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Final NBA. Capítulo I. El partido que Kevin Durant llevaba cinco años esperando
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los warriors ganan el primer partido (113-91)

Final NBA. Capítulo I. El partido que Kevin Durant llevaba cinco años esperando

Kevin Durant (38 puntos) y Stephen Curry (28) lideraron la victoria de los Warriors en el primer partido de la final. LeBron James (28) fue el mejor de los Cavaliers, pero tuvo poca ayuda

Foto: Kevin Durant hace un mate ante la mirada de LeBron James en el primer partido de la final de la NBA. (Getty Images)
Kevin Durant hace un mate ante la mirada de LeBron James en el primer partido de la final de la NBA. (Getty Images)

En la última semana, Kevin Durant no paró de repetir que no estaba especialmente motivado por jugar la final de la NBA, solo la segunda de su carrera. Para él era solo baloncesto, explicaba, y como tal se lo tomaba, como cualquier otro partido. Puede que fuera cierto y el jugador de los Warriors fuera capaz de abstraerse de toda esa atención mediática que le señalaba como el gran protagonista del duelo contra los Cavaliers, pero en el fondo sabía que el de este viernes no era un partido más. Y no lo fue. Ni para su equipo ni para él, que completó una actuación extraordinaria: 38 puntos, 8 rebotes y 8 asistencias para liderar el claro triunfo de los Warriors por 113-91.

Para no afrontar la final como un partido de una manera especial, pareció que Durant lo tenía entre ceja y ceja desde hace mucho tiempo. En concreto desde hace cinco años, cuando perdió su primera y hasta ahora única final. Durante el último cuarto del partido contra los Cavs, la realización del partido emitió unas imágenes del alero, llorando, abrazándose a su familia tras la derrota de los Thunder en el quinto partido de la final de 2012, ganada por los Heat. Entonces pocos podían imaginar que aquel equipo, en el que Durant estaba acompañado por Westbrook, Harden e Ibaka, no volvería a jugar una final. Lo tenía todo para dominar el Oeste, pero no volvieron a jugar juntos. Solo Westbrook aguanta en Oklahoma City.

Durant cambió el verano pasado los Thunder por los Warriors con un objetivo: acercarse al anillo. No le importó que la decisión de juntarse a Curry, Green y Thompson le convirtiera en un jugador bastante odiado, ni siquiera que la relación con su amigo Westbrook se deteriorara. Difícilmente iba a optar al título en un equipo del Oeste mientras estos Warriors sigan en pie.

Esos cinco años de decepciones desembocaron en un partido memorable en el estreno de la final contra los Cavaliers de LeBron James, que en 2012 también capitaneaba a los Heat. Durant derramó todo su talento en su duelo contra el '23'. Fue el mejor del partido desde los primeros minutos, marcados por la ansiedad y la precipitación en ambos equipos. Durant fue el más agresivo de cara el aro, el más tenaz y el más feroz, justo lo que había dicho cuando le preguntaron qué hacía falta para llevarse la victoria. Una exhibición ofensiva de todo el equipo, pero sobre todo suya.

Esta final, la tercera seguida entre Warriors y Cavaliers, algo que no había sucedido antes en la NBA, tiene todo para ser la mejor. En las dos anteriores, por unas razones u otras, alguno de los dos equipos no estuvio al 100%. En la primera, los Cavaliers jugaron sin Love ni Irving. Y el año pasado, Curry jugó con problemas físicos y Bogut se lesionó. Ahora están todos a tope, y además está Durant. Uno de los mejores anotadores que ha conocido el baloncesto en una máquina ofensiva como los Warriors.

A eso se enfrentan los Cavs y LeBron. Y de momento, el 'rey' tiene poca ayuda. Durante buena parte del partido, la producción ofensiva de Cleveland fue el resultado de las jugadas individuales de James e Irving, que de alguna manera mantuvieron a su equipo en el partido (52-60 al descanso) pese a la sangría de pérdidas. No se trata solo de los puntos (los suplentes de los Warriors ganaron la partida por poco: 24-16), sino de profundidad. Los Warriors tienen más jugadores útiles: Pachulia y McGee le permiten no jugar siempre con Green de cinco; Iguodala puede ayudar en la defensa de LeBron; y Clark y Livingston echan una mano en la dirección. Y aún queda McCaw, poco utilizado en el primer encuentro por Mike Brown.

Los Cavaliers resistieron hasta el final del tercer cuarto el festival de Durant y Curry, mucho mejor que hace un año. Habían aguantado el primer tirón de los Warriors, un parcial de 13-0, unos minutos antes, pero no pudieron con otro de 10-0 que situó la diferencia por encima de los 20 puntos. Ahí acabó el primer asalto de la final de 2017, el partido que Durant llevaba esperando cinco años.

En la última semana, Kevin Durant no paró de repetir que no estaba especialmente motivado por jugar la final de la NBA, solo la segunda de su carrera. Para él era solo baloncesto, explicaba, y como tal se lo tomaba, como cualquier otro partido. Puede que fuera cierto y el jugador de los Warriors fuera capaz de abstraerse de toda esa atención mediática que le señalaba como el gran protagonista del duelo contra los Cavaliers, pero en el fondo sabía que el de este viernes no era un partido más. Y no lo fue. Ni para su equipo ni para él, que completó una actuación extraordinaria: 38 puntos, 8 rebotes y 8 asistencias para liderar el claro triunfo de los Warriors por 113-91.

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