El Giro duerme en Montecampione, la montaña que encumbró a Marco Pantani
La 'corsa' italiana aprovechó el paso por la cima para homenajear al mítico ciclista, ganador del Tour y del Giro de 1998, al cumplirse diez años de su muerte
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En las rampas de Montecampione –donde finalizó ayer la decimoquinta etapa- se han escrito grandes gestas del Giro. Sin embargo, el nombre de esta subida quedó indisolublemente asociada al nombre de Marco Pantani cuando ‘Il Pirata’ se exhibió, como él sólo sabía hacer, para sentenciar su triunfo en la ‘corsa’ rosa de 1998. Había nacido una leyenda, que lamentablemente tendría corto recorrido. Ayer, sobre los renglones torcidos que escribía el gran Marco en sus conquistas, la gloria se la llevó Fabio Aru, una de las promesas del ciclismo italiano, y tras él otros que aspiran a poner su nombre en la lista de ganadores de la ‘corsa’ rosa como en su día lo hizo Pantani. Urán aumentó la distancia con Evans, pero cedió ante el propio Aru y Nairo Quintana, cuya progresión invita a una última semana de emoción.
El Giro de Italia ha querido rendir homenaje al gran Marco Pantani en esta edición en la que se cumplen diez años de su triste final y 15 de su resultado anómalo en un control de hematocrito en el Giro de 1999, un hecho que le empujó a un abismo del que nunca supo salir. El día que se exhibió en la subida a Madonna di Campiglio y colocaba en el bolsillo su segunda ‘corsa’ rosa, el destino le volvió a jugar una mala pasada –como muchas veces antes lo había hecho- y le arrojó del cielo al infierno en un descenso vertiginoso, como los que protagonizaba el propio Marco bajando los puertos, pero éste acabó en un trágico final.
Un enigma aún por resolver
Cerca de la media noche del 14 de febrero de 2004, Marco Pantani fue hallado muerto a la edad de 34 años en el hotel Le Rose de Rimini. Una pensión de mala muerte en un pueblo de veraneo, que en los meses de invierno no deja de ser un lugar lúgubre para vivir… Y para morir. En su habitación, en la quinta planta, los ‘carabinieris’ encontraron a Pantani tirado en el suelo, vestido con un vaquero y rodeado de ansiolíticos y antidepresivos. Medicamentos para luchar contra la tristeza en la que vivía sumido desde que en el Giro de 1999, a dos días de coronarse ganador, fue expulsado de la carrera tras rebasar el nivel de hematocrito permitido. Como en aquella época los controles no detectaban todas las sustancias prohibidas se estipuló que, para preservar la salud del deportista, nadie podría correr con un nivel superior al 50%.
La autopsia revelaría que la causa de la muerte fue una sobredosis de cocaína, sustancia a la que era adicto desde ese fatídico año 1999. Sin embargo, su familia y su círculo cercano nunca creyó esta hipótesis y ahora, coincidiendo con el décimo aniversario de su muerte, han pedido la reapertura del caso porque hay hechos que no convencen a su entorno.
La soledad como compañera de viaje
Pantani tocó el cielo como corredor. Debutó en 1992 y pocos años después de su debut ya se codeaba con el mismísimo Miguel Indurain. Sus victorias de etapa en la ‘Grande Bouclé’ del 97 y el doblete de Giro y Tour un año más tarde le llevaron a lo más alto del panorama ciclista. Su estampa, siempre con la bandana amarilla cubriendo su pelada cabeza, y su apodo, ‘El Pirata’, eran venerados en el mundo entero. Sin embargo, su frágil personalidad no pudo soportar en muchas ocasiones la presión que su figura arrastraba. No acertó siempre con sus amistades –como su novia danesa de toda la vida, Christine, quien prefería ir a la playa antes que ver a su chico maravillar al mundo entero subiendo colosos de montaña más rápido que nadie- y cuando tuvo que descender del cielo a los avernos acabó sólo. Él mismo eligió la soledad como compañera de viaje en sus últimos años, la misma que era la única compañía que encontraba cuando atacaba en los puertos de montaña en pos de la victoria.
1995, un año accidentado y un disfraz de mujer
Después de haber maravillado al mundo siendo segundo en el Giro (por delante de Indurain) y tercero en el Tour, el año 1995 iba a ser la de la consagración de Marco Pantani. Sin embargo, en plena puesta a punto para la ronda italiana, ‘el Pirata’ es atropellado por un coche que se saltó un stop. Las lesiones le obligaron a renunciar a buena parte de la temporada, donde logró dos victorias en el Tour de Francia. Meses después, la mala suerte volvió a cebarse con el italiano que se estrellaba contra un todoterreno en la clásica Milán-Turín. Esta vez fueron 16 meses los que estuvo Marco sin colgarse un dorsal. Al menos de manera oficial, ya que en plena recuperación Marco acudió a una prueba cicloturista organizada por unos amigos. Para no ser reconocido, Pantani se vistió de mujer sin que nadie se percatara de que era él.
La teoría de la conspiración
Los hechos que rodearon la mañana en la que Pantani no superó el control de hematocrito siguen marcados de cierto misterio y oscurantismo. Los defensores del ‘Pirata’ creen en una teoría de la conspiración y se escudan en los hechos extraños que se dieron ese día. Giussepe Martinelli, el director de Marco en aquel Giro de Italia, confesó que 15 minutos después del control a Pantani ya sabían los resultados, cuando habitualmente éstos no se conocían hasta 30 minutos después. En la biografía del corredor titulada ‘Un hombre en fuga’, Fabrizio Borra, su masajista de confianza, también denuncia las extrañas circunstancias que rodearon el control: “El trato de los doctores fue brusco y preguntaron hasta en cuatro ocasiones que si estaba seguro que la probeta en la que se depositó la sangre era la suya. ‘¡Está seguro, verdad!’ gritaban repetidamente. Además, antes de que se supiese el resultado ya llegaron varios periodistas a la carrera a nuestro hotel”, cuenta Borra.
De hecho, una de las ideas que defienden los ‘tifosis’ de Pantani es que la negativa del italiano de fichar por el todopoderoso Mapei –el equipo de moda de esos años y abanderado del ciclismo italiano- fue uno de los motivos que empujaron a destruir la imagen del ‘Panta’. ‘O conmigo o contra mí’, se decía. También, que el enfrentamiento directo de los ciclistas, que liderados por Marco, se oponían al solapamiento de los controles de la UCI con los de la Agencia de Protección de la Salud italiana puso en el disparadero al ciclista nacido en Cesenatico, que fue utilizado como cabeza de turco para demostrar la fuerza del sistema.
Su enemistad con Armstrong
Sin duda, no fue el único ciclista del pelotón que tuvo una férrea enemistad con Lance Armstrong. El tejano, soberbio como pocos, chocó con Pantani en el Tour del 2000. Por aquel entonces, Lance dominaba la carrera gala a su antojo y Pantani regresaba a la primera fila después de cumplir su pena por dopaje. En la ascensión al gigante Mont Ventoux el estadounidense y el transalpino se marcharon solos. Marco apenas aguantaba los relevos de Armstrong, que a escasos metros de la meta decidió no disputar la victoria -algo poco usual en él-. Horas después, el orgullo de Lance salió a escena y propagó a los cuatro vientos que había dejado ganar a Pantani, quien se sintió herido y trató de amargar -sin conseguirlo- el triunfo del estadounidense en la ronda gala. Pero qué se podía esperar de alguien que en sus años de escuela llevaba escrito en sus notas: “no acepta la derrota, siempre quiere ser el primero”, como anotaciones de sus profesores respecto a su relación con sus compañeros. Desde entonces fueron irreconciliables, aunque Armstrong, años más tarde, mostró su arrepentimiento asegurando: “Yo era un carpintero y él un verdadero artista”.
Sus escapadas en Las Rozas
Si hay alguien que conoció bien a Marco Pantani es el español Dani Clavero. Gregario, amigo y consejero, el madrileño ha estado siempre perseguido por los medios de comunicación para que contase algo sobre el ídolo caído. Sin embargo, la discreción de Dani ha sido siempre más fuerte que cualquier insistencia. El caso es que en 2003, cuando Marco huía de la presión mediática italiana, Clavero lo acogióen su casa de Las Rozas, como cuenta en su blog el triatleta José Almagro, quien acompañó en varias ocasiones al italiano en sus entrenamientos por la sierra madrileña. Almagro lo define como una persona cercana y muy entregada al ciclismo, llegando incluso a hacer test de subida después de un entrenamiento de seis horas.
Un libro, una película, una carrera y horas de televisión
La magnitud del personaje de Marco Pantani es similar a las grandes estrellas del rock. A su funeral, en su Cesenatico natal, acudieron más de 30.000 personas. Ese día, su agente Manuela Ronchi pronunció un emotivo discurso en el que hacía alusión a la honestidad y a la confesión de los tramposos, esa que está tan de moda en los últimos años. La propia Ronchi, autora de la biografía de ‘Il Pirata’, ha ido revelando con el paso de los años y la superación de la pérdida de Pantani algunas anéctodas que explican la personalidad del genial ciclista. Por ejemplo, la frase que escribió poco antes de morir y en la que decía: “El único de vosotros que ha aprendido a drogarse no para ganar, sino para perder”.
Un libro escrito desde el lado humano y familiar, dejando aparte algunos aspectos peliagudos. Pero la literatura sobre ‘Il Pirata’ es inmensa. También se ha realizado un película sobre él, en Italia existe una carrera que lleva su nombre (El Memorial Pantani) y coincidiendo con fechas señaladas como el décimo aniversario de su muerte o alguna victoria señalada, la televisión Italia 2 llega a emitir programas de hasta cinco horas de duración en homenaje al legendario ciclista italiano.
En las rampas de Montecampione –donde finalizó ayer la decimoquinta etapa- se han escrito grandes gestas del Giro. Sin embargo, el nombre de esta subida quedó indisolublemente asociada al nombre de Marco Pantani cuando ‘Il Pirata’ se exhibió, como él sólo sabía hacer, para sentenciar su triunfo en la ‘corsa’ rosa de 1998. Había nacido una leyenda, que lamentablemente tendría corto recorrido. Ayer, sobre los renglones torcidos que escribía el gran Marco en sus conquistas, la gloria se la llevó Fabio Aru, una de las promesas del ciclismo italiano, y tras él otros que aspiran a poner su nombre en la lista de ganadores de la ‘corsa’ rosa como en su día lo hizo Pantani. Urán aumentó la distancia con Evans, pero cedió ante el propio Aru y Nairo Quintana, cuya progresión invita a una última semana de emoción.