Vincenzo Nibali sentencia el Tour de Francia al estilo del 'Caníbal' Merckx

Se dice en el ciclismo que hasta que no se cruza la meta del último día no se puede dar una carrera por ganada, menos aún el Tour de Francia. Sin embargo, muy mal se le deben dar las cosas a Vincenzo Nibali para que el domingo 27 de julio no suba a lo más alto del podio de los Campos Elíseos. El italiano dio ayer otro golpe de autoridad a la carrera ganando en la primera etapa alpina de este Tour.

El italiano llegó a la salida de la ronda gala en un segundo plano. El favoritismo de Froome y Contador lo eclipsaba todo. Sin embargo, Nibali se exhibió en sus narices en la segunda etapa al lograr la victoria parcial y vestirse de amarillo. Después llegaron los temidos adoquines y el británico abandonaba al tiempo que Contador y el resto de favoritos asistían a otra lección magistral del 'Tiburón', como se le conoce a Nibali. Días después, en una bajada, en una etapa señalada para la remontada de Contador, el madrileño también quedaba eliminado y el italiano volvía a lucirse y a ganar.

Como hacía Merckx en su época, Nibali se desenvuelve bien en todos los terrenos y deja pocas migajas a sus rivales. Ayer, tercer triunfo de etapa y sus nuevos rivales –sobre todo Valverde y el dúo de franceses Bardet y Pinot- cada vez más lejos. A esas victorias hay que sumar, además, 11 días vistiendo el amarillo y, desde ayer nuevo líder de la clasificación de la montaña.

No es la primera vez que Nibali demuestra al mundo su hambre de triunfo. El italiano ya se exhibió el pasado año en el Giro de Italia barriendo de la carretera a todo aquel que cuestionara su autoridad –su victoria en Tres Cimas de Lavaredo pasará a la historia del ciclismo como uno de los días más épicos de este deporte- y antes hizo lo propio en la Vuelta a España del 2010, donde conquistó su primera grande. 'El Tiburón', como Merckx, se desenvuelve a la perfección en clásicas de un día, en carreras de una semana y, sobre todo, en grandes vueltas, donde ha logrado seis podios en cuatro años. De hecho, desde el 2010 siempre ha subido al cajón en todas las carreras de tres semanas que ha corrido. Ahora se encamina a por su séptimo podio en cinco años, a por su tercera gran vuelta y a entrar en el selecto club de ganadores de las tres grandes –el último en conseguirlo fue Alberto Contador–.

El ciclismo italiano, siempre deseoso de grandes ídolos que rememoren las gestas históricas de Coppi, Bartali o Gimondi, por fin ha encontrado a un digno sucesor de Pantani, el último ciclista transalpino en ganar el Tour de Francia. De hecho, en los últimos días la llegada de periodistas italianos a la 'Grande Boucle' está desbordando a la organización.

A falta de una etapa alpina –la de hoy-, el bloque montañoso de los Pirineos y la contrarreloj del penúltimo día –que es mucho, no cabe duda-, Nibali tendría suficiente con controlar a sus rivales, pero viendo el domino y hambre de victoria con el que se está desenvolviendo el italiano no sería de extrañar que volviéramos a ver al 'Tiburón'recoger algún que otro ramo de flores. El corredor del Astana, además, está enrabietado por el ninguneó que padeció en los primeros días de carrera. "Yo he venido a ganar el Tour, no a ser tercero", llegó a afirmar en sus primeras horas como portador del jersey de líder.

No obstante, ya se sabe que en el ciclismo siempre es bueno tener aliados y si el equipo kazajo y su líder no dejan a otros llevarse pequeños triunfos pueden pagar caro su exceso de acaparamiento. Aunque el legendario Eddy Merckx tampoco era de los que permitía excesivas alegrías a sus rivales y el italiano en ese estilo ‘canibal’ que ha adoptado parece que tampoco las va a permitir.