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Mercancía millonaria: cuando el jugador no pinta nada en la NBA
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los traspasos en la mejor liga del mundo

Mercancía millonaria: cuando el jugador no pinta nada en la NBA

El final del período de traspasos en la NBA dejó muchos movimientos que influirán en la lucha por el anillo, pero también otros con menos brillo que muestran la otra cara de la liga

Foto: Stauskas defendiendo a Doncic en un Dallas-Portland de esta temporada. (USA TODAY Sports)
Stauskas defendiendo a Doncic en un Dallas-Portland de esta temporada. (USA TODAY Sports)

Nik Stauskas es jugador de baloncesto. Tras una buena carrera universitaria llegó a la NBA en 2014 con el cartel de gran tirador. En casi cinco años le ha costado asentarse en la liga, pero hasta ahora no le han faltado oportunidades. El domingo pasado se levantó en su casa de Portland y se fue a entrenar. Los Trail Blazers no jugaban hasta dos días más tarde y tenían tiempo para descansar y prepararse, un lujo en medio de una temporada en la que los equipos juegan entre tres y cuatro partidos a la semana y no paran de viajar. Cuando estaba en medio del entrenamiento, Stauskas recibió una noticia: lo acababan de traspasar a los Cleveland Cavaliers junto a su compañero Wade Baldwin.

Así son las cosas en la NBA: en cualquier momento te pueden enviar a la otra punta del país y no puedes hacer nada para evitarlo. Muy pocos jugadores tienen contratos que les permiten vetar un traspaso y solo otros pocos pueden frenarlo si muestran su disconformidad con el destino que pretenden imponerle. Para el resto no hay elección, aunque seas una leyenda de tu equipo como Marc Gasol.

Cuando eres traspasado, todo pasa muy rápido. "En ese momento es como 'Guau. Haz la maleta", recordaba estos días Pau Gasol sobre el traspaso de 2008 que le envió a los Lakers. Nick Krupke, periodista de KPTV, estaba en las instalaciones de entrenamiento de los Blazers cuando el equipo le dijo a Stauskas que había sido traspasado. Grabó un vídeo en el que se ve al jugador despidiéndose a la carrera de sus compañeros y el resto del equipo. Un rápido abrazo con cada uno y adiós. Todo bastante frío.

Como bolas de pinball, Stauskas y Baldwin (sus contratos) empezaron a rebotar de un equipo a otro. Cuatro en cinco días. Eran jugadores de los Portland Trail Blazers hasta que el 3 de febrero fueron traspasados a los Cleveland Cavaliers. Con el exequipo de LeBron James no llegaron a debutar porque el día 7 fueron traspasados a los Houston Rockets. Pero tampoco jugaron junto a James Harden porque ese mismo día fueron enviados a los Indiana Pacers. Al día siguiente fueron despedidos y ahora están en el paro.

"No creo que sea justo"

"No creo que sea justo", declaró Neil Olshey, mánager general de los Blazers y el primero en traspasar a ambos jugadores hace casi una semana. "Nuestro trabajo es encontrar resquicios (en las reglas), y desgraciadamente las víctimas muchas veces son los jugadores", explicó. En la NBA, las franquicias no pueden gastar todo lo que quieran. Los sueldos están regulados y existe un límite salarial que obliga a pagar un impuesto de lujo si es sobrepasado. Esas y otras normas configuran una complicada ingeniería financiera que, como dice el directivo de los Blazers, los equipos intentan utilizar en su favor.

Cuando se acerca el final del período de traspasos, que esta temporada fue el 7 de febrero, jugadores como Stauskas y Baldwin son solo contratos baratos que sirven para cuadrar traspasos por piezas más importantes para los equipos, ya sean otros jugadores o elecciones en el 'draft'. Son un número. En esas circunstancias valen más por lo que cobran que por lo que aportan en la pista. Son mercancía. Millonaria, pero mercancía pura y dura (ambos cobran esta temporada millón y medio de dólares brutos).

placeholder Ricky Rubio estuvo cerca de ser traspasado a los Grizzlies. (EFE)
Ricky Rubio estuvo cerca de ser traspasado a los Grizzlies. (EFE)

"¿Me gusta? No. Lo odio"

Esta es la parte menos glamurosa de la NBA, y los jugadores lo llevan como pueden. Por mucho dinero que ganen, y la mayoría gana bastante, no es agradable. El jueves, Ricky Rubio bromeó en su cuenta de Twitter sobre su posible traspaso. En los días anteriores, varios medios habían informado de las negociaciones de su equipo, los Utah Jazz, para enviarlo a los Memphis Grizzlies a cambio de Mike Conley. "Por ahora mi código para entrar en las instalaciones de entrenamiento funciona", escribió el español. "He quitado el modo avión. Ayúdame, Twitter. ¿Qué camiseta llevaré el próximo partido?".

La realidad es que la incertidumbre sobre su futuro no le hacía ninguna gracia. "Sé que esto es un negocio y a vaces no te tiene que gustar, solo tienes que aceptarlo, venir aquí y jugar al baloncesto. Me gusta estar aquí (en Utah), pero esto es un negocio", explicó al día siguiente. ¿Me gusta? No. Lo odio. Es lo que es. Hay que pasar página y seguir jugando. A veces arriba (los directivos) no sienten que la química importa, y a veces importa más que cualquier otra cosa".

Rubio tuvo suerte comparado con Harrison Barnes, compañero de Luka Doncic en los Dallas Mavericks hasta hace unos días. El alero se enteró de que había sido traspasado durante el Mavericks-Hornets. Su cara en el banquillo tras recibir la noticia es una de las imágenes de la temporada. LeBron James la aprovechó para denunciar lo que considera una posición hipócrita de la liga y lo que la rodea. LeBron, cuyo ejemplo ha ayudado a empoderar al jugador NBA en la última década, se queja de que se tache de egoísta a un jugador que quiere irse y no a un equipo que lo traspasa.

No está claro si Barnes conocía antes del partido que iba a ser traspasado. Su agente dijo que sí, que los Mavericks le habían dicho que existía la posibilidad y aún así quiso jugar. Pero en su presentación con su nuevo equipo, los Sacramento Kings, Barnes declaró que no sabía que iba a suceder de la manera en que sucedió.

Los tres ejemplos (Stauskas/Baldwin, Ricky y Barnes) muestran que el negocio de la NBA se sostenta sobre un sistema que en ocasiones trata con muy poco tacto a la parte más importante, el jugador. Algunos pensarán que el dinero que ganan lo justifica.

Nik Stauskas es jugador de baloncesto. Tras una buena carrera universitaria llegó a la NBA en 2014 con el cartel de gran tirador. En casi cinco años le ha costado asentarse en la liga, pero hasta ahora no le han faltado oportunidades. El domingo pasado se levantó en su casa de Portland y se fue a entrenar. Los Trail Blazers no jugaban hasta dos días más tarde y tenían tiempo para descansar y prepararse, un lujo en medio de una temporada en la que los equipos juegan entre tres y cuatro partidos a la semana y no paran de viajar. Cuando estaba en medio del entrenamiento, Stauskas recibió una noticia: lo acababan de traspasar a los Cleveland Cavaliers junto a su compañero Wade Baldwin.

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