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El pinganillo divide a los ciclistas españoles en el Tour
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SASTRE Y CONTADOR: DOS OPINIONES TOTALMENTE OPUESTAS

El pinganillo divide a los ciclistas españoles en el Tour

Carlos Sastre se mostraba tranquilo sobre la ausencia de pinganillo en una etapa, no le producía un estrés particular y le recordaba sus inicios. "Algunos parece

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El pinganillo divide a los ciclistas españoles en el Tour

Carlos Sastre se mostraba tranquilo sobre la ausencia de pinganillo en una etapa, no le producía un estrés particular y le recordaba sus inicios. "Algunos parece que han nacido con el pinganillo puesto", afirmaba antes de la primera etapa en la que el auricular estaba prohibido en el Tour de Francia. El ganador de la ronda francesa del año pasado tiene 34 años y parece resumir la opinión de los más veteranos del pelotón, aquellos que han conocido en activo la introducción de este invento a mediados de los 90. Los más jóvenes, sin embargo, llegaron al gran pelotón cuando el pinganillo ya se había generalizado y se mostraban mucho más críticos con la decisión de prescindir del auricular.

"No estamos contentos con este tipo de decisiones", asegura Alberto Contador, de 26 años, que no ve la relación entre los pinganillos y el espectáculo. "El ciclismo moderno ha cambiado, los equipos tienen más control. El pinganillo es bueno para la seguridad, para evitar el caos. Los experimentos hay que hacerlos en otras carreras, no en el Tour", afirmó el ganador del Tour de 2007. Contador justificaba la decisión de los ciclistas de rodar a ritmo lento en la etapa sin pinganillo para "demostrar el descontento" con la decisión de la Unión Ciclista Internacional (UCI) de prohibirlo en dos etapas del Tour.

Sastre se lo tomó con filosofía e ironía. "Ha sido un día maravilloso. Así podemos aguantar hasta los 50 años", afirmaba el ciclista tras la etapa. Óscar Freire tiene 33 años y tampoco echó de menos el pinganillo entre Limoges e Issoudum: "A veces no sirve el pinganillo, hay que tener vista en la carrera, de vez en cuando conviene no llevarlo". El sprinter cántabro aseguró que la etapa fue una demostración de que el auricular no es imprescindible: "Se ha demostrado que también se puede controlar la carrera sin pinganillo".

José Joaquín Rojas fue el más contundente

Por decisión propia, la mayor parte del pelotón decidió hacer una jornada de brazos caídos. Una escapada trató de animar la jornada, pero el grueso mantuvo el control y los cazó a falta de poco más de un kilómetro, en el más puro estilo de las etapas controladas desde los coches de los directores, que transmiten su órdenes por los auriculares. Juan Manuel Gárate une su voz a la de los veteranos. A sus 33 años, el ex campeón de España, cree que se ha creado una polémica innecesaria. "Tarde o temprano hay que probar a rodar sin pinganillo", afirmó el ciclista del Rabobank, quien reconoció que quizá el Tour no sea el mejor lugar para hacer experimentos.

José Ángel Gómez Marchante acaba de cumplir 29 años y hace memoria para ver si ha corrido alguna vez sin pinganillo. "Igual antes de pasar a profesional", asegura rascándose la cabeza. El ciclista de Cervelo cree que augura problemas en la etapa del próximo viernes, con cinco puertos, dos de ellos de primera categoría, "porque la gente no está acostumbrada".

Pero el más contundente fue José Joaquín Rojas, quien cruzó la meta de la etapa sin auricular y afirmó que es "una mierda". Si entre los ciclistas hay división, entre los directores hay más unanimidad. Catorce de los 20 que están en el Tour han pedido que no se hagan estos experimentos en la ronda gala. Liderados por Johan Bruyneel, el patrón de Astana, han pedido que no se aplique la medida el próximo viernes.

Carlos Sastre se mostraba tranquilo sobre la ausencia de pinganillo en una etapa, no le producía un estrés particular y le recordaba sus inicios. "Algunos parece que han nacido con el pinganillo puesto", afirmaba antes de la primera etapa en la que el auricular estaba prohibido en el Tour de Francia. El ganador de la ronda francesa del año pasado tiene 34 años y parece resumir la opinión de los más veteranos del pelotón, aquellos que han conocido en activo la introducción de este invento a mediados de los 90. Los más jóvenes, sin embargo, llegaron al gran pelotón cuando el pinganillo ya se había generalizado y se mostraban mucho más críticos con la decisión de prescindir del auricular.

"No estamos contentos con este tipo de decisiones", asegura Alberto Contador, de 26 años, que no ve la relación entre los pinganillos y el espectáculo. "El ciclismo moderno ha cambiado, los equipos tienen más control. El pinganillo es bueno para la seguridad, para evitar el caos. Los experimentos hay que hacerlos en otras carreras, no en el Tour", afirmó el ganador del Tour de 2007. Contador justificaba la decisión de los ciclistas de rodar a ritmo lento en la etapa sin pinganillo para "demostrar el descontento" con la decisión de la Unión Ciclista Internacional (UCI) de prohibirlo en dos etapas del Tour.

Sastre se lo tomó con filosofía e ironía. "Ha sido un día maravilloso. Así podemos aguantar hasta los 50 años", afirmaba el ciclista tras la etapa. Óscar Freire tiene 33 años y tampoco echó de menos el pinganillo entre Limoges e Issoudum: "A veces no sirve el pinganillo, hay que tener vista en la carrera, de vez en cuando conviene no llevarlo". El sprinter cántabro aseguró que la etapa fue una demostración de que el auricular no es imprescindible: "Se ha demostrado que también se puede controlar la carrera sin pinganillo".

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