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Los corredores imponen su ley en la 'pista de patinaje' urbana de Bari
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LOS CAPOS ACUERDAN NEUTRALIZAR LA CARRERA

Los corredores imponen su ley en la 'pista de patinaje' urbana de Bari

La cuarta etapa del Giro estuvo marcada por la incertidumbre y el desconcierto. Los ciclistas dijeron basta al ver la peligrosidad del trazado de Bari

Foto: Nacer Bouhanni esprinta para vencer en la cuarta etapa del Giro de Italia (Efe).
Nacer Bouhanni esprinta para vencer en la cuarta etapa del Giro de Italia (Efe).

La cuarta etapa del Giro de Italia, la primera en suelo italiano, estuvo marcada por la incertidumbre y el desconcierto en el pelotón. La meteorología volvió a ser inclemente con los corredores, que debían afrontar gran parte del recorrido por un sinuoso circuito en las calles de Bari. Hastiados por un arranque de carrera agotador en Irlanda, desde donde volaron a Italia previo madrugón y cierto retraso, los corredores dijeron basta al ver la peligrosidad del trazado urbano que les esperaba a su llegada a Bari y decidieron levantar el pie para evitar riesgos en lo que parecía una pista de patinaje.

No es la primera vez que los ciclistas se plantan a su manera en una gran vuelta. Ellos son los verdaderos artistas de este circo, aunque en ocasiones no lo parezca, y los que deciden si hay o no espectáculo. Camino de Bari el parón estaba justificado, como así se demostró en la última vuelta -de las ocho que debían completar- cuando apareció la lluvia y debido al escaso agarre del asfalto un rosario de corredores fue besando el suelo uno tras otro. Sin embargo, las formas de actuar no son lo más modélicas. “Aquí funciona la mafia”, nos cuenta un corredor que prefiere no dar su nombre. “Hay una serie de ciclistas que, antes incluso de la salida, se encarga de ir imponiendo su parecer al resto”, continúa.

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Ese juego, que comienza en el parking de autobuses y se prolonga en carrera frenando a los que encabezan el pelotón y hablando con los máximos responsables de la carrera continuamente, no siempre es el que todos desean. En la retransmisión de televisión se pudo apreciar a Paolini y Cadel Evans -dos de los que tomaron la voz cantante- hablar con los directores de carrera y a algunos ciclistas hacer gestos de tregua repetidamente -algunos hicieron la ‘T’ con las manos como en los tiempos muertos de baloncesto- hasta que acabaron por imponer su ley, que como hemos recalcado al principio, estaba justificada.

Sin embargo, si alguien es contrario a esa idea más le vale aceptar la decisión ya que de no hacerlo le puede acarrear represalias. “Si no acatas su decisión y decides hacer la guerra por tu cuenta quedas marcado para lo que resta de carrera y no dejan que te cueles en una fuga. O eres un velocista o un fuera de serie en la montaña o te olvidas de ganar una etapa”, nos confiesan. Como es lógico, este martes, no todos estaban de acuerdo por mucho que después comparecieran algunos corredores como el líder Michael Matthews -uno de los favorecidos por la neutralización de tiempo y anulación de las bonificaciones- diciendo que había sido un “consenso de todos y lo más conveniente dado el estado del circuito”.

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La dirección de carrera -a regañadientes eso sí- aceptó los argumentos de los ‘capos’ y convino que dado el riesgo físico que existía para los ciclistas lo mejor era neutralizar la última vuelta del circuito y que sólo se disputara el ‘sprint’ sin segundos de bonificación. No obstante, algún que otro director que presionó lo que pudo a sus corredores era partidario de completar los 112 kilómetros de etapa como un día cualquiera. “Hemos corrido en peores condiciones y en trazados más peligrosos. Cada uno sabe hasta dónde puede arriesgar”, señalaba por teléfono con cierto desagrado en el cuerpo. Cada uno defiende sus intereses como es lógico.

De esta forma, y con el ambiente enrarecido una vez en el seno del pelotón, se completó la etapa. Sin Marcel Kittel -el gran dominador de las dos llegadas masivas previas-, que abandonó por enfermedad, el sprint estaba más abierto que nunca y sobre todo después de que empezaran a caer los corredores que rodaban en las primeras unidades del pelotón a escasos metros de la llegada. La victoria fue para el controvertido Bouhanni (FDJ), que estrena su palmarés en una gran vuelta -eso sí, después de beneficiarse de la ayuda del coche de equipo que le remontó hasta reintegrarse al gran grupo tras un doble pinchazo- y Matthews (Orica) mantuvo el liderato a expensas de lo que pueda pasar en la quinta etapa con meta en Viggiano y donde en su empinado final podría haber ataques que le derroquen de su privilegiada posición. Un terreno ideal para que los líderes tanteen el estado actual de sus fuerzas.

La cuarta etapa del Giro de Italia, la primera en suelo italiano, estuvo marcada por la incertidumbre y el desconcierto en el pelotón. La meteorología volvió a ser inclemente con los corredores, que debían afrontar gran parte del recorrido por un sinuoso circuito en las calles de Bari. Hastiados por un arranque de carrera agotador en Irlanda, desde donde volaron a Italia previo madrugón y cierto retraso, los corredores dijeron basta al ver la peligrosidad del trazado urbano que les esperaba a su llegada a Bari y decidieron levantar el pie para evitar riesgos en lo que parecía una pista de patinaje.

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