en el que por fin se quitó la vitola de perdedor para vestirse con el oro que se había ganado en la carretera tanto tiempo antes y tanto tiempo después. Cuando uno se hace viejo se vuelve cascarrabias y cabezota, y cuando se te mete una cosa en la cabeza, te empeñas en que tiene que ser así y aunque el mismo Einstein te demuestre que no llevas razón, no vas a dar tu brazo a torcer. Pues a Valverde le ha dado por hacer del 2015 el mejor año de su vida y va camino de hacerlo realidad. Le parece poco haber ganado tres etapas en la Volta a Cataluña, la Flecha Valona, la Lieja-Bastoña-Lieja, el campeonato de España y el podio del Tour. Quiere más.

No ha venido a la Vuelta a rendir pleitesía a Nairo Quintana. En el Tour no había dudas de que el de Las Lumbreras iba a ser su gregario y a trabajar para él siempre que lo necesitara, sin que los anillos se le cayesen y echasen a rodar montaña abajo. Aquí y ahora el liderato de Nairo no está tan cerrado y si Alejandro se encuentra en buena posición, las tornas deberán cambiarse. Y esto se decidirá dentro de bien poco, porque después de la etapa de sprinters de este miércoles la montaña ya no se va hasta el descanso del lunes, e inmediatamente después llega Andorra. Andorra es el lugar...

El inicio de una Vuelta, por lo general, es un periodo de prueba, de mediciones entre todos los corredores, especialmente entre los que al final se van a pelear por la victoria general. Pero la inclusión de etapas engañosas como la de Vejer de la Frontera permite ver un paso adelante de alguno de los llamados a ganar. Una etapa llana en su totalidad menos en los últimos cuatro kilómetros, donde se empina salvajemente hasta bien entrado el pueblo, donde se suaviza. Es difícil medir el rendimiento que puede dar Valverde de aquí al final del Tour por su victoria en Vejer, porque se trataba de una etapa perfecta para él, pero es un serio aviso de que ha venido a por el rojo.

Alejandro Valverde Chris Froome
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