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Nairo Quintana, el héroe humilde que burló la muerte para dominar las montañas
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primer colombiano que gana el Giro de Italia

Nairo Quintana, el héroe humilde que burló la muerte para dominar las montañas

El virtual campeón del Giro de Italia se ganó poder ser ciclista desde pequeño y ni siquiera la estrechez económica le limitó para hacer realidad su sueño

Foto: Nairo está a sólo un paso de ganar el Giro de Italia.
Nairo está a sólo un paso de ganar el Giro de Italia.

El 4 de febrero de 1990 en Tunja, Colombia, llegaba al mundo Nairo Alexander Quintana, hijo de Luis y Eloisa, un modesto matrimonio de campesinos de Cómbita. Ese pequeño –el cuarto de cinco hermanos-, al que cariñosamente en la familia llamaban ‘El Negro’, se convertirá hoy en el primer ciclista colombiano en ganar el Giro de Italia. Durante las últimas tres semanas, el líder del Movistar ha tenido que librar muchas batallas para llegar a lo más alto del podio de la ronda italiana. Nada nuevo para Quintana.

Nairo aprendió a luchar desde muy pequeño. A los pocos meses de nacer empezó a padecer fuertes diarreas. A veces estaba muy delgado y otras inflado, con cada tos sangraba abundantemente por la nariz, sus ojos parecían vacíos de vida y en el hospital no encontraban remedio. Sus padres pensaban que no viviría mucho. Sin embargo, una vecina del lugar les dijo que el pequeño padecía la enfermedad conocida como el tentado del difunto, un mal del que solo los elegidos se salvan. A base de remedios naturales con hierbas y buena alimentación, Nairo ganó la primera gran batalla de su vida.

Así pudo crecer junto a sus cuatro hermanos y criarse en una modesta casa de dos pisos de adobe y tejas de barro levantada por el propio padre de Nairo que, pese a su incapacidad en la pierna derecha -secuela de un accidente de coche cuando apenas tenía 8 años-, siempre ha sacado adelante el ganado y el pequeño huerto de la familia Quintana Rojas. Al principio sólo y después con la ayuda de sus hijos, Nairo entre ellos. Porque la infancia del ganador del Giro de Italia no pasó entre bicicletas, sino entre animales y libros. Su mamá Eloisa siempre ha dicho que Nairo pasó su niñez casi sin juguetes, que ayudaba en casa a lavar, cocinar, planchar, cuidar el ganado, recoger verduras e ir al colegio. “Nairo ha sido un hijo del campo”, dice, al tiempo que destaca su gran capacidad de sacrificio: “Siempre ha sido un gran trabajador”.

Desde que Quintana subiera al podio del Tour de Francia como segundo en 2013, muchos han proyectado una imagen de pobreza de la familia del ciclista colombiano que nada tiene que ver con la realidad y que molesta tanto a Nairo como a sus padres. “Nunca nos faltó un plato de comida en la mesa”, señala el flamante ganador del Giro. “Éramos humildes, pero salíamos adelante”, enfatiza. De hecho, los cinco hijos de Luis y Eloisa fueron todos a la escuela. Hubo un año en el que para aliviar la economía de casa a Nairo le bajaron del autobús escolar y le proporcionaron una bici, más bien un amasijo de hierros, que cambiaría para siempre la vida del pequeño y de la familia.

Así, a la edad de 15 años, Quintana cubría a diario los 17 kilómetros de ida cuesta abajo y los 17 de vuelta cuesta arriba con rampas del hasta 8% de desnivel que separaban su casa del instituto Alejandro Humboldt. Entonces Nairo descubrió el mundo de la bici y vislumbró su futuro. “Papá, quiero ser ciclista”, le dijo a Luis, que viendo el empeño que ponía su hijo en hacer rodar ese amasijo de hierros comenzó a ahorrar para mejorarle la bicicleta. Primero fueron unas ruedas más finas y después unos cambios de velocidades. Su hermana Esperanza –que trabajaba como empleada del hogar para ayudar en casa- le compró unos pedales. Todos contribuyeron al sueño de Nairo. Algunos días, de regreso a casa, Quintana se unía al grupo de jóvenes ciclistas de los alrededores. Ellos, ataviados con maillot, culote y mejores bicis, aceleraban el ritmo cuando veían llegar a ese chaval de figura diminuta, aspecto sencillo y poco hablar. Daba igual la velocidad a la que subieran y que Nairo, con vaqueros, una camiseta remendada y zapatillas, hiciera malabares para que no se le cayeran los libros que portaba en su espalda porque Quintana siempre llegaba arriba con los primeros.

Viendo estas habilidades, Nairo comenzó a entrenarse por su cuenta, sin que nadie le supervisara. Se levantaba todos los días a las 5 de la mañana y se escapaba hacia Mariquirá o Barbosa antes de ir a la escuela. Daba igual que lloviera, nevara, hiciera frío o calor, nada le alejaba de la bicicleta. Y cuando llegaba a casa y veía a su padre observar en una pequeña televisión que había en la tienda familiar las carreras de bicis, Quintana siempre le comentaba: “Tranquilo viejito, que algún día yo llegaré allí” decía y se marchaba raudo para el colegio ladera abajo esquivando tractomulas y casi sin frenar porque siempre llegaba con el tiempo justo. Llegaba, porque nunca faltaba a sus clases, aunque algunas veces lo hiciera con los brazos y las piernas destrozados por alguna caída.

El ahora líder del Movistar comenzó a frecuentar las carreras de juveniles de la zona. Iba sin equipo y su padre Luis ponía todos los medios para poder llevarle e inscribirle. Y Quintana comenzó a ganar. El dinero de los premios se reinvertían en futuras carreras. A veces, cuando ‘la plata’ no les llegaba, Nairo y su hermano menor Dayer –también ciclista del Movistar en la actualidad- trabajaban de noche conduciendo un taxi. Lo que hiciera falta para poder seguir corriendo. Precisamente fue un taxi lo único que pudo alejarle de la bici durante unos días. Fue en una carrera en Tunja cuando el pequeño Nairo fue atropellado y quedó en coma durante cinco interminables jornadas. Pero volvió con más fuerza.

Nairo Alexander Quintana ya era conocido en todas las montañas de la región por volar cumbre arriba, así que un día –corría el año 2009- fue a probar con el equipo amateur 'Boyacá es para vivirla' que dirigía el español Vicente Belda. Cuando realizó la prueba de esfuerzo y el SRM –el medidor de potencia- marcó 420 vatios pensaron que había habido un error y mandaron repetirla, ya que lo habitual en los jóvenes de su edad en este tipo de pruebas ronda los 370 vatios. Belda lo tuvo claro desde el principio: tenía un diamante en bruto ante sus ojos que había que fichar. Comenzaba a moldearse al futuro campeón, al que le guiaron en los entrenamientos y orientaron en las carreras.

En 2010, con el equipo Colombia es Pasión, Nairo da el salto a Europa. Su calidad es innegable y en verano –tras la resaca del Tour de Francia- el nombre de Nairo está en boca de todos porque ha ganado el Tour del Porvenir, la carrera de los futuros campeones. El pequeño colombiano, aparte de la general, gana dos etapas exhibiéndose ante miles de espectadores y sus propios rivales, que llegan incluso a insultarle y escupirle. “Fucking indian”, tuvo que llegar a escuchar Quintana, que con el dinero del premio ayudó a mejorar la casa familiar y le compró una lavadora a su madre para evitarle un paseo de dos kilómetros cada vez que tuviera que lavar la ropa.

Un año más tarde se consagró luciéndose en carreras Wolrd Tour y a finales de 2011 Eusebio Unzué le fichó para el Movistar. Con el equipo telefónico Nairo ha dado pasos de gigante a cada día. Ganó una etapa en el Dauphiné Libére con llegada en Morzine, ganó la Vuelta al País Vasco, etapa en el Tour de Francia, segundo en la ‘Grande Bouclé’ y un largo etcétera de victorias en apenas 45 carreras. No obstante, su mayor logro sobre la bici lo sellará hoy cuando suba a lo más alto del podio del Giro de Italia como el primer ganador colombiano de la ‘corsa’ rosa, después de haberse presentado como un héroe humilde y el futuro dominador de las montañas del ciclismo moderno.

El 4 de febrero de 1990 en Tunja, Colombia, llegaba al mundo Nairo Alexander Quintana, hijo de Luis y Eloisa, un modesto matrimonio de campesinos de Cómbita. Ese pequeño –el cuarto de cinco hermanos-, al que cariñosamente en la familia llamaban ‘El Negro’, se convertirá hoy en el primer ciclista colombiano en ganar el Giro de Italia. Durante las últimas tres semanas, el líder del Movistar ha tenido que librar muchas batallas para llegar a lo más alto del podio de la ronda italiana. Nada nuevo para Quintana.

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