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El día en que el antidopaje ganó una batalla detectando las transfusiones sanguíneas
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Diez años del positivo de Tyler Hamilton

El día en que el antidopaje ganó una batalla detectando las transfusiones sanguíneas

El 18 de septiembre del 2004, el laboratorio antidopaje de Lausana confirmó el primer positivo por transfusión. El cazado, Tyler Hamilton, corredor del Phonak

Foto: Tyler Hamilton corría en el Phonak cuando dio positivo por transfusión sanguínea (Cordon Press)
Tyler Hamilton corría en el Phonak cuando dio positivo por transfusión sanguínea (Cordon Press)

Tal día como hoy hace diez años la lucha antidopaje ganaba una de las batallas más importantes que se recuerdan en la guerra contra los tramposos. El 18 de septiembre del 2004, en el laboratoriode Lausana (Suiza), se detectaba el primer positivo por transfusión sanguínea de la historia del deporte. No era, ni mucho menos, la primera vez que un deportista recurría a reinfundirse sangre para mejorar su rendimiento, pero sí la primera vez que se ‘cazaba’ a alguien por esa irregularidad. El dudoso honor de poner nombre a ese hito fue deTyler Hamilton.

El ciclista estadounidense defendía por entonces los colores del Phonak y era admirado por todos después de acabar el Tour de Francia del 2003 con una clavícula rota desde el primer día de carrera. Incluso ganó una etapa de montaña rematando una fuga de 100 kilómetros. En el verano del 2004, además, se proclamó campeón olímpico contra el crono en Atenas y pocos meses después ganóla contrarreloj de la Vuelta a España en Almusafes. Tanto en la cita olímpica como en la cronometrada de la ronda españolael estadounidense pasó exámenes de sangre, y tras ser comparados ambos se detectó la trampa. Atenas y Lausana eran de los pocos laboratorios que tenían capacidad de recurrir al método desarrollado por científicos australianos para detectar estas anomalías. “Es un método muy costoso. No todos los laboratorios lo desarrollan”, asegura Jesús Muñoz-Guerra, Jefe del Departamento de Prevención y Control del Dopaje de la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte (AEPSAD).

Hamilton había abandonado la Vuelta días antes de que se hiciera público su positivo. No obstante, salió al paso de la noticia y en una multitudinaria rueda de prensa negó las acusaciones. “Soy inocente al cien por cien”, aseguraba. Sin embargo, la verdad acabó acorralándole y años más tarde escribió un libro (Ganar a cualquier precio, Ed. Planeta) en el que confesaba su trampa y otras muchas más. “Después de una transfusión mi orina era negra”, se lee en uno de los fragmentos de la obra del estadounidense. Con esas palabras, además, alertaba del peligro de este tipo de prácticas tan generalizadas en los deportes de resistencia. “Las transfusiones se vienen realizando desde hace muchos años”, nos revela Jesús Muñoz-Guerra. “Sin embargo, cuando la EPO se expandió y estuvo al alcance de todos, dejaron de hacerse porque son muy peligrosas”, continúa el miembro de la AEPSAD. “Pero cuando la detección de EPO ganó el terreno a los tramposos, se volvió al uso de las transfusiones”, recalca.

Existen dos tipos de autotransfusiones: autólogas –se reinfunde la sangre de uno mismo– y homólogas –se usa sangre de una persona compatible–. El método de detección, que por cierto empezó a usarse para pruebas de paternidad, solo detecta las del segundo tipo. “Lamentablemente las transfusiones autólogas son indetectables y suponen uno de los grandes caballos de batalla del antidopaje”, explica Jesús Muñoz-Guerra. Sin embargo, para identificar las autotransfusiones homólogas, como fue el caso de Tyler Hamilton, sí contamos con este método”, asevera. Una metodología que llevó más de diez años desarrollar y homologar y que resulta muy costosa.

Sin embargo, para luchar contra las transfusiones autólogas, la lucha antidopaje cuenta con el pasaporte biológico, aunque lamentablemente no todos los deportes han aceptado someterse a este control. “Ahora mismo es la mejor arma de la que disponemos porque cuando alguien se reinfunde su propia sangre se producen una serie de alteraciones en sus valores sanguíneos que delatan alguna irregularidad”, explica Muñoz-Guerra, al tiempo que se desanima por lo frustrante de luchar contra los tramposos. “Como en todo en la vida, la ley siempre va por detrás de la trampa. Ahora que se dispone de un arma como el pasaporte biológico, lo que se está produciendo es un cambio en las costumbres de los tramposos y, por ejemplo, cada vez es más habitual las microtransfusiones, que a su vez son más difícil de detectar con los medios de los que disponemos”, cuenta.

No obstante, el antidopaje no se rinde y seguirá cercando a los defraudadores. “El pasaporte biológico tendrá que adaptarse a los nuevos tiempos y redefinirse”, asegura Muñoz-Guerra. Mientras, los tramposos seguirán cogiendo el camino más corto, aunque la ley siempre se les acabará echando encima tarde o temprano. Y si no que se lo digan a Tyler Hamilton aquel 18 de septiembre del 2004.

Tal día como hoy hace diez años la lucha antidopaje ganaba una de las batallas más importantes que se recuerdan en la guerra contra los tramposos. El 18 de septiembre del 2004, en el laboratoriode Lausana (Suiza), se detectaba el primer positivo por transfusión sanguínea de la historia del deporte. No era, ni mucho menos, la primera vez que un deportista recurría a reinfundirse sangre para mejorar su rendimiento, pero sí la primera vez que se ‘cazaba’ a alguien por esa irregularidad. El dudoso honor de poner nombre a ese hito fue deTyler Hamilton.

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