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Lonzo Ball, el hijo del gran bocazas de la NBA se balancea entre ser una estrella o un fiasco
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el padre sigue enredando, ahora con trump

Lonzo Ball, el hijo del gran bocazas de la NBA se balancea entre ser una estrella o un fiasco

Ha conseguido ser el más joven en lograr dos tiples-dobles en su carrera, una excelente estadística que se ve opacada por otras cuestiones, como su horrible porcentaje de tiro

Foto: Lonzo Ball. (EFE)
Lonzo Ball. (EFE)

El ruido que rodea a Lonzo Ball es ensordecedor, como estar al lado de un bafle en una discoteca. Fue número 2 del draft, elegido por Los Ángeles Lakers, lo cual ya es de por sí bastante si se tiene en cuenta que es una de las grandes franquicias históricas y está en la segunda ciudad más grande del país, con una presión mediática altísima y, en su caso, con unas expectativas también disparadas. El estrés sería grande con cualquier nombre, pero él, además, se apellida Ball y es hijo de un señor al que no hay que ser muy avispado para definir como "bocazas", capaz de decir que le ganaría un partido a Jordan o que su hijo es mejor que Stephen Curry.

Ball es, hoy en día, uno de los casos de más difícil análisis de la temporada. Se confuden en él las expectativas reales con las generadas por su padre, los números concretos con los generales. Es complicado saber si lo que está haciendo es brillante, aceptable o un fracaso, porque de su vida y de su juego salen casi todas las posibles interpretaciones que uno quiera hacerle.

Foto: Lonzo Ball, el mayor de los tres hermanos, juega en la Universidad de UCLA. (Reuters)

Por ejemplo, esta semana consiguió el segundo triple-doble de su cortísima carrera deportiva, el más joven de la historia en repetir en esa marca junto a LeBron James. Dicho así suena fuerte, como de irrupción arrolladora en el campeonato. Al fin y al cabo esa estadística es una rareza que solo los grandes jugadores consiguen y Lonzo lo ha logrado de una manera muy veloz.

Claro que ese jugador que hace triples-dobles también es el mismo que no llega a los diez puntos de media por partido, se queda en 8.9. Sería aceptable para un novato que jugase poco, pero claramente no es el caso, pues disputa 33 minutos por partido y está llamado a ser el líder del equipo. En la NBA de hoy en día es muy complicado ser una estrella sin anotar, aunque ese parece el camino más sencillo del hijo de LaVar al estrellato baloncestístico.

Peor aún que su poca capacidad para anotar es mirar sus porcentajes de tiro. No llega a un 32% de tiros de campo, tiene un paupérrimo 23% en triples y está desacertado incluso en el tiro libre, con un 46%. En este sentido, todo mal. Ni es lo suficientemente fuerte para penetrar y finalizar alrededor del aro ni, desde luego, tiene un tiro exterior fiable.

El extraño tiro de Lonzo

Tampoco puede sorprender demasiado. Los ojeadores de la NBA tenían varias cosas claras sobre Lonzo y su juego. Por un lado, que es un jugador con una inteligencia altísima para el baloncesto, que siempre será un buen pasador, que por tamaño e intuición reboteará siempre muy bien para lo que se estila en su posición. También que su extraña mecánica, aunque podría llegar a ser efectiva, le podía traer problemas de cara a pasar a profesionales. Exactamente lo que está pasando.

Porque la unidad científica de ESPN intenta explicar las maneras que tiene Lonzo de que ese tiro suyo sea equiparable a los lanzamientos más ortodoxos, pero la realidad se da de bruces en forma de estadística. Las defensas de la NBA no le dejan montar bien los brazos y termina teniendo grandes problemas para encontrar tiros limpios. Los datos están ahí.

Luke Walton, su entrenador, le pide más agresividad. Considera que de su elección del draft, número 2 en un año con mucho talento, se sacará en el futuro una estrella del baloncesto, siempre y cuando vaya puliendo sus problemas y encontrando más maneras de hacer daño. Tiene que progresar en todo, por supuesto, pues no deja de ser un chaval de 20 años recién cumplidos.

En Lonzo, además, está la cosa de liderar. Se supone que sobre él se cimentará el futuro de los Lakers, y eso ya obliga a mandar, pero es que además es base, razón de más para tener que llevar la voz cantante en un vestuario. El chico es aún joven y no se le puede pedir que sea un tipo que ordene a gritos, pero en este sentido da impresiones mezcladas. Por un lado, lleva bien la enorme presión que tiene encima. Por otro, no siempre parece implicado. La pasada semana los Lakers terminaron a golpes con los Suns y lo más llamativo de la bronca fue, sin duda, ver como Lonzo pasaba por alto todo el tema, sin ningún tipo de interés en lo que ocurría a su alrededor.

La familia Ball

Lonzo Ball es una de las sensaciones de la NBA, con o sin juego. El chico, además, tiene que lidiar con su padre, que no parece dispuesto a detenerse ni una micra para dar oxígeno a sus tres hijos. Un ejemplo rápido, el base de los Lakers juega 33 minutos por partido, lo cual es mucho para cualquiera y aún más si se tiene en cuenta que es un novato. Pero para LaVar no es suficiente, nunca lo es, así que ha dicho que el equipo angelino pierde porque a veces no juega el último cuarto. Es insaciable.

LaVar, ya se sabe, pretende que el futuro sea de sus tres hijos, que todos jueguen en la NBA, sean estrellas mediáticas y firmen un contrato de patrocinio conjunto de 1.000 millones de dólares. Quiere la luna con un lazo, pero los planes empiezan a irse al traste. Pensaba que todos ellos iban a pasar por UCLA, la universidad más mítica de California, y después del año obligatorio en la NCAA darían el salto al gran escenario. Lonzo cumplió, pero las cosas empiezan a torcerse.

LiAngelo era el nombre del segundo vástago de los Ball, en principio el peor de los tres hermanos y, por lo tanto, el que más dificultades iba a tener para subir la escalera de LaVar. Pero el problema baloncestístico, que ahí estaba, se ha acuciado aún más por su actitud que le ha llevado incluso a generar un conflicto diplomático en China.

Al chico y a dos compañeros suyos de UCLA les pillaron robando unas gafas de sol en el país asiático. Una chiquillada, también un deloto, un motivo también para una suspensión de bastante tiempo. Y si no puede jugar los ojeadores de la NBA, que tienen grandes dudas en él. No aparece en ninguna prospección de draft, no hay lugar en el que piensen que LiAngello será una estrella más allá, claro, de la mente pensante de LaVar.

Por cierto, todo este problema de hurtos menores ha ocurrido en China, lo que ha generado un fuerte conflicto que terminó con una petición de Trump a Xi Jinping, presidente chino, de que mediara en la liberación de los chavales. Aquí entran en liza, por lo tanto, dos de las grandes personalidades del 'star system' estadounidense, el presidente Trump y LaVar Ball, en una competición sin frenos por ver quién es más bocazas.

Así que LaVar no dio las gracias por la intercesión del presidente y este, tuitero con verborrea, dijo que tendría que haber dejado a los chicos en la cárcel por la escasa gratitud mostrada por el padre de la criatura. Como pareja artística pueden no tener precio y es probable que se vuelvan a encontrar, porque los dos son muy así. Los chicos, eso sí, se libraron de una pena de hasta diez años en el gigante asiático. Que eso sí hubiese sido problemático.

Mientras tanto de LaMelo, el tercero y más joven, se sabe más bien poco. En principio era el mejor de todos, llegando anotar más de 90 puntos en un partido de instituto. Pero LaVar, cómo no, ha terminado sacándolo del equipo por desavenencias con el entrenador y instruyéndole en casa. Hará simulaciones, teóricamente también está cerrado por UCLA para seguir los pasos de sus hermanos pero, con todo este lío, no deja de ser una incógnita más. Son los Roper y no lo saben.

El ruido que rodea a Lonzo Ball es ensordecedor, como estar al lado de un bafle en una discoteca. Fue número 2 del draft, elegido por Los Ángeles Lakers, lo cual ya es de por sí bastante si se tiene en cuenta que es una de las grandes franquicias históricas y está en la segunda ciudad más grande del país, con una presión mediática altísima y, en su caso, con unas expectativas también disparadas. El estrés sería grande con cualquier nombre, pero él, además, se apellida Ball y es hijo de un señor al que no hay que ser muy avispado para definir como "bocazas", capaz de decir que le ganaría un partido a Jordan o que su hijo es mejor que Stephen Curry.

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