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Sólo el 'abuelo' Jens Voigt anima el sopor del primer día de Tour de Francia
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CAVENDISH ABANDONA EL TOUR

Sólo el 'abuelo' Jens Voigt anima el sopor del primer día de Tour de Francia

Tan sólo un corredor de los 198 que tomaron la salida retó al sopor generalizado. Y ese no es otro que Jens Voigt, el ‘abuelo’ del Tour con casi 43 años

Foto: Jens Voigt, con el maillot de rey de la montaña (EFE)
Jens Voigt, con el maillot de rey de la montaña (EFE)

La 101 edición del Tour de Francia arrancó en suelo británico con el público abarrotando los casi 200 kilómetros de recorrido de la primera etapa. Una jornada marcada por la grave caída de Cavendish -quería ganar en casa y provocó un accidente a escasos metros de la llegada que ya le ha dejado fuera de la carrera-, la victoria de etapa y liderato para el alemán Kittel y poco más. Bueno sí, mucho aburrimiento.

Tan solo un corredor de los 198 que tomaron la salida retó al sopor generalizado. Y ese no es otro que Jens Voigt, el ‘abuelo’ del Tour con casi 43 años -los cumplirá el 17 de septiembre-. El incombustible alemán dio otra lección de coraje, pundonor y ciclismo a las nuevas generaciones que comparten asfalto con él. El veterano ciclista del Trek se llevó el premio a la combatividad y subió al podio para enfundarse el primer jersey de la montaña. Pese a ser el corredor más veterano del World Tour, Voigt sigue dejando muestras de raza en cada carrera que participa.

En su decimoséptimo Tour de Francia consecutivo -es junto a George Hincapie y Stuart O’Grady el que más veces ha corrido la ronda gala- se filtró en la fuga buena del día junto a Edet -16 años más joven que el alemán- y Jarrier -17 años menor-. Un trío de escapados que a duras penas alcanzaba los tres minutos de renta con el gran grupo. Sin embargo, Voigt, no contento con el desarrollo de la fuga, decidió asestar un hachazo a sus compañeros de aventura y se marchó en solitario para poner la distancia en casi los seis minutos. “Cuando me meto en una fuga con gente mucho más joven que yo me imagino que estarán pensando qué hace un señor de 42 años ahí con ellos, que piensan que pueden estar tranquilos. Pero ahí es cuando me gusta demostrar que no estoy en el Tour por suerte sino porque me lo he ganado día a día”, relata Jensie, como es conocido el germano en el pelotón.

El alemán, que afronta su última temporada en activo, eligió el ciclismo porque de pequeño los profesores se quejaban de su hiperactividad y obligaron a sus padres a apuntarle a una actividad deportiva. Probó con el atletismo, pero discutió con su entrenador y nunca volvió a pisar el tartán. El fútbol se le daba mal, así que probó con la bicicleta, donde sí destacaba. Tanto, que durante el servicio militar se proclamó subcampeón del mundo de militares. En 1994 ganó su primera carrera, una prueba que ya ni existe, y en 1997 aterriza en el pelotón profesional con el equipo ZVVZ Giant.

Su carácter indómito pronto le llevó a retar la disciplina del pelotón y llegaron sus primeras victorias -la primera en la Vuelta al País Vasco, donde inició un romance con la afición vasca-. Ha vestido el maillot amarillo del Tour de Francia en dos años distintos, ha ganado etapas en la ronda gala, en el Giro, cinco veces el Criterium Internacional y un sinfín de carreras. Pero al margen de las victorias, se ha ganado el respeto de sus compañeros de profesión. En el Giro de Italia del 2006 llegó otro de los gestos que engrandecen la figura profesional del alemán, del único animador de la primera etapa de este Tour. En la meta de San Pellegrino, tras una larga fuga en la que también iba Juanma Gárate, no disputó la victoria, que fue para el español. “Llevo todo el día a rueda y no merecía ganar”, fueron sus palabras en la línea de meta.

Pero si por algo se ha caracterizado la carrera de Jensie en los últimos años es por su incombustible lucha en las escapadas. Tiene un olfato especial para saber cuál es la buena, aunque quizás sea su veteranía la que ayuda a ello. Pero qué se puede esperar de alguien cuyo lema es ‘callaos piernas’, cuando el dolor empieza a hacer mella en su pedaleo. Esto le ha hecho ser un ciclista alejado del prototipo actual medidor de watios y esfuerzos. Él es un atacante nato y siempre que puede lo intenta. “Me quiero despedir a lo grande”, dice desde hace varias temporadas, ya que cada final de año la pregunta en casa de los Voigt se repite como un 'deja vu': ¿Sigo un año más? “¿Qué voy a hacer con seis hijos, una mujer y un perro?”, se cuestiona y se responde al mismo tiempo. “Un año más”. Aunque parece que este sí puede ser el fin definitivo de un ciclista con mayúsculas.

Voigt es el espejo en el que se miran muchos jóvenes recién llegados y algunos no tan jóvenes. Su papel en el equipo es el de guiar a las nuevas generaciones, como hará en este Tour con el prometedor Danny Van Poppel. Después, también hará lo que suele hacer. “Soy un soldado. No me lesiono, no enfermo, no necesito una bici especial ni me preocupo si me he olvidado el pendiente en la habitación. Yo cuando me monto en la bici grito: ‘Señor, sí Señor’ y me pongo a trabajar. Bajo al coche a por bidones, a por ropa, escolto a mi líder, llevo a Danny hacia delante cuando se acerca el final y si hay que salir en televisión y mostrar al patrocinador también estoy ahí”, relata el propio alemán en un blog digital.

Incluso en los malos momentos, Jens da lecciones de cómo comportarse. No perdió los nervios cuando desde su propio país le llamaron Judas por echar abajo una escapada de su compatriota Jan Ullrich cuando este dejaba atrás a Armstrong y a Basso. “A mi me paga CSC y mi líder es Iban”, apuntó en su momento. Y tras una grave caída en el Tour del 2009 bajando el puerto de Le Grand Petit Bornand se repuso y regresó volviendo a ser el que era.
Ahora apura sus días en Francia, en el Tour, dando sus últimas lecciones a un pelotón que a buen seguro le echará de menos. Pero en casa ya tiene quien le suceda, ya que su hijo mayor comienza a ganar sus primeras carreras dando continuidad a una saga que empezó con Karl Voigt -el abuelo de Jens- y que continuó Jensie de la manera más brillante. Ayer, al menos, animó una tarde de julio que prometía aburrimiento a raudales. Esperemos que no sea la última.

La 101 edición del Tour de Francia arrancó en suelo británico con el público abarrotando los casi 200 kilómetros de recorrido de la primera etapa. Una jornada marcada por la grave caída de Cavendish -quería ganar en casa y provocó un accidente a escasos metros de la llegada que ya le ha dejado fuera de la carrera-, la victoria de etapa y liderato para el alemán Kittel y poco más. Bueno sí, mucho aburrimiento.

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