Milwaukee Bucks-Phoenix Suns, la final de la NBA es un oasis en la era de los superequipos
Comienzan las Finales de la mejor liga de baloncesto del mundo con un enfrentamiento inédito en su historia. Los superequipos, lastrados por las lesiones, quedaron por el camino
Si al inicio de la temporada alguien hubiese puesto en sus quinielas que los Phoenix Suns y los Milwaukee Bucks iban a disputar las Finales de la NBA, se le habría tachado de iluso. Pero la historia está por escribirse y los equipos dirigidos por Monty Williams y Mike Budenholzer se asoman a una oportunidad histórica de conquista del anillo que tendrá su primera batalla durante la madrugada de este martes 6 de julio. Entre ambas franquicias, solo se suma un trofeo de campeón en sus vitrinas. Hay que remontarse hasta 1971 para recordar cómo los Oscar Robertson, Kareem Abdul-Jabbar y compañía conquistaban el título para el equipo de Wisconsin. La generación de Charles Barkley, Kevin Johnson o Danny Ainge lo tuvo al alcance de su mano para los Suns -o al menos, todo lo cerca que permitió Michael Jordan- cayendo frente a los Chicago Bulls en la final de 1993 por 4-2.
Para ser justos, Milwaukee Bucks era uno de los serios aspirantes a hacerse con el título de la NBA. Pero, para darle más épica a esta temporada marcada por el coronavirus un año más, los de Wisconsin llegan a la final habiendo perdido a su gran estrella por el camino, Giannis Antetokounmpo. El poderoso jugador griego cayó lesionado en el cuarto juego de las Finales de la Conferencia Este. Una hiperextensión en la rodilla izquierda le dejó fuera de combate para el resto de la serie, en la que sus compañeros lograron imponerse a los Atlanta Hawks por 4-2. No es una baja más, sobre Anteto se construye todo el equipo. La segunda espada de los Bucks, Khris Middleton, fue determinante para cerrar la eliminatoria con un excelente último partido (32 puntos, 4 rebotes, 7 asistencias y 3 robos)
Decepción en los superequipos
Brooklyn Nets, Angeles Lakers y Angeles Clippers partían como grandes favoritos para hacerse con un anillo de la NBA. En el primer caso, por juntar al ‘Big Three’ de mayor talento que se recuerda: James Harden, Kevin Durant y Kyrie Irving. Por si sonaba a poca potencia ofensiva en pista, el equipo neoyorquino había completado su plantilla con jugadores de la talla de Blake Griffin, que se sumaba a piezas como DeAndre Jordan o Joe Harris. Un proyecto cortoplacista al que solo se le podía exigir pelear por el trofeo de campeón de la mejor liga del mundo, pero que acabó derrotado en semifinales de la Conferencia Este ante los Bucks. Las lesiones han ido lastrando a las tres estrellas de la franquicia, ya que Steve Nash apenas ha podido juntarlos en pista durante la temporada. Harden e Irving, además, sufrieron diferentes problemas físicos en plena serie contra Milwaukee.
Caso parecido al de unos Lakers que llegaban a la temporada con el título de vigentes campeones en sus dedos y con la incorporación de un Marc Gasol con sueldo de veterano que les señalaba como serios aspirantes a repetir triunfo. Sin embargo, las cosas no cuajaron para la franquicia de oro y púrpura, con sus dos principales estrellas visitando la enfermería. ¿Cómo habría sido la temporada para los pupilos de Frank Vogel si Anthony Davis se hubiera mantenido sano? Difícil no especular con un resultado bastante más positivo para la ciudad de Los Ángeles.
Más cerca se quedaron sus vecinos, los Clippers, que alcanzaron la Final de la Conferencia Oeste antes de morir en la orilla. Otra vez las lesiones castigaron a otro superequipo. La rodilla de Kawhi Leonard dijo basta en plena serie contra los Suns. Una baja que acabaría por ser definitiva y que dejó toda la responsabilidad para Paul George. Los medios norteamericanos informaron del descontento que Leonard tiene con los servicios médicos en LA, asegurando que incluso se plantea una posible salida inmediata (será agente libre a no ser que ejecute la opción de jugador que su contrato le ofrece para la temporada 2021/22).
Chris Paul, la leyenda que acaricia su anillo
Que Chris Paul es uno de los mejores bases de la historia de la NBA se sabía. Que parecía que el veterano jugador de 36 años se iba a retirar como una de esas leyendas que jamás ganaron un anillo también se daba por hecho. Pero si algo le sobra a Paul es personalidad y carácter. Tras pasar por proyectos deportivos que apuntaban a fracaso y que logró reconvertir como aquellos Oklahoma City Thunder, el base fue traspasado a Phoenix al inicio de la presente temporada. Otra vez a hacer las maletas. Otra vez tocaba adaptarse a un nuevo equipo (cuarto traspaso en cuatro años). Dejarse llevar sonaba bien, pero luchar hasta el final es lo que convirtió a este jugador de 1,83 metros en una máquina competitiva de la NBA.
🥺 Coach Monty Williams has a special bond with his @Suns team.
— NBA (@NBA) July 5, 2021
The Suns host the Bucks in Game 1 of the #NBAFinals presented by YouTube TV Tuesday at 9:00pm/et on ABC. pic.twitter.com/MkLj6KL4NZ
Los Suns, que llevaban varios años creando un equipo competitivo a base del trabajo del día y decisiones acertadas en el mercado, se cimentaron en dos jugadores jóvenes que apuntaban a grandes estrellas de la liga: Deandre Ayton y Devin Booker (un anotador comparado frecuentemente con Kobe Bryant por su estilo de juego). Chris Paul acabó por ser la pieza definitiva para el engranaje, ejerciendo un papel de liderazgo total. “Yo amo a CP. Es el único compañero de equipo que realmente me empuja, como un hermano. Viendo todo lo que he obtenido, puedo decir todos los días que es lo mejor que le pasó a mi carrera”, llegó a decir el prometedor pívot de 22 años, quien ha promediado 16,2 puntos y 11,8 rebotes en estos Playoffs. Con Paul a la cabeza -tocado de la mano derecha- los Suns son los favoritos para llevarse esta NBA, aunque un hipotético regreso de Anteto (se valorará día a día la posibilidad de reincorporarse al equipo) equilibraría la balanza.
Si al inicio de la temporada alguien hubiese puesto en sus quinielas que los Phoenix Suns y los Milwaukee Bucks iban a disputar las Finales de la NBA, se le habría tachado de iluso. Pero la historia está por escribirse y los equipos dirigidos por Monty Williams y Mike Budenholzer se asoman a una oportunidad histórica de conquista del anillo que tendrá su primera batalla durante la madrugada de este martes 6 de julio. Entre ambas franquicias, solo se suma un trofeo de campeón en sus vitrinas. Hay que remontarse hasta 1971 para recordar cómo los Oscar Robertson, Kareem Abdul-Jabbar y compañía conquistaban el título para el equipo de Wisconsin. La generación de Charles Barkley, Kevin Johnson o Danny Ainge lo tuvo al alcance de su mano para los Suns -o al menos, todo lo cerca que permitió Michael Jordan- cayendo frente a los Chicago Bulls en la final de 1993 por 4-2.