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La mala suerte se cruza con Pinot y amenaza con ampliar a 31 años la maldición francesa
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recuperar más 6:30 se antoja imposible

La mala suerte se cruza con Pinot y amenaza con ampliar a 31 años la maldición francesa

Empezaba la carrera como uno de los tapados, de esos corredores que pocos cuentan con ellos pero que luego pueden dar la sorpresa, pero las caídas y los errores de equipo le hunden en la general

Foto: Pinot se cayó pero pudo reengancharse con el grupo de favoritos (Reuters).
Pinot se cayó pero pudo reengancharse con el grupo de favoritos (Reuters).

“Creo que este Tour empieza a parecerse para mí al de 2013”, dijo Thibaut Pinot una vez pudo llegar a la meta de Cambrais, donde virtualmente se despidió de cualquier opción de ser campeón. Una vez más, y eso que se han corrido todavía pocas etapas, de hecho, no hemos superado ni siquiera la primera semana real de competición, la mala suerte se volvió a encontrar en su camino llegando a Amiens. Volvía a llover en la ronda francesa y otra vez fue a él a quien le afectó. Esta vez, el infortunio no pasó a mayores, pues después de caerse otra vezse pudo reenganchar al grupo cabecero, en el que se destacó André Greipel en meta, pero cuando a uno se le cruza una carrera, poco se puede hacer. Francia empieza a asumir que tampoco a los 30 años del último Tour de Bernard Hinault algún francés cogerá su testigo.

En 2013, Thibaut Pinot era, como le tocará ser en los próximos años, la gran esperanza del ciclismo francés en su propio Tour. Su debut la temporada anterior había sido prodigioso. Acabar décimo era un resultado óptimo para un ciclista aún con edad para correr en categoría sub-23 (era el corredor más joven del pelotón), pero sus piernas le permitieron estar entre los mejores ciclistas del mundo y además, robarles una victoria en la octava etapa, entre Belfort y Porrentruy, de media montaña, lo que le permitió mostrase al mundo como un ciclista a tener muy en cuenta en el futuro más inmediato. Pero 2013, el año que tenía que ser su confirmación, fue lo contrario.

Todo empezó bien, manteniéndose cerca de los primeros clasificados en el comienzo del Tour, pero la cosa se torció cuando ya perdió cerca de un minuto en la contrarreloj por equipos. Después, un problema mecánico le hizo perder ya seis minutos con Chris Froome. Pero su desgracia no iba a acabar ahí. En absoluto. Un nuevo problema le hizo reagruparse con un grupo muy retrasado, con el que llegó a meta a 31 minutos del liderato. Ya, sin objetivos ni motivación, se retiró de la competición afectado por un dolor de garganta.

Era un ciclista joven y la experiencia negativa le iba a resultar de lo más positiva al año siguiente. Un podio muy merecido acompañado con el maillot blanco. Todavía se acuerda y mucho Alejandro Valverde de esas últimas etapas de la pasada grande boucle en las que el corredor del Franco Condado le superó y le impidió aparecer en la foto de los Campos Elíseos. Y claro, esa clasificación por detrás de un veterano como Péraud le obligaba, por el hambre francés, a ser el líder de la nueva generación de corredores de Francia y, por consiguiente, favorito en este Tour que estamos viviendo.

"Vamos a estudiar la situación con el equipo, para determinar los nuevos objetivos. Pero el Tour no ha terminado, quedan dos semanas y media". Esta declaración de Pinot de este martes no coincide en absoluto con otra realizada hace dos años: “Necesito un objetivo cuando corro, cuando entreno, en todo. La clasificación general es un objetivo, de lo contrario terminaría último en todas las etapas llanas”. Un ciclista de la talla que se le presupone a Pinot no puede permitirse psicológicamente no tener un verdadero objetivo, que no es otro que el maillot amarillo. Se hunde, se desespera lejos de los mejores.

Entonces, ¿qué puede hacer ahora Pinot? Es cierto que no hemos empezado la montaña y que pueden pasar muchísimas cosas, pero recuperar los 6:18 minutos que tiene perdidos con Chris Froome se antoja verdaderamente complicado, por no decir imposible. Por tanto, la general no se la debe marcar ya. Pero le quedan otros retos, como una potencial victoria en la clasificación de la montaña, lo cual para un escalador puro como él no es ningún reto descabellado. Le queda conseguir victorias en cimas históricas, donde, siendo francés, tendría una doble belleza para los seguidores que tanto confiaban en él. Y le queda revalidar el maillot blanco de los jóvenes, que tiene mucho más valor de lo que la gente se puede pensar.

“Creo que este Tour empieza a parecerse para mí al de 2013”, dijo Thibaut Pinot una vez pudo llegar a la meta de Cambrais, donde virtualmente se despidió de cualquier opción de ser campeón. Una vez más, y eso que se han corrido todavía pocas etapas, de hecho, no hemos superado ni siquiera la primera semana real de competición, la mala suerte se volvió a encontrar en su camino llegando a Amiens. Volvía a llover en la ronda francesa y otra vez fue a él a quien le afectó. Esta vez, el infortunio no pasó a mayores, pues después de caerse otra vezse pudo reenganchar al grupo cabecero, en el que se destacó André Greipel en meta, pero cuando a uno se le cruza una carrera, poco se puede hacer. Francia empieza a asumir que tampoco a los 30 años del último Tour de Bernard Hinault algún francés cogerá su testigo.

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