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Gesink resucita su corazón de ciclista en el Santuario de San Miguel de Aralar
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Vuelve a su mejor nivel tras unas arritmias

Gesink resucita su corazón de ciclista en el Santuario de San Miguel de Aralar

Se reencontró con su mejor versión, esa que unas arritmias amenazaron con desterrar, pero que tras la operación de corazón el pasado mayo ha superado

Foto: Robert Gesink (EFE).
Robert Gesink (EFE).

La espectacular llegada al Santuario de San Miguel de Aralar, en la undécima jornada de esta Vuelta a España, dejó vencedores y vencidos. En el lado de los derrotados está, sobre todo, Nairo Quintana, que abandonaba por una nueva caída –ya se fue al suelo en la crono del martes- que se saldaba con una fractura en la escápula del hombro derecho de la que será operado este jueves en Pamplona para despedirse de lo que resta de temporada-. Junto al colombiano, otros nombres ilustres como el francés Thibaut Pinot –tercero en el pasado Tour- también se despedían de la carrera de manera prematura.

Con mejor cara se marchaban al hotel Valverde –arañó siete segundos a Alberto gracias a las bonificaciones-, Contador –distanciaba a sus rivales, salvo los segundos con el murciano-, Fabio Aru –brillante ganador de la etapa- y Robert Gesink. El holandés tenía, quizás, más motivos de alegría que todos los mencionados anteriormente porque en la subida inédita hasta ayer al Santuario de San Miguel de Aralar volvió a reencontrarse con su mejor versión. Esa que unas arritmias cardíacas amenazaron con desterrar para siempre, pero que tras la operación de corazón a la que fue sometido el pasado mes de mayo ha podido superar.

El ciclista del Belkin interrumpía su temporada de manera abrupta tras la Vuelta al País Vasco y reconocía que desde hacía muchos años padecía “una media de una arritmia al año”. Una dolencia que los doctores diagnosticaron como “no grave”, pero que empezó a afectar al rendimiento del ciclista holandés, que viendo que el problema se volvía crónico comenzó a padecer ataques de ansiedad y de pánico en plenas carreras. Los dos casos más graves se dieron en los Campeonatos de Holanda de 2011 y el Giro de Italia del 2013, sobre todo este último hizo saltar las alarmas en el entorno del corredor. “Aunque los médicos me dicen que no es grave es una situación que ya afecta a mi rendimiento porque tengo miedo”, apuntaba Gesink en una emotiva rueda de prensa en la pasada primavera. “Después del incidente del Giro hice un pacto con mi familia: la próxima vez que se repitiera me trataría. Y esa vez ha llegado y es hora de parar y de examinarme a fondo”, reconocía el ciclista del Belkin tras abandonar prematuramente la Vuelta al País Vasco.

Gesink debutó en el profesionalismo en el año 2005 defendiendo los colores del modesto Team Lowik. Sin embargo, sus buenas prestaciones llamaron rápidamente la atención de los mandamases del Rabobank, que lo ficharon inmediatamente. En 2008 el holandés se destapó con triunfos importantes y en 2010 llegó su consagración tras ser quinto en el Tour de Francia. No obstante, en ese cénit comenzó su declive. El fallecimiento de su padre le marcó en lo personal y afectó a su rendimiento en la carretera. Por aquel entonces las arritmias ya eran parte de la vida de Robert, que llegó a correr con un marcapasos para controlar los latidos de su corazón, según informó en su día ‘The Telegraph’.

La presión de llevar el peso del ciclismo holandés –necesitado de una referencia en las grandes citas– no hacía más que acrecentar su ansiedad. De hecho, Gesink comenzó a esquivar las carreras en Europa y a acudir a todas las pruebas que se celebraban fuera del Viejo Continente. Pero el problema seguía latente y tarde o temprano volvía a aparecer. Así, con el convencimiento de pasar por el quirófano y no saber cómo y cuándo iba a volver, el holandés se despedía momentáneamente del profesionalismo. “Confío en poder recuperar mi mejor nivel, pero entiendan mi tristeza. No creo que haya mucha gente en el hospital con una sonrisa en la boca cuando le van a operar del corazón”, fueron sus palabras de despedida en la multitudinaria conferencia de prensa del mes de abril.

El 6 de mayo Gesink era intervenido con éxito y comenzaba una larga recuperación que se fue acortando en los plazos con cada día que pasaba. De hecho, hasta llegó a plantearse la opción de ser de la partida en el Tour de Francia, aunque finalmente no pudo llegar a la ‘Grande Bouclé’. Su reaparición se produjo en la Vuelta a Polonia –el 3 de agosto–, donde acabó octavo en la general con unas grandes sensaciones y con la convicción de haber erradicado el problema. Sin embargo, no fue hasta el día de ayer, en la undécima etapa de la Vuelta a España, cuando el holandés volvió a sentir los briosos latidos de su corazón ciclista golpear su pecho desde dentro. Gesink se lanzó al ataque en la subida a Aralar, en la parte más dura, y fue cabeza de carrera durante varios kilómetros. Miles de metros en los que comandaba nuevamente una gran cita ciclista con ‘lobos’ de la talla de Contador, Valverde, ‘Purito’ Rodríguez y Chris Froome, entre otros, acechando a su espalda.

La historia no pudo tener un final feliz. Bueno, mejor dicho, sí tuvo un final feliz, aunque este no fue el deseado por Gesink, sus amigos, compañeros y familiares que sueñan con ver al holandés volver a subir al podio. Un sueño que quizás pronto se haga realidad porque Robert ahora tiene su corazón en plena forma para cumplir todo lo que se proponga.

La espectacular llegada al Santuario de San Miguel de Aralar, en la undécima jornada de esta Vuelta a España, dejó vencedores y vencidos. En el lado de los derrotados está, sobre todo, Nairo Quintana, que abandonaba por una nueva caída –ya se fue al suelo en la crono del martes- que se saldaba con una fractura en la escápula del hombro derecho de la que será operado este jueves en Pamplona para despedirse de lo que resta de temporada-. Junto al colombiano, otros nombres ilustres como el francés Thibaut Pinot –tercero en el pasado Tour- también se despedían de la carrera de manera prematura.

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