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UFC 228: Lección de humildad y un KO por estrangulamiento
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UNA PALIZA PARA EL RECUERDO

UFC 228: Lección de humildad y un KO por estrangulamiento

Tyron Woodley defendió su cinturón del peso wélter en UFC 228 ante Darren Till en una noche en la que se vio cómo la preparación mental de un combate es fundamental para la victoria

Foto: Woodley estrangulando a Darren Till. (@UFC)
Woodley estrangulando a Darren Till. (@UFC)

Ganar o perder en UFC no siempre depende de quien más fuerte o más alto. A veces, la diferencia entre quien es mejor o peor, entre quién gana y quién pierde, es la actitud, la cabeza. A veces, la clave de un combate no sólo está en las cosas que pasan durante la pelea, sino en las que pasan en los meses previos. Es en ese tiempo cuando los luchadores se disponen mentalmente para la pelea. Y cómo se trabaja la cabeza en ese tiempo (la propia y la ajena) es fundamental. Bien lo sabe McGregor. UFC 228, donde Darren Till aspiraba al título del peso wélter de Tyron Woodley, fue un buen ejemplo de todo esto.

“Soy el mejor luchador de todos los tiempos. El cinturón será mío. Lo juro por Dios”. Así encaraba Darren Till su pelea. El de Liverpool venía de ganar con facilidad a grandes luchadores, como Donald Cerrone o Stephen Thompson. Llegaba invicto a la pelea, con sólo 25 años y buena parte de la prensa alabando sus cualidades. Darren Till se veía invencible. Pero enfrente tenía al actual campeón, a Tyron Woodley. Un tipo de 35 años que ya ha defendido su cinturón en tres ocasiones, pero que no por ello se cree que ha llegado a la cima. Woodley sabía lo que tenía por delante y que, si quería ganar, tendría que encontrar la vía para poder hacerlo. Y la encontró: “Nunca puedes subestimar a un luchador joven y ambicioso como Till. Para preparar esta pelea he buceado en mi interior para encontrar al joven Tyron, ese al que no le importaba pelear contra cualquiera, en cualquier lugar.”

Darren Till entró en el octógono sonriente y empezó la pelea relajado, sabiéndose infinitamente mejor. Woodley, por el contrario, estaba tenso, cauteloso. La diferencia entre ambos era evidente. Los movimientos de Till eran suaves, los de Woodley eléctricos. Y así empezó Till a recibir golpes. Creyéndose que era el mejor del mundo, en el primer asalto el británico sólo consiguió conectar un puñetazo y una patada, y sin demasiada claridad. Por el contrario, Woodley ya le había conectado unas cuantas manos, una de las cuales hizo temblar a Till. Esta dinámica continuó igual en el segundo asalto, en el que el joven aspirante se llevó una seria paliza. En los primeros segundos del round Till fue a colocar un 1-2, Woodley esquivó el uno y le colocó su derecha directa al mentón:

Besó el suelo

¡Boom! Darren Till cayó al suelo y a partir de ahí no hizo más que recibir golpes. Los aguantó durante minutos, pero el campeón no iba a dejar pasar la oportunidad. Poco a poco, como si de una boa se tratara, el estadounidense fue colocando su cuerpo y sus brazos en posición de estrangulamiento. Darren Till estaba perdido y no pudo más que palmear y rendirse. Había caído en la trampa de Woodley. No sólo en la del estrangulamiento, sino en la que le había tendido semanas antes: “Sabía que la presión por ser el mejor le consumiría. Simplemente lo he aprovechado y le he pateado el culo”.

Después de ganar, el campeón no gritó, no subió a la valla. Casi no se podía creer que hubiera tenido un combate tan plácido. Simplemente había hecho su trabajo. ¿Y el aspirante? Pues quedó literalmente roto, más por dentro que por fuera. Su rueda de prensa fue un poema, lleno de suspiros y dudas: “Estoy muy dolido, mucho. No puedo soportar que haya sido mejor que yo. Me mata por dentro”. Estaba tan afectado que Woodley fue a tratar de consolarle entre bastidores, recordándole que él ya había pasado por eso. Parece que a Darren Till le va a costar asimilar la situación.

Foto: Así celebró Justin Gaethje su victoria en UFC Lincoln. (UFC)

Otra persona a quien se le debieron romper los esquemas fue al presidente de UFC, Dana White, quien no esconde demasiado sus preferencias. Poco antes de la pelea no se cortó en decir que le parecía normal que Woodley tuviera miles de 'haters': “Woodley es muy bueno y muy guapo, pero cada vez que habla mete la pata. Es un tipo muy desagradable. Till es todo lo contrario”. Seguramente White se frotaba las manos sólo con pensar en un nuevo campeón británico. Este le habría asegurado aumentar considerablemente su base potencial de consumidores en Inglaterra. Pero Till no ganó, y el “desagradable” Woodley les dio una lección a ambos.

Ganar o perder en UFC no siempre depende de quien más fuerte o más alto. A veces, la diferencia entre quien es mejor o peor, entre quién gana y quién pierde, es la actitud, la cabeza. A veces, la clave de un combate no sólo está en las cosas que pasan durante la pelea, sino en las que pasan en los meses previos. Es en ese tiempo cuando los luchadores se disponen mentalmente para la pelea. Y cómo se trabaja la cabeza en ese tiempo (la propia y la ajena) es fundamental. Bien lo sabe McGregor. UFC 228, donde Darren Till aspiraba al título del peso wélter de Tyron Woodley, fue un buen ejemplo de todo esto.

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