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El 'Dottore' Pozzovivo no tendrá problemas para volver a ser el cerebrito del pelotón
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"no recuerdo nada", dijo el corredor italiano

El 'Dottore' Pozzovivo no tendrá problemas para volver a ser el cerebrito del pelotón

El ciclista de Basilicata está licenciado en Empresariales y cursa actualmente Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Lleva una carrera marcada por el estudio y los infortunios con la bicicleta

Foto: Pozzovivo celebra su victoria en la tercera etapa de la Volta a Catalunya (EFE).
Pozzovivo celebra su victoria en la tercera etapa de la Volta a Catalunya (EFE).

Agosto. Trentino. Un ciclista disfruta de un intenso entrenamiento bajo el sol del Tirol italiano cuando un gato se cruza en el camino de su bicicleta. El color del felino es indiferente, no va a traer fortuna, precisamente. En las autoescuelas siempre dicen que si se cruza un animal en la carretera, no hay que intentar esquivarlo, sino ir directo hacia él, porque merece más la pena que sufra el animal a que derrape el coche y nos estrellemos. En ciclismo no funciona igual, al parecer. El gato, bloqueado, no se asusta y en vez de huir, va directo al encuentro con el ciclista, también asustado. La rueda delantera golpea al minino y el ciclista sale disparado violentamente hacia delante y rueda por el suelo durante varios metros antes de golpear la pierna contra el guardarraíl. Así fue cómo Domenico Pozzovivo se rompió la tibia y el peroné el pasado agosto.

Menos de un año después, el ciclista de Ag2r-La Mondiale descendía una cuesta pronunciada durante la tercera etapa del Giro de Italia. Para Pozzovivo, haber llegado en plenas condiciones al Giro era uno de los mayores éxitos de su carrera, la cual ya va para larga. No se le incluía a priori entre los principales candidatos al rosa, pero sí estaba en esa lista de no tan inesperadas sorpresas que al final se suben a lo más alto del podio de Milán. En ese descenso, una curva le juega una mala pasada, como aquel maldito gato, e inexplicablemente Domenico pierde el control de la bici y lleva su rostro directo contra el asfalto. De no haber llevado el casco, el líder del conjunto francés jamás podría haber podido hablar con su novia Valentina desde un hospital de Génova. Poco importaba entonces quién ganase la carrera, aunque que lo hiciera el líder Michael Matthews le da más relevancia, claro.

Podemos decir sin opción a equivocarnos que Domenico Pozzovivo es un superviviente nato en esto del ciclismo. Los primeros instantes antes de que se supiera nada más que el hecho de su caída fueron realmente tensos. No se veía nada más que a un ciclista ensangrentado e inerte sobre la carretera. Ningún movimiento decía si estaba vivo, era evidente que, al menos, no estaba consciente. Cuando lo taparon con una manta isotérmica, la sensación no podía ser más negativa. La inmediata intervención de los servicios médicos del Giro permitió estabilizar al lucano y trasladarlo poco después al centro sanitario.

Por suerte para él, no recuerda absolutamente nada de lo que pasó. Pero el susto que dejó en el cuerpo al mundo del ciclismo en general y a su familia en particular será difícil de olvidar. “No recuerdo qué ha pasado y por qué me he caído”, dijo el ciclista ya después de ser atendido. “Sé que la bajada era difícil, puede que me resbalara una rueda. Quería terminar bien el Giro, me fastidia no terminarlo”. En eso piensa un ciclista que acaba de estar al borde del otro barrio, en su competición, en su pasión. Porque sin duda estará ya barajando cuándo podrá volver a subirse a una bicicleta. Los médicos le frenarán, porque los golpes en la cabeza, si bien “no tiene fracturas”, son sumamente peligrosos.

Está claro que alguna que otra neurona se le habrá escapado con la caída. Pero sin duda le quedarán miles de millones más para seguir desarrollando su otra pasión: el estudio. Por algo a Domenico Pozzovivo le llaman el Dottore en el pelotón internacional. Es uno de tantos ejemplos que muestran al mundo que ser un gran deportista profesional no tiene por qué estar reñido con el estudio, con el aprendizaje. En 2010 se graduó en Economía empresarial, y claro, lo hizo a través de la universidad a distancia, porque es “ideal para quien está siempre en bicicleta o en avión como yo”. Y a esa universidad volvió hace pocos meses al matricularse en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.

Pero el estudio siempre será una parte más de la vida, no su afán primordial. Es una gran manera de asegurarse un futuro una vez que la bicicleta ya no dé de comer. Pero hasta entonces, las dos ruedas y los pedales serán su vida. No en vano, “una hora y media después de exponer la tesis (Políticas meridionalistas desde la unidad de Italia hasta nuestros días) de la licenciatura estaba en el Monte Terminillo haciendo el reconocimiento del terreno”. Probablemente, hora y media después de que le quiten los últimos puntos que le dieron en el rostro, se encuentre ya sobre la burra dando alguna vuelta por la alta montaña italiana, su verdadero territorio.

Agosto. Trentino. Un ciclista disfruta de un intenso entrenamiento bajo el sol del Tirol italiano cuando un gato se cruza en el camino de su bicicleta. El color del felino es indiferente, no va a traer fortuna, precisamente. En las autoescuelas siempre dicen que si se cruza un animal en la carretera, no hay que intentar esquivarlo, sino ir directo hacia él, porque merece más la pena que sufra el animal a que derrape el coche y nos estrellemos. En ciclismo no funciona igual, al parecer. El gato, bloqueado, no se asusta y en vez de huir, va directo al encuentro con el ciclista, también asustado. La rueda delantera golpea al minino y el ciclista sale disparado violentamente hacia delante y rueda por el suelo durante varios metros antes de golpear la pierna contra el guardarraíl. Así fue cómo Domenico Pozzovivo se rompió la tibia y el peroné el pasado agosto.

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