Abner Lloveras: "Dentro de 'King of the Streets' hay luchadores que van a matar a sus rivales"

Las puertas de una plaza de toros al sur de Madrid se abren y emerge un luchador de 80 kilos y más de 1,80 metros de altura. Su nombre es Abner Lloveras, leyenda de las Artes Marciales Mixtas en España (MMA) y el hombre que abrió camino antes de que Ilia Topuria asombrara a todos al ganar el cinturón ante Volkanovski. Un luchador barcelonés con experiencia en las mejores veladas del planeta como la UFC, Bellator o M-1 Global.

Sin embargo, esta vez no va a pelear delante de miles de personas en un octógono, sino que delante de él tiene a un ultra esloveno, el árbitro que regula un combate clandestino sin reglas aparece con la cara tapada por un pañuelo y en las gradas hay otros ultras que no desean mostrar su rostro. No es la primera vez que Abner Lloveras participa en King of the Streets, conocido popularmente como El Club de la Lucha.

En la primera velada, ya con 39 años frente a un oponente de 26, fue protagonista del mejor combate de la historia de KOTS. Una pugna que se alargó hasta más de 20 minutos y fascinó a los espectadores, organizadores y luchadores de esta organización clandestina cuyos promotores podrían ser mafiosos. El choque asombró tanto a los promotores que, por una vez, hicieron una salvedad y pagaron cerca de 2.000 euros más otros 1.000 euros en material a Abner Lloveras a pesar de la derrota.

La excepción que confirma la regla, puesto que en KOTS solo gana dinero el vencedor del combate. El barcelonés cayó la primera vez contra Brian Hooi, quien justo después entraría a formar parte de una de las ligas de MMA más importantes de Europa, la polaca KSW. Abner Lloveras podría haberle metido los dedos en los ojos a su rival, morderle la oreja, darle codazos en la nuca, escupirle en la cara, agarrarlo del pelo o golpearle sus testículos, pero decidió no hacerlo, aunque estuviese permitido.

Por ese motivo, esta vez había muchas ganas de poder resarcirse de la derrota. Cinco minutos de pelea contra Bojan Kosednar Zelva, un hooligan esloveno de 79 kilos y medio del Olimpija Ljubljana, le bastaron a Abner Lloveras para noquear contra la arena de una capea de Aranjuez a su rival.

PREGUNTA. ¿Cómo fue aquella primera vez?

RESPUESTA. Contacté con ellos a través de unos amigos, unos hooligans del Sant Andreu en Barcelona. Fui solo a Suecia con un colega. Me pagaron los billetes y me dijeron a qué aeropuerto debía ir y a qué hora llegar. Me vinieron a buscar con coches de alta gama, totalmente encapuchados y hasta uno de ellos llevaba un puño americano. Me dejaron en un hotel de lujo y luego fuimos a grabar el careo en la azotea de un parking. De repente, apareció un helicóptero de la policía y todos se pusieron muy nerviosos.

Iba a pelear con Simon The Savage, un ultra zumbado que es de lo peor que hay, pero lo metieron en la cárcel por algo relacionado con armas o algo así, y me enfrenté a Brian Hooi. Ese mismo día había más peleas. Uno de los luchadores le intentó sacar los ojos al otro, también le arrancaron un trozo de la oreja a otro y un día el árbitro hasta sacó una pistola porque se estaban peleando en el público.

P. Su contrincante le pegó golpes bajos y le intentó meter los dedos en los ojos, pero usted no lo hizo.

R. Supongo que, si mi vida hubiese dependido de ello, me podría haber salido morder o meter también los dedos en los ojos. Le pude coger del pelo, pero y, como luchador, he aprendido a boxear, a hacer kickboxing y artes marciales mixtas, no me sale meter los dedos en los ojos. Peleamos en una jaula con el suelo de cemento y, al final, perdí tras 20 minutos porque estaba muy cansado ya. Vinieron unos médicos colombianos, me cosieron y al final me pagaron como unos 1.500-2.000 euros pese a perder y me dieron mucha ropa deportiva por la calidad de la pelea.

¿Por qué volvió a participar en la pelea más sangrienta de Europa una leyenda de las MMA como usted?

R. Mucha gente estaba a la expectativa tras hacer la pelea más larga de KOTS y estaba deseando verme pelear. Siempre me escribían desde la organización y me decían que me apreciaban un montón y que querían que volviese a pelear después de la primera vez. La verdad es que tuvo mucha repercusión esa primera pelea y fue increíble, mi mejor experiencia en 20 años peleándome.

Al ser lejos de su país y hacerlo en Madrid, no tenían tantos medios y quedamos directamente ahí, con alojamiento y todo. Luego nos vino a buscar un taxi. Eran los mismos, aunque había más gente de España, como gente de la marca Randa y ultras. Eso sí, cuando llegamos a la plaza de toros, todos estaban encapuchados.

P. ¿Una plaza de toros de Madrid?

R. Sí, una capea al sur. Fue espectacular, porque salimos a la plaza como si fuéramos gladiadores. El escenario era impresionante, algo al límite, pero muy bonito si te gusta este mundo de las luchas. Aquí vale todo. Esta vez, sin embargo, no había tanta gente politizada en las gradas como otras veces, porque si no, eso hubiese acabado fatal. Al estar lejos de su país, no podían traer tanta gente y no había tantos extremos.

Los organizadores nos dijeron: "Si queréis tirar arena en los ojos, podéis hacerlo, aquí vale todo". Luego yo sabía que mi rival, Zelva, era un tío muy fuerte y muy tocho. Sabía que esta era una de esas peleas que puedes ganar y perder. Tienes esos miedos y esa adrenalina, pero me vi muy tranquilo. Comprobé que no me llegaba, que yo controlaba más la distancia y luego conseguí que no me tirara al suelo, que era muy importante y lo había entrenado mucho. Él es un ultra, pero también un luchador, no solo un zumbado que va a matarse.

P. Los rumores cuentan que los organizadores son mafiosos, ¿pero qué me dice de los luchadores?

R. Son como psicópatas y lo parecen. Antes de la pelea, te entra angustia y piensas que no quieres venir más a pelear, pero después pienso que llevo más de 200 peleas en mi vida. Lo que sucede aquí es que esta gente es muy peligrosa de verdad. Muchos han estado en la cárcel por cosas serias y condenas largas. Hablamos de condenas de 10 años o más. No es un ambiente familiar y hay luchadores que los ves que van a matar, con mala intención.

P. Hay luchadores profesionales como usted a los que les parece que esto no es deporte y es una locura.

R. Tampoco me extraña, es entendible. Hay gente a la que no le gusta el boxeo amateur y lo ve terrible. Sucede lo mismo en las competiciones de jiu-jitsu infantil cuando sus padres los ven competir y lo pasan fatal. Depende del nivel de aceptación que tú tengas y es totalmente entendible que haya personas que lo vean y piensen que es una locura. Peleas con las manos y sin protecciones, algo muy al límite.

P. En su velada, se vio una de las imágenes más duras de la historia de King of the Streets, cuando un luchador perdió un diente y casi se ahoga.

R. Es de lo peor que he visto en mi carrera. Le faltaba media mandíbula, no reaccionaba y se lo llevaron fuera. La gente estaba entrando en pánico. Nunca lo había visto. Al luchador se le hundió la boca, pero no son cosas que uno piensa antes de salir a pelear. Yo no soy un hooligan, pero me considero antirracista y antihomófobo por manera de pensar, socialmente hablando. En KOTS hay mucho nazi, pero la clase obrera también sabe pelear y lo demostramos.