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La “misión de paz” de Andriy Grivko, un ucraniano de Crimea en el Tour de Francia
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“Me siento solo para decir la verdad”, afirma

La “misión de paz” de Andriy Grivko, un ucraniano de Crimea en el Tour de Francia

Andriy Grivko, ciclista del Astana -el equipo del líder Nibali- y ucraniano de Crimea, vive la guerra civil que se libra en su país con una gran preocupación

Foto: Andriy Grivko, en una imagen de archivo (EFE)
Andriy Grivko, en una imagen de archivo (EFE)

La grandeza del Tour de Francia hace que todo ciclista que consigue formar parte de los198 afortunados de cada edición viva por y para la carrera durante los 23 días -con las dos jornadas de descanso incluidas- que dura ésta. Sin embargo, hay veces que la crudeza de la realidad es tal que ni el más profesional de los corredores consigue aislarse y centrar todos sus esfuerzos en la carretera. El ejemplo más claro en esta edición de la ronda gala lo tenemos en Andriy Grivko, ciclista del Astana -el equipo del líder Nibali- y ucraniano de Crimea, que vive la guerra civil que se libra en su país con gran preocupación.

Las últimas noticias llegadas desde Ucrania con el derribo por un misil del vuelo de Malaysia Airlines la pasada semana han hecho explotar a Grivko -el único ciclista de ese país en esta edición de la carrera francesa-, que ha querido manifestar sus sentimientos en una entrevista en el diario ‘L’Equipe’. “Es difícil centrarse en dar pedales cuando la dictadura rusa se está implantando en mi hogar”, asegura sin tapujos el ciclista ucraniano. “Me siento solo para decir la verdad, pero creo que es importante que yo, desde el Tour, intenté lanzar un mensaje de paz al mundo”, continúa. “Mi presencia en esta carrera es ayudar a Nibali a ganar el maillot amarillo en París, pero también me lo tomo como una misión personal para ayudar a mi pueblo”, subraya.

El ciclista del Astana es natural de Sinferopol, la capital de Crimea, pero vive en Italia desde que su padre, un antiguo ciclista que defendió la bandera de la URSS, le empujó a Italia para que allí se convirtiera en ciclista profesional. Sin embargo, en Ucrania aún viven su hermana y sus padres, con quienes intenta comunicar cada día después de la etapa. Da igual el cansancio acumulado en sus piernas o el agotamiento físico y mental al que te somete el Tour en cada jornada con frío, lluvia y calor;nada más llegar al hotel, Andriy realiza una llamada internacional a Ucrania con la esperanza de saber que sus seres queridos están bien. “Lo último que supe de mi hermana es que ha rechazado el pasaporte ruso que están intentando imponer desde el gobierno de Moscú a todos los ciudadanos de Crimea”, revela.

Grivko, además, se declara muy patriótico y ataca con dureza al gobierno que lidera Vladimir Putin. “El referéndum del 11 de marzo fue una parodia. A la gente que iba a votar en contra de la independencia de Ucrania no se le dejó acudir a las urnas. Hasta cerraron algunas carreteras para que no pudieran llegar a los colegios electorales”, afirma con dureza. “Cuando yo tenía 8 años y la Unión Soviética se disolvió pensamos que entonces seríamos libres. Sin embargo, esa libertad ha sido solo sobre el papel porque en la realidad nada ha cambiado en Crimea en los últimos 20 años”, continúa Andriy su relato en las páginas del diario francés. “Vivo esta situación con cólera porque nos quieren echar de nuestras casas y este problemas no es solo de Rusia o Ucrania, es también de Europa. Por eso quiero lanzar este mensaje desde el Tour”.

El corredor del Astana, no obstante, demuestra cada día su profesionalidad y cuando arranca la etapa deja aparcadas sus preocupaciones por unas horas. Sus compañeros de profesión se muestran compresivos con él, aunque admite que no todos se comportan como deberían. “Muchos vienen a expresarme solidaridad; otros, sin embargo, no tanto”, reconoce. “Algunos rusos se han atrevido a preguntarme si ya tengo el pasaporte de su país, pero a éstos ni les contesto”, se sincera Grivko, que es uno de los gregarios de lujo para Vincenzo Nibali.

Hoy, tanto el ciclista ucraniano como el resto del pelotón, vivirán la segunda jornada de descanso de este Tour. Muchos periodistas se acercarán al hotel donde reposan los ciclistas del Astana a los pies de los Pirineos para conocer las impresiones del maillot amarillo y máximo aspirante al triunfo final de París, pero quizás nadie repare en que mientras Nibali da la rueda de prensa, varios pisos por encima, haya un ciclista enganchado a internet y al teléfono esperando noticias de la guerra civil que se vive a miles de kilómetros del lugar donde se disputa la 101 edición del Tour de Francia. Porque en medio de la ‘guerra’ por el maillot amarillo se libra algo más importante: una misión de paz.

La grandeza del Tour de Francia hace que todo ciclista que consigue formar parte de los198 afortunados de cada edición viva por y para la carrera durante los 23 días -con las dos jornadas de descanso incluidas- que dura ésta. Sin embargo, hay veces que la crudeza de la realidad es tal que ni el más profesional de los corredores consigue aislarse y centrar todos sus esfuerzos en la carretera. El ejemplo más claro en esta edición de la ronda gala lo tenemos en Andriy Grivko, ciclista del Astana -el equipo del líder Nibali- y ucraniano de Crimea, que vive la guerra civil que se libra en su país con gran preocupación.

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